pobreza, castidad y obediencia-MarchandoReligion.es

Los esposos también pueden vivir la pobreza castidad y obediencia

Los consejos evangélicos de pobreza castidad y obediencia también pueden ser conservados por los matrimonios cristianos según su propio estado, ¿es posible en estos tiempos? El profesor Kwasniewski nos invita a saber porqué.

Los matrimonios cristianos también están llamados a abrazar la pobreza, castidad y obediencia, por Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

En la Edad Media cada miembro de la Cristiandad vivía conforme a una ley común: la ley de los Evangelios tal como la enseñaba la Iglesia. No había dos mundos, dos estándares, el sagrado y el profano, sino que solo uno, el cual unificaba todas las cosas alrededor de la Cruz. Por tanto, esta sociedad era jerárquica, pero no clericalista. El clericalismo es la esclerosis de la jerarquía. Ocurre cuando la jerarquía deja de ser un vital, con un principio interno de cohesión, reconocido como la portavoz de un cristianismo común y, en vez de eso, se convierte en una imposición externalizada.

Si seguimos la teología del matrimonio de Santo Tomás, el cual es bastante representativo de la era en la que él vivió, podemos decir que la vida matrimonial no era vista como mundana excluyente de las demandas de lo sagrado; ni la vida clerical y religiosa era vista como sagrada excluyente de las necesidades del mundo, sino que ambas más bien eran percibidas como realidades sagradas pertenecientes a la Iglesia como expresiones de la vida católica, y ambas estaban destinadas a dar fruto para el Reino de los Cielos: en el caso del matrimonio por ayudar a los esposos a engendrar y educar ciudadanos del Reino; en el caso del clero y de los religiosos por buscar primero el Reino de Dios en sus oraciones litúrgicas, y luego enseñando y alimentando a los fieles con los bienes espirituales (y con bastante frecuencia, bienes materiales). El matrimonio como tal no existirá más en el Reino Celestial, pero, con la excepción de Adán y Eva que fueron formados directamente por Dios, todos los que están en el Reino son los bienvenidos frutos del matrimonio y en eso radica precisamente su gran dignidad: ser el inmejorable vívido símbolo y el humilde esclavo de la última celestial alegría, un indispensable partero de la gloriosa Ciudad de Dios.

Por tanto, el matrimonio en el periodo de la Cristiandad fue entendido con la lógica del Evangelio.

No fue visto como un asunto mundano de auto-determinación o de satisfacción de la voluntad propia. Involucra penitencia y auto-control, incluso como lo hace la vida clerical y religiosa. Durante la Edad Media era esperado que los esposos se abstuvieran de las relaciones maritales muchas veces durante el año, incluyendo en su totalidad la época de Cuaresma. La abstinencia del “uso del matrimonio” parece haberse esperado, si no era obligatoria, para varios meses cada año. La auto-restricción sexual era una rutina ascética de la continencia periódica que no vemos visto por cientos de años, y se puede sostener que esta pérdida ha sido en detrimento de la vida espiritual de los casados. (Cf. 1 Corintios 7, 5; 7, 35).

El punto central es que el matrimonio fue luego reconocido como un verdadero vía crucis,

una manera de llevar la cruz de cada día a los pies de Cristo. Con todas sus diferencias, el estado matrimonial y el estado religioso y clerical gozaron de una profunda unidad: la unidad de las virtudes cristianas, con la caridad como su reina madre. El amor de un hombre y una mujer, su amor por sus hijos, tenían que ser un amor de caridad, no meramente un afecto humano. Todas las exigencias de caridad sobrenatural, comenzando con la gran exigencia de tener primacía sobre todos los aspectos de la vida humana, estaban presentes en la iglesia doméstica.

Sin embargo, por mucho que el bello rostro de la Cristiandad haya sido desfigurado por las guerras, plagas y revoluciones de los últimos quinientos años, la primacía de la caridad sigue siendo hoy cierta, ya que la naturaleza intrínseca del matrimonio sacramental no ha cambiado ni tiene sus elevados objetivos y requisitos.

Una consecuencia importante fue vista claramente por Santo Tomás de Aquino en su tratado Sobre la Perfección de la Vida Espiritual, esto es, que incluso si solamente unos pocos cristianos abrazan los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia en toda su extensión en imitación del modo de vida del Redentor sobre la tierra, todos los cristianos están llamados a vivir su significado esencial. No menos que aquellos que “mueren al mundo”, los cristianos “que viven en el mundo” deben también ser pobres de espíritu, puros de corazón y obedientes a la palabra de Dios y a la palabra de la Iglesia. Más específicamente, ellos deben esforzarse para ser frugales con los bienes corporales, listos para la continencia corporal y obedientes con la estructura familiar. En otras palabras, la pobreza, la castidad y la obediencia son para ser vividos, tanto en el espíritu como en la carne, por todos los cristianos de acuerdo con su estado de vida y las necesidades y exigencias de las diferentes etapas de sus vidas.

Las parejas de casados conocen esto por experiencia: circunstancias tales como enfermedades, injurias, embarazos, exigencias de viaje o trabajo y el simple hecho del envejecimiento que hacen inevitable la abstinencia. Se requiere la virtud moral para que los esposos acepten estos periodos con espíritu de caridad y abnegación, y los conviertan en una meritoria continencia temporal para el Reino. Lo mismo con el uso de la riqueza y a la renuncia a las actividades independientes fuera del hogar que ya no son adecuadas al bien común de la familia.

Es una tragedia que muchas de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras sobre la familia, así como también de la sabiduría de la tradición patrística y medieval hayan sido descartadas debido a una simple vergüenza o peor, por una mirada modernista de que los dictados morales de las Sagradas Escrituras están determinados culturalmente y por tanto, sustituibles por el más “iluminado” código de comportamiento que los hombres y mujeres del moderno Occidente consideran poseer. Tal como lo señalé en una conferencia, incluso el Catecismo de la Iglesia Católica sucumbe a veces a esta tentación de seguir el Zeitgeist en lugar del Espíritu Santo. Afortunadamente estamos en posesión de una rica y consistente herencia que guía a los fieles correctamente, incluso cuando los hombres de Iglesia en este particular momento en la historia están culpablemente confundidos

Peter Kwasniewski

Puedes leer este artículo en su página original en inglés: http:// https://www.lifesitenews.com/blogs/even-married-christians-are-called-to-embrace-poverty-chastity-and-obedience

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/