Han surgido nuevas evidencias que apuntan a señalar que el principal arquitecto de la Misa nueva, Annibale Bugnini, era un miembro de la masonería
¿Fue un masón el principal arquitecto detrás de la Misa nueva? Surgen nuevas evidencias, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
La semana pasada apareció una gran revelación en dos de las Cartas Moynihan (n° 26 y n°28) en Inside the Vatican, y que fue re-publicado en el blog tradicionalista Rorate Caeli, fue bajo de la forma de una larga entrevista conducida por Kevin Symonds hecha al padre Charles Theodore Murr (n. 1950) autor de The Godmother: Mother Pascalina: A Femenine Tour de Force (2017) y ex – secretario del cardenal Edouard Gagnon, quien trabajó en el Vaticano en los años ’70. Durante este periodo, Murr se convirtió en un muy amigo muy cercano de la Madre Pascalina Lehnert (1894-1983), la ama de llaves de Eugenio Pacelli por 41 años, desde su época como nuncio papal en Alemania en los años ’20, pasando por su reinado como Pío XII hasta su muerte en 1958. En la entrevista, Murr comenta sobre un gran número de personalidades, incluyendo a Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y particularmente Annibale Bugnini (1912-1982), así como también del Vaticano II, de la reforma litúrgica, de la infiltración de la masonería en el Vaticano y de Fátima. El padre Murr da a conocer que él vio o escuchó de personas muy involucradas, incluyendo a cardenales, que descubrieron las conexiones masónicas de prelados de alto ranking.
Por décadas, Annibale Bugnini, el secretario del Concilio para la reforma litúrgica y figura clave en su ejecución se ha considerado sospechoso o acusado de ser un masón. El asunto siguió siendo dudoso hasta tal punto que el eminente historiador francés Yves Chiron, en su juiciosa biografía de Bugnini, juzgó que el rumor no era infundado apoyado por los hechos. La situación comenzó a cambiar en mayo último, cuando Kevin Symonds presentó creíbles detalles, cortesía del padre Brian Harrison, nombrando al cardenal Dino Staffa como el que le llevó a Pablo VI la evidencia contundente sobre la masonería de Bugnini, que precipitó la posterior su súbita caída en desgracia. Por lo tanto, es de la mayor importancia que el padre Murr ofrezca más y mejor evidencia que independientemente confirma la misma secuencia de eventos.
El padre Murr conoció al Cardenal Gagnon en 1974.
Luego el cardenal sería designado por Pablo VI a hacer una Visita Apostólica a la Curia Romana, durante la cual fue Murr asistió a Gagnon con los documentos y otras materias prácticas. Preguntado sobre lo concerniente a la Visita, Murr responde:
“En 1975, hacia el fin de su pontificado, el Papa Pablo VI parecía convencido final y conscientemente de lo que él mismo declaró en 1972 acerca de que “el humo de Satanás había entrado en la Iglesia.” Algunos de los más altos cargos del Colegio de Cardenales, los consejeros más cercanos del Papa, fueron a él personalmente y elevaron algunas acusaciones muy abrumadoras contra miembros claves de su propio gobierno central, esto es, de la Curia Romana. Acusaciones muy abrumadoras, cuyas consecuencias hasta hoy permanecen con nosotros. El Papa estaba tan choqueado con estas acusaciones que ordenó una profunda investigación, de arriba abajo, de la Curia Romana entera. Él eligió a Gagnon para esta misión que duró tres años completos.”
Murr continúa revelando quienes eran los cardenales que hicieron estas acusaciones:
“Los cardenales Dino Staffa, Silvio Oddi y el arzobispo Giovanni Benelli. Staffa era un poderoso oficial de la Curia. En ese tiempo, él era el Prefecto de la Signatura Apostólica, más o menos como el Juez Supremo de la Suprema Corte del catolicismo. El cardenal Silvio Oddi era otro hombre poderoso. Después llegó a ser Prefecto de la Congregación para el Clero en 1979.”
La mención del cardenal Staffa encaja con las experiencias tanto de Eric de Saventhem como la de Michael Davies (los dos presidentes consecutivos de la Federación Internacional Una Voce).
Cuando Symonds recuerda a Murr que tal como lo reporteó en The Godmother, la Madre Pascalina Lehnert pensaba que el arzobispo Annibale Bugnini había sido masón, Murr proporcionó más detalles:
“Bugnini se enfrentó a la seria acusación de Staffa, Oddi y Benelli de ser masón y de llevar a cabo las delineaciones de la masonería contra la Iglesia. El obispo Gagnon y don Mario Marini también sabían del asunto. Por su parte, la madre Pascalina, como la mayoría de los más “antiguos y sabios” personajes que conocí, estaba en una posición ventajosa dentro del Vaticano. Ella fue cercana a [los cardenales] Ottaviani, Siri, Spellman y al arzobispo Fulton Sheen, etc.,y también a muchos otros alrededor el mundo y en la Curia Romana (…) No fue sino hasta un tiempo después del Concilio Vaticano Segundo que las personas comenzaron a despertar de lo que Bugnini estaba haciendo y luego de quién era Bugnini. No se había sabido nada importante de Monsignor Bugnini hasta medidos de los años ´60. Solo después de la muerte de Pío XII ( y de la de Juan XXIII) fue que Bugnini mostró su verdadera cara. Cuando Pablo VI lo nombró obispo en 1972, las personas sabían, o pensaban que sabían, que él estaba en la Curia para quedarse.”
Symonds entonces pregunta: Si el arzobispo Bugnini estuvo de alguna manera involucrado con la masonería, ¿qué podemos decir entonces acerca de Bugnini y de las reformas litúrgicas conciliares?” A lo que Murr responde:
“Creo que es mejor preguntar si los “delineaciones de la masonería” tuvieron algo que ver con las reformas litúrgicas que Bugnini decidió que deseaba el Concilio Vaticano Segundo. ¿Estuvieron las reformas de Bugnini interesadas en una adoración y culto más perfecto a Dios, o en celebrar el concepto masónico de la hermanad del hombre? Cuando ciertos Padres Conciliares insistieron en que no fuera tocada ninguna palabra del Canon Romano de 1600 años de antigüedad, bajo ningún respecto, ¿podía esto ser tomado como que ellos querían inventar cánones completamente nuevos?”
Symonds cuenta la historia relatada en las Memorias de un eminente teólogo y por un tiempo miembro del Consilium, Louis Bouyer (1913-2004) que supo directamente de su amigo Pablo VI que Bugnini era “el que interfería” entre el Papa y el Consilium, mintiendo a ambos partes sobre lo que el otro quería, y luego pregunta directamente a Murr: Una vez que se descubrieron las maquinaciones de Bugnini, ¿por qué Pablo VI no revirtió el curso de las reformas litúrgicas?”
A lo que Murr responde:
“A su pregunta, yo solo puedo ofrecer una conclusión lógica. Las influencias de la masonería trabajaron duramente en el Vaticano durante aquellos críticos años post-conciliares (y continúan haciéndolo). Sin embargo, esta explicación es insuficiente para describir el actual malestar dentro de la Iglesia porque no se equilibra con la realidad del pecado y de la fragilidad humana. Lo último tiene reales consecuencias para la Iglesia cuando viene de la jerarquía […] A Pablo VI le gustaba poner juntas a personalidades opuestas como el cardenal francés Jean Villot como su Secretario de Estado con el arzobispo Benelli como el sostituto. Sospecho que esto fue porque Pablo esperaba que del camino de virtud o una vía media surgiría de los conflictos posteriores…
Él trato de hablar a todos y pacificar las diferentes facciones dentro de la Iglesia, los más notables son los denominados “progresistas” y “conservadores”. Cuán exitoso fue en su esfuerzo será debatido por los historiadores y teólogos. Sin embargo, el hecho es que el carácter de Pablo VI demostraba una voluntad débil y esto conduce al centro de su pregunta.
El arzobispo Benelli finalmente convenció al Santo Padre de “tratar” el caso Bugnini. Benelli tuvo la idea de combinar dos Congregaciones Vaticanas, la del Culto Divino y la de los Ritos, en una: la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos [de hecho, en julio de 1975, La Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, con su presente nombre data desde 1988 – PAK]. Villot hizo los arreglos para que Bugnini fuera nombrado Nuncio en Irán y al mismo tiempo actuaba sobre la idea de Benelli de combinar los dos dicasterios litúrgicos. Sin embargo, Villot continuó defendiendo las “reformas” de Bugnini. Entonces, Pablo VI simplemente se replegó más sobre sí mismo, en lugar de lidiar con las obvias sombras proyectadas sobre la obra de Bugnini, no queriendo involucrarse más allá en el conflicto.”
Murr explica la cuestión obvia de porqué Bugnini no fue más severamente castigado una vez que fue descubierta y revelada su pertenencia a la masonería a Pablo VI:
“Pablo VI fue un diplomático de carrera toda la vida. En el Vaticano, donde fue creada la diplomacia internacional (junto con todas las reglas), un obispo y miembro de la Curia Romana nunca es “despedido”, evidentemente, incluso cuando este obispo es un francmasón. Los obispos están fuera de límite. Antes de la destitución de Theodore McCarrick esta era una regla fundamental de la diplomacia vaticana. Además si el Santo Padre hubiera excomulgado o incluso “despedido” a Bugnini, esto levantaría cuestionamientos a la obra de Bugnini. Pablo VI no deseaba hacer eso.”
En lugar de eso, explica Murr, Pablo VI siguió el clásico adagio promoveatur et amoveatur, promovámoslo así él puede ser removido de la situación.
«La fusión de estas dos congregaciones fue la respuesta. Fue anunciada en 1975 junto con la “promoción” de Bugnini como Nuncio Vaticano en Irán. Irán: una teocracia musulmana con tolerados 18.000 romanos católicos. Supongo que Pablo VI concluyó que Bugnini podría hacer un menor daño bajo esas condiciones bastante más severas.»
(Debe notarse que primero Bugnini fue designado al puesto de nuncio en Uruguay, cuando reclamó que él no sabía español, en su lugar se decidió por Irán, donde el lenguaje diplomático era el francés que él sabía. Ver la biografía de Chiron, pp. 167-77)
Symonds continua: “EL arzobispo Bugnini negó hasta su lecho de muerte que él era masón. Si él era masón, ¿por qué cree que mentiría abiertamente sobre eso?” A lo cual Murr dice: “Si esa es la pregunta la respuesta es simple: ¡porque él era masón!”
Cuando se le pregunta si él tiene algo más que agregar acerca de Bugnini, Murr revela detalles hasta ahora desconocidos:
“Sí, fue Benelli y Marini, no Gagnon, quienes jugaron un rol mayor en la “promoción” de Bugnini como Nuncio Apostólico en Teherán. Muchos prelados y oficiales eclesiásticos, muchos más incluyendo a Virgilio Noe (quien era oído a diario por el Papa y quien seguía en la línea para el puesto de Bugnini, “si alguna vez hubiera una vacante”) – se quejaron abiertamente de Bugnini a Pablo VI. El Papa fue presionado a tomar medidas enviando a Bugnini al exilio lo que le sacó de encima la culpa por las muchas anomalías litúrgicas. También hubo una especie de “última gota que rebalsó el vaso” cuando miles de recién impresos misales romanos tuvieron que ser retirados (y destruidos) debido a las “adiciones” de Bugnini, algunas no autorizadas. Esto sucedió durante las vacaciones de Navidad (mientras sus promotores estaban lejos de vacaciones), 1975-1976.”
Claramente esta entrevista abre muchas nuevas líneas de investigación. Por ejemplo, Murr señala que el cardenal Sebastiano Baggio era ciertamente un masón y Baggio jugó un importante rol en la selección de obispos para la Iglesia mundial de 1973 a 1984. De acuerdo a Murr, el cardenal Staffa y Oddi poseían un dossier de evidencia corroborada sobre Baggio, el cual compartieron con Pablo VI. Gagnon, Mario Marini, y Benelli también supieron de esto. Al final de la entrevista, Murr menciona que él actualmente está escribiendo un libro sobre Baggio, “basado en las conversaciones que tuve con Gagnon, Marini y Benelli.” Si este libro resulta ser casi tan interesante como The Godmother, valdrá la pena la espera.
Algunas personas ya han objetado la entrevista a Murr por estar entregando “nada más que rumores” y han dicho que a menos que tengamos evidencia documentaria directa, no podemos hacer aseveraciones históricas. Esta, sin embargo, es la regla con la que historiadores no profesionales operan actualmente.
La certidumbre histórica se logra no solo por medio de documentos primarios, que son las fuentes más valiosas, sino también por el consistente mosaico de reportes que vienen de las figuras involucradas en los eventos. Con frecuencia se necesita hacer supuestos razonables para darle sentido a una situación. Por ejemplo, todos los libros de historia incluyen afirmaciones como esta: “Madame Fulana de Tal era la amante del Rey Sutano,” Pero ¿fueron ellos observados in flagrante delicto? No, simplemente es: “todos lo sabían.” Tal vez ellos solo se leían novelas el uno al otro, o jugaban ajedrez, o recitaban Maitines. No obstante, hay supuestos razonables que pueden ser hechos sobre la base de la naturaleza humana y sobre los signos que sabemos interpretar. De modo similar, cuando se trata de estas nuevas afirmaciones en relación a Bugnini y a las figuras que rodearon a Pablo VI, somos capaces de atar cabos. La calidad de las fuentes es suficiente para engendrar confianza y la coherencia interna de la información que ya es conocida es innegable.
Por lo tanto es justo decir que ya no hay una duda razonable de que la única figura más dominante en la reforma litúrgica fue, de hecho, un masón. También esto puede explicar, al menos en parte, porqué los documentos privados de Bugnini son mantenidos cerrados bajo llave, inaccesibles para cualquier académico, aunque quizá es mucho pedir creer que estos incriminatorios materiales no hayan sido ya destruidos.
Algunos católicos pueden estarse preguntando: ¿por qué en el 2020 este asunto es aún más importante? Desde el año 1962, cuando se inauguró el Concilio, o desde 1975, cuando Bugnini cayó en desgracia, hay un largo tiempo y por lo mismo mucha agua ha corrido bajo el puente. Los ritos litúrgicos revisados fueron aprobados por Pablo VI y son usados casi en todas partes. ¿No debiéramos simplemente enfocar nuestras energías hoy sobre cómo podemos celebrarlos mejor o dejar que los muertos entierren a los muertos?
Esta clase de pensamiento desestima en gran medida la gravedad de lo que revela la entrevista del padre Murr. Vamos a detenernos a considerar la magnitud de esta revelación.
Annibale Bugnini fue durante un largo periodo de tiempo uno de los pocos “jugadores” permanentes en la reforma litúrgica en el Vaticano, desde 1948 hasta 1975.
Sucesivamente él ocupó las más importantes posiciones hasta que fue nombrado el secretario principal del comité preconciliar que redactó la constitución sobre la sagrada liturgia (Sacrosanctum Concilium) para el Vaticano II, en la cual aconsejó hábilmente a sus asociados refugiarse en la vaguedad y en mecanismos de procedimiento para que así los Padres Conciliares no bloquearan sus atrevidos planes. (ver Chiron, p. 82) Pablo VI , que compartía su visión litúrgica casi enteramente, lo designó como el secretario principal del organismo encargado de aplicar esta constitución. En esa calidad, fue incuestionablemente el arquitecto, o quizás mejor, el contratista general de la reforma litúrgica en todas sus dimensiones (la Misa, los Sacramentos, los ritos papales, el Oficio Divino, el calendario, etc). Él controló en su mayoría el comité de miembros que trabajaron sobre variadas tareas. Agendó y dirigió los encuentros del Consilium, distribuyó los minutos, puso a la gente “correcta” en contacto entre ellos, ofreció asesoramiento y orientación privadas, e influenció y reguló la mayoría del flujo de la información entre el Papa y el Consilium. Lo que el Papa sabía acerca de las intenciones del Consilium, lo escuchó en su mayoría de Bugnini; lo que el Consilium escuchó acerca de los deseos del Papa, lo escucharon en su mayor parte de Bugnini. Prácticamente nada de lo que sucedió en la reforma litúrgica no pasó primero por su mente y por su boca, para pasar a ser estampada con sus actitudes y agendas. Durante su exilio en Irán, escribió un libro con cerca de 1000 páginas, La Reforma de la Liturgia 1948-1975, en el cual explica, paso a paso, cómo miles de cambios fueron hechos al culto católico y expresa asentimiento con esos cambios.
Cada vez más parece cierto que este hombre era un masón, y que lo que le agradó de la reforma es análogo a lo que a los masones hoy les agrada acerca de casi todo lo que el Papa Francisco dice y hace. No es y no debiera ser nada nuevo que la Masonería y el Catolicismo son enemigos implacables, con credos y cultos diametralmente opuestos. Si esto no es razón suficiente entonces para ser escéptico sobre la reforma litúrgica tal como se desarrolló, para distanciarse de esta tanto como sea posible y retornar con todo corazón a la tradición perdurable que fue despreciada y suprimida por los revolucionarios, no estoy seguro de cómo podría marcar la diferencia. ¿Necesitaríamos descubrir que Bugnini era un abusador de menores? ¿Un satanista? Para ciertos conservadores ultramontanos, nada parece que puede desplazar las anteojeras que han elegido para fijar en sus cabezas. Pero para los católicos que, movidos por el Espíritu Santo, buscan una reverente y auténtica adoración según con nuestra centenaria herencia de fe, la Liturgia Romana Tradicional está todavía presente y siempre estará presente in medio Ecclesiae, en medio de la Iglesia, donde Nuestro Señor mantendrá su integridad hasta Su gloriosa venida.
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puesde leer este artículo sobre la influencia de la masonería en la Misa nueva en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/was-the-chief-architect-behind-the-new-mass-a-freemason-new-evidence-emerges
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