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Fidem servare. Custodiar la Fe

Nuestro Vaticanista, Miguel Toledano, nos acerca al motu propio Fidem servare, recientemente publicado por la Santa Sede

Fidem servare. Custodiar la Fe. Un artículo de Miguel Toledano

Fidem servare: con este nombre en latín ha publicado el papa Francisco su último motu proprio (ley particular de la Iglesia dictada por la propia iniciativa y autoridad del Romano Pontífice).

Podríamos traducir el título del motu proprio como “custodiar la fe”, o bien mantenerla o guardarla; incluso conservarla, que es el verbo que, en español, utiliza la página web de la Santa Sede.

El documento empieza, en efecto, con las palabras “custodiar la fe”, correspondientes a la famosa segunda carta de san Pablo a su directo colaborador san Timoteo de Éfeso, obispo del primer siglo de nuestra era.

San Pablo le advierte de que “llegará el tiempo en que los hombres no soportarán más la sana doctrina; por el contrario, llevados por sus inclinaciones, se procurarán una multitud de maestros que les halaguen los oídos, y se apartarán de la verdad para escuchar cosas fantasiosas”.

Parece que san Pablo esté tratando de nuestra época, de forma verdaderamente profética, hablando in persona Christi. Porque los hombres, principalmente los europeos y anglosajones, se han apartado de la verdad para escuchar cosas fantasiosas: el cambio climático, la democracia, la libertad del pecado, la disolución del matrimonio, el asesinato legal de los inocentes, la igualdad de las religiones falsas con la verdadera, la promoción de la unión sodomítica, la transformación de la identidad sexual.

Tales fantasías tienen, ciertamente como proclama el santo de Tarso, una multitud de maestros: el presidente de los Estados Unidos, la señora Von der Leyen, la joven obsesiva-compulsiva Greta Thunberg, los tendenciosos presentadores de la televisión publica española, hasta importantes miembros de la jerarquía de la Iglesia – lo cual no estaba incluido, salvo si acaso implícitamente, en la profecía de san Pablo.

Por el contrario, a la Iglesia le corresponde custodiar la sana doctrina a la que se refiere la epístola sagrada y, ahora, el papa Francisco. Para ello, el Apóstol de los Gentiles insta a san Timoteo a hacer lo mismo que él ha llevado a cabo, en la última etapa de su vida: pelear hasta el fin el buen combate, concluir su carrera y guardar la fe como un precioso tesoro entregado en depósito.

Tal depósito es, precisamente, la misión no sólo de la Iglesia en general, sino también de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en particular, lo que la convierte en el más importante de los dicasterios vaticanos.

Así, su misión de siempre ha sido la de vigilar sobre cuestiones de fe y de moral. Lamentablemente, desde el humanismo renacentista se considera que puede existir una moral separada de la Iglesia, como si fuera una cuestión autónoma del individuo, del Estado o incluso de la comunidad internacional.

Esta comisión romana había sido recientemente reformada por Pablo VI y por Juan Pablo II. El papa Bergoglio lo ha hecho el pasado mes de febrero a través del citado decreto motu proprio. Antes de entrar en su análisis, cabe pensar que la presente modificación produzca, a su vez, ulteriores cambios en las personas, como ya adelantamos en nuestro artículo de diciembre dedicado a las próximas novedades en la Curia.

El arzobispo Giacomo Morandi, anterior secretario de la congregación, ha sido enviado como titular de Reggio Emilia-Guastalla, según publicó Marchando Religión. Cabría ahora pensar que los actuales subsecretarios, don Armando Matteo y monseñor Matteo Visioli, sean respectivamente elevados a la categoría de secretarios del Santo Oficio, en línea con la reforma estructural interna que acaba de aprobarse.

Les correspondería, en principio, por su preparación académica. Monseñor Visioli es canonista, por lo que podría ocuparse de la sección disciplinaria de la congregación, encargada principalmente de los abusos sexuales cometidos y otros crímenes graves cometidos por eclesiásticos; mientras que don Armando Matteo es teólogo, en línea con la sección propiamente doctrinal del dicasterio. Éste, según el artículo primero del documento, constituye el calado organizativo de la reforma, su división en dos secciones.

El artículo segundo se ocupa de las materias correspondientes a la primera sección, la doctrinal. Y lo hace con una interesante descripción: el favorecimiento de “los estudios destinados a hacer crecer la inteligencia y la transmisión de la fe al servicio de la evangelización, para que su luz sea criterio de comprensión del significado de la existencia, especialmente frente a las preguntas planteadas por el progreso de las ciencias y por el desarrollo de la sociedad”.

Se trata de una comprensión más dinámica de la fe, en la línea de las reformas ya emprendidas por Pablo VI y por Juan Pablo II, a las que Francisco se refiere expresamente como eslabones anteriores de la suya propia. Esperemos que dinamismo no suponga dilución, en aras de la evangelización, el progreso y el desarrollo social. Al contrario, el sagrado depósito de la fe debe ser el objetivo, que por añadidura produce tales efectos evangelizadores, de verdadero progreso y de mejora de las sociedades. Pero el fin es Dios, no los hombres. Éstos se dirigen a Él a través de la fe; y no se dirige ésta hacia aquéllos.

Será, por supuesto, importante confirmar el nombramiento que se produzca en la secretaría al frente de la sección doctrinal. Pero, sobre esto, quedamos emplazados a un artículo sucesivo, con el fin de comprobar también si se cumple nuestra quiniela. En todo caso, el nuevo secretario, juntamente con el prefecto si esta figura se mantuviese, o con el mismo sucesor de Pedro y sus colaboradores en caso contrario, queda obligado al compromiso paulino: Pelear el buen combate, concluir la carrera y custodiar la fe; en ningún caso modificar la sana doctrina, constituirse en maestro halagador de oídos y apartarse de la verdad para decir cosas fantasiosas.

Así lo seguirán exigiendo san Pablo y san Timoteo desde el Cielo, como intercesores que son ante Dios, Nuestro Señor. Y nosotros también, con el derecho que nos asiste de que la fe sea preservada por la Santa Iglesia.

El artículo tercero, por su parte, comprende la nueva sección disciplinaria. Si el papa Francisco quiere, a mayor abundamiento, mostrar su implicación directa en las cuestiones de abusos sexuales, es posible que, a la jubilación del cardenal prefecto de la congregación el próximo mes de julio, él asuma personalmente la dirección del ministerio vaticano.

Miguel Toledano

Primer Domingo de Cuaresma, 2022

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Author: Miguel Toledano
Miguel Toledano Lanza es natural de Toledo. Recibió su primera Comunión en el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y la Confirmación en ICADE. De cosmovisión carlista, está casado y es padre de una hija. Es abogado y economista de profesión. Ha desempeñado distintas funciones en el mundo jurídico y empresarial. Ha publicado más de cien artículos en Marchando Religión. Es fiel asistente a la Misa tradicional desde marzo de 2000. Actualmente reside en Bruselas. Es miembro fundador de la Unión de Juristas Católicos de Bélgica.