En estos confusos tiempos en que vivimos, a los nuevos escribas y doctores de la ley no les importan nada los santos auténticos ni los antiguos y verdaderos principios, mientras exacerban la crisis dentro de la Iglesia con su ingenua complicidad.
Los nuevos escribas y doctores de la ley, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Muchos piensan que es absolutamente impensable la idea de un Papa siendo derrocado por herejía. Sin embargo, este tipo de escenario fue discutido paciente y profundamente por muchos de los más grandes teólogos de la tradición católica, en especial durante y después del Gran Cisma, y más incluso, durante el periodo de la Reforma. La posibilidad de un Papa hereje y cómo resistirle ha sido discutido bastante en los siglos pasados.
Caso de estudio: el jesuita portugués Francisco Leytam (1631-1716) dedicó a Cosimo III de Medici un enorme tratado titulado “El impenetrable escudo de la dignidad del Papado” (en el original: Impenetrabilis Pontificiae Dignitatis Clypeus). Tiene todos los reconocimientos y permisos para su publicación. Hay una copia digitalizada en Google Books.
Este tratado dedica una considerable sección a cómo debe ser depuesto un Papa hereje. En la Sección IX, §§77 (enlace aquí), Leytam considera el caso en el cual el Papa electo “no respeta los sacramentos o hace otras cosas contrarias a las definiciones de fe hechas ya sea por Concilios o por otros Papas que le precedieron” [[ne observarentur Sacramenta, & ut aliquid fieret contra definitiones de fide tam in Conciliis, quam extra, ab aliis Pontificibus antecessoribus factas].
Leytam argumenta que citando a autoridades en este caso “él puede ser depuesto por la Iglesia” [potest deponi ab Ecclesia]. La razón que aduce merece una cuidadosa atención:
“porque aquellos preceptos pecaminosos contra lo que es definido por la Iglesia son signos externos que significan la disposición interna de un hereje, pues la herejía no solo se expresa en palabras, sino también en acciones. Por consiguiente, si el Papa no desea enmendar, él puede ser declarado un hereje, en cuyo caso será censurado inmediatamente por Cristo y depuesto por Él, y entonces no sería Papa, sino una persona particular facultada para ser acusada por la Iglesia. [quia ille praeceptiones iniquae contra id, quod de fide est in Ecclesia definitum, sunt signa externa significativa interni affectus haeretici: haeresis enim non solum significatur verbis sed factis: undè si Papa ab his non vult emendari, potest declarari, ut haereticus, & censebitur immediatè à Christo depni: & tunc jam ut non Papa, sed ut persona privata potest ab Ecclesia puniri, ut suo loco dictum est]. (§78)
Desea uno zamarrear a los hiper-papistas de hoy, despertarlos con un cafetalero mensaje de que la teología católica es mucho más audaz y mucho más profunda que unos prolijos silogismos de manuales de neoescolástica jesuita o que unas bien intencionadas reflexiones, más sentimentales que coherentes, de protestantes convertidos del siglo veinte.
Cuando en abril de 2019 fue publicada por primera vez la Carta Abierta acusando al Papa Francisco de herejía (y que ha sido recientemente publicada junto con sus documentos complementarios, y treinta y un comentarios añadidos en una valiosa entrega de Arouca Press, “Defendiendo la Fe de las presentes herejías” Defending the Faith from Present Heresies), yo recuerdo que un lector objetó que siete proposiciones heréticas reconocidas en la Carta eran “sobre sexo e islam.” Dejando de lado el islam, que está a punto de invadir en sus regiones históricas al cristianismo, podríamos responder entonces: ¿Qué hay si las proposiciones son fundamentalmente sobre moral sexual? Es esta la esfera principal en la cual el demonio ha seducido al mundo y a la Iglesia moderna. Sí, hay errores peores, pero nada se parece más a las arenas movedizas y a los pozos de alquitrán que los pecados contra el sexto y noveno mandamiento. La Carta Abierta se enfocó en expresiones que son obviamente heréticas (las cuales lo son), dichas repetidamente, en contextos importantes y validada con acciones. Muchos de los otros errores doctrinales de Francisco han sido emitidos en homilías o entrevistas, los cuales tienen simplemente cero peso magisterial (recuerdo que fue un Papa medieval, Juan XXII, quien usó el vehículo de las homilías papales para articular sus errores acerca de la vida después de la muerte). El “Denzinger-Bergoglio” ya existe para documentar cientos de tales desviaciones. Los autores de la Carta Abierta se limitaron al “cuerpo del delito”.
Si los cristianos en los primeros siglos (especialmente de los primeros cinco siglos) se apresuraban tal vez en poner al nivel de “herejía” cualquier opinión que inmediatamente no podían reconocer como familiar y catalogaban como “hereje” a cualquiera que no estuviera de acuerdo con ellos, hoy somos demasiado elaborados y lentos al considerar como herejía una opinión que varíe de la Escritura o de la Tradición, o al identificar como un hereje a alguien que lo es manifiestamente. Tomemos el caso de Pierre Teilhard de Chardin, s.j.: ¿Cuánta gente se estremecería si escuchara llamarlo hereje? Y, sin embargo, él lo era evidentemente, una y mil veces. Podemos llegar a convertirnos en víctimas de nuestras parcialidades, paralizados por nuestra cautela y sofocados por nuestra pseudoescolástica.
Las palabras del venerable Bartolomeo Holzhauser, escritas a principios del siglo diecisiete, predicen un futuro de sofistas, de doctores de la ley, que moldean sofisticadas argucias para evitar adherirse a la tradición católica y la reemplazarlas por sus novedades:
“Ellos ridiculizarán la simplicidad cristiana; ellos la llamarán tonta y sin sentido, y tendrán el mayor avance tecnológico, y por las mañas de la ley y sus axiomas, los preceptos de moralidad, los Cánones Sagrados y los dogmas religiosos serán opacados por preguntas sin sentido y elaborados argumentos. Como resultado, ningún principio, por santo, auténtico, antiguo y cierto que sea, quedará libre de censura, crítica, falsa interpretación, modificación y delimitación por parte del hombre.”
Las palabras de Holzhauser describen lo que ha tenido lugar bajo el pontificado del Papa Francisco: la simplicidad cristiana que no se desvía de la verdad e identifica el error, la desviación y la corrupción, es atacada por los mismos autoproclamados caballeros del papado que no les importa nada los santos auténticos, ni los antiguos y ciertos principios, mientras exacerban la crisis con su ingenua complicidad. Debemos dejarlos ir, porque probablemente no podemos persuadirlos a pensar o a actuar distinto, y asegurarnos nosotros mismos de mantener y proclamar la verdad de Cristo y Su Iglesia, que nadie, ni siquiera un ángel de Dios, a fortiori, ni el Papa de Roma, puede alterar.
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/the-new-scribes-and-scholars-of-the-law
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