Las matemáticas según la Ley de Sistemas Unificados-Marchando Religión

Las matemáticas según la Ley de Sistemas Unificados

Las matemáticas según la Ley de Sistemas Unificados ( LSU )

La matemática es la ciencia base de todo lo que hoy consideramos como conocimiento científico.

Todas las demás ciencias conllevan necesariamente un conocimiento matemático. La matemática es la ciencia dura por antonomasia, ciencia exacta para muchos que basa todo su sistema en un conjunto de símbolos conocidos para ciertos círculos académicos. Desde este punto de vista, una pequeña elite tiene acceso a la nomenclatura matemática más especializada, para el resto de la población pasa desapercibida dicha ciencia.

Las matemáticas según la Ley de Sistemas Unificados-Marchando Religión¿Cómo surge la conceptualización matemática?

Mi análisis parte mostrando al lector la base conceptual sobre la cual se sustenta toda la matemática. Mi idea es acercar al lector lo más cerca posible hacia una ciencia que parece muy lejana para el común de las personas. Partiré desde su origen, el cual comienza por medio de conceptualizaciones muy básicas, que luego derivan en conceptualizaciones más abstractas y complejas, a las cuales sólo puede acceder un pequeño grupo de gente especializada.

El concepto matemático surge a partir del concepto de unidad, entendido éste de una manera totalmente independiente a las notas constitutivas de la cosa de la cual lo abstraigo o capto en mi entendimiento. Al aprenderlo en su unidad prescindo a su vez de cualquier otro tipo de característica que pueda tener el objeto, por ejemplo; color, textura, función, olor, etcétera. Sólo el intelecto matemático se detiene en su unidad, dejando a la geometría, otra rama de las matemáticas, el estudio del objeto en cuanto a sus dimensiones, largo, ancho, alto y forma.

El único contacto que las matemáticas tienen con la realidad es en este estado inicial de su conceptualización, luego de ese primer paso, se deriva a un segundo como es la abstracción numérica propiamente tal. Aquí ya nos adentramos a la simbología de los números. En este estado toda la realidad queda atrás, pues aquí comienza un nuevo universo etéreo y paralelo al mundo real. La especulación teórica es la que conduce de una manera prácticamente ilimitada toda esa gama de símbolos adentrándonos a la imaginación del hombre.

Pensemos en el número 1, ¿qué sígnica exactamente este número?

Muchos de ustedes pensarán que pregunto algo que un niño de cinco años puede responder muy fácilmente, no obstante, lo que no puede distinguir ese niño es la diferencia existente entre el símbolo empleado, lo que simboliza el mismo, y cómo llega a simbolizarlo el entendimiento humano. El niño no entiende que el símbolo representa un tiempo de abstracción universal que surgió por medio de un mínimo contacto que el intelecto tiene con la realidad. Esa etapa reflexiva sólo obedece a un intelecto más maduro, se debe a una etapa filosófica, analítica y reflexiva, propia de adultos. Aristóteles entendió muy bien esto, incluso llegó a decir que un niño puede aprender matemáticas (simbología numérica), pero no filosofía (reflexión sobre toda realidad óntica), ya que esto requiere concentración y análisis más profundo, algo propio de adultos.

Sigamos con nuestro análisis del 1. ¿Qué sucederá si lo unimos con otra unidad?

Pues bien, esa unión con otra unidad debe expresarse por medio de una simbología independiente a juntar dos 1. Esa unión simbólica de dos unidades la llamaremos suma, cuyo símbolo es el + , y al expresarlo como factor de unión entre dos realidades numéricas abstractivas quedará simbolizado de la siguiente manera, a saber, 1+1 , unión conceptual de dos unidades independientes de cualquier tipo de realidad cualitativa de los objetos. ¿Cómo simbolizamos esa unión? Por medio de otro símbolo, el 2. Este número representa la unión de dos unidades, unidades que constituyen la base sobre la cual se sustenta todo el conocimiento matemático. Toda la escala simbólica sigue este mismo orden sucesivo hacia el infinito numérico, cifra que indica la escala ilimitada que puede llegar la imaginación humana.

Toda la matemática tiene como base de su conceptualización las diferentes combinaciones del 1, las que se a su vez se combinan con otro número que ya no nace de ese contacto inicial con la realidad, me refiero específicamente al cero 0. Y así podremos entender que de las infinidades de combinaciones existentes que se realizan entre 0 y 1 se construye todo un universo simbólico paralelo al mundo real que nos toca vivir.

El cero 0 en matemáticas simboliza a la nada, constructo teórico que no se obtiene del contacto sobre la realidad, sino más bien obedece a una invención de la mente humana para expresar una oposición mental frente a toda la realidad de ser que nos rodea.

El número 1.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 representa un sin número de combinaciones entre ceros y unos.

Por muy abultada que parezca la cifra, en sí misma no es nada, es sólo una mera representación abstracta de combinaciones que la unidad tiene con el concepto de nada. Si logran entender muy bien este planteamiento, podrán entender cuán errados están muchos científicos – los mas prestigiados del mundo-, al pretender comprender el mundo por medio de fórmulas matemáticas. Por simple que parezca el razonamiento que planteo, si no se consideran a las matemáticas como un constructo teórico, simplemente, los fracasos en temas investigativos pueden ser muy graves.

En uno de los artículos anteriores escribí acerca de lo absurdo que era considerada la teoría del big-bang, pues bien, el padre Lemaitre y sus sucesores seguidores basaron toda su “ciencia especulativa” por medio de fórmulas matemáticas que traten de comprender ese estado inicial de la materia. ¿Cómo pueden por las matemáticas llegar a algo así? Si las matemáticas por esencia prescinden de toda realidad, exceptuando el concepto de unidad.

¿Cómo puede la matemática comprender algo que desconoce por esencia?

Es realmente un absurdo lo que se plantea. Todo ha llegado a tal extremo en la ciencia que, hace un par de años atrás, se creó en Europa un acelerador de partículas que simule el Big-Bang, por medio de cálculos matemáticos híper avanzados. Recuerden que mientras más avanzada es la matemática más abstracta y menos real es. En aquella oportunidad las publicaciones tanto de la prensa escrita como televisiva publicaron sendas informaciones acerca del gran éxito de esta aventura científica.

Como es habitual, nadie observó y dijo nada ante tan apoteósica información, todo continúo tan normal como siempre, tal vez algunos pocos más curiosos e ingenuos quedaron maravillados por el avance científico, capaz de volver al principio de toda la materia. ¿Acaso el acelerador de partículas formó un universo paralelo?, ¿A qué dimensión llegó del espacio y del tiempo?, ¿Cómo se pudo detener esa explosión inicial? Si ya no depende teóricamente hablando la concatenación sucesiva de fusiones atómicas del punto de origen de la cual se origina.

Nos encontramos ante la ciencia o el mito.

Por siglos el hombre siguió al mito, como medio lingüístico explicativo del mundo que nos rodea. En un comienzo el mito explicaba de cierta manera lo que ocurría en esa sociedad en la cual se vivía. No todo en el mito era erróneo, ya que de algún modo trata de dar explicación a los distintos misterios de la vida. Actualmente el mito ha dado paso a lo que hoy conocemos por la ciencia, que más que verdades, expresa la imaginación del hombre obsesionado por aniquilar a Dios como fuente de la creación de todo. En hombre moderno, tiene en el sello luciferiano en su frente del Non Serviam, no te serviré. Esa rebeldía alimentada por la soberbia es la que conduce a muchas almas aparentemente muy sabias, en tratar de prescindir de aquella facultad del alma intelectiva que nos hace imagen del creador, me refiero específicamente, a la razón humana.

Las matemáticas verdaderamente nos sirven para ordenar el mundo civilizado, pero siempre debemos considerar que ellas mismas deben ordenarse a los principios por los cuales ese mundo se ordena.

Recordemos un poco de historia, adentrémonos en el Egipto faraónico, principio geográfico en el cual surgieron las matemáticas como ciencia teórica orientadas hacia fines prácticos. Los sacerdotes egipcios, casta intelectual que asesoraba al Faraón, estaban de cabeza pensando cómo evitaban que se perdiera esa gran cantidad de agua en el Nilo en época de sus crecidas, recuerden que Egipto es un vergel en medio de un desierto. El modo más correcto para evitar esa pérdida de agua es por medio de canales. Ellos pensaron que se debían construir canales que permitiesen llevar el agua más allá de la orilla del río a fin de favorecer la agricultura, sustento de todos los alimentos de Egipto, y para ello inventaron la nomenclatura numérica a fin de ordenar por medio de medidas y cubicaciones de roca, todo el revestimiento de esos canales a fin de evitar la filtración del agua que se conducía.

Como ven, las matemáticas permitieron a los egipcios poder llevar el agua ordenada hacia las tierras con potencialidades de ser cultivadas.

Las matemáticas lograron ordenar lo mejor posible a la roca o ladrillos que sirvieron de revestimiento para los canales. También, las matemáticas permitieron medir la inclinación del suelo a fin de darle pendiente al agua para que no acumule en un solo punto y se rebalse. Ese fin práctico de esta ciencia abstracta, no debe confundirse de modo inverso, tal cual lo quiere forzar hoy en día la ciencia, al tratar de reordenar la realidad por medio de las matemáticas con el fin de crear otra realidad distinta a la cual se tiene como sustento material de todo.

Ejemplos existen muchos, en agronomía podemos ver a ingenieros agrónomos dosificar por medio de fórmulas químicas determinadas cantidades de unidades de distintos elementos necesarios para el desarrollo de los vegetales, tales como, nitrógeno, potasio, fósforo, etcétera, cada uno de esos elementos se los pretende ingresar al sistema radicular de la planta por medio de una química ajena al metabolismo natural de la planta. El resultado no tarda en llegar, los suelos se empobrecen a causa de los solutos que acompañan al elemento químico, causando esterilidad y decaimiento de la planta.

Las matemáticas que no sean conducidas según el orden natural de los entes que nos rodean, causan daño y no beneficios.

En medicina experimentamos exactamente lo mismo que ocurre en agricultura, el uso de las matemáticas en fórmulas de laboratorios que dosifican los remedios, independientemente, si esos remedios dosificados producen reacciones adversas a las que se buscan. Incluso si se producen ciertos efectos benéficos en algunos casos, esa química siempre acarrea efectos secundarios no deseados a causa de introducir en el organismo una química ajena a la natural que el mismo cuerpo produce.

La metafísica debe ser la ciencia que ordena a las matemáticas, orientándolas según la realidad y no a la realidad según las matemáticas. La Ley de Sistemas Unificados es extraída de las bases metafísicas que sustentaron muy bien tanto Aristóteles como Santo Tomás de Aquino. Los primeros principios del conocimiento, las abstracciones máximas a las cuáles el hombre puede llegar, por medio de su máximo esfuerzo que nace de la realidad que nos rodea.

Prescindir de la realidad, es prescindir de la obra creada por Dios, es nublar la inteligencia y la vista frente de aquello que está allí frente a cada uno de nosotros esperando que investiguemos sus secretos, tanto y como, nuestras capacidades así lo permitan.

Para ello debemos pararnos sobre los hombros de gigantes, ya que eso nos permitirá mirar mejor sobre el horizonte.

Somos nosotros los encargados por mandato divino administrar los bienes que Dios nos regaló en la tierra. Somos los puentes entre dos mundos, entre el mundo del espíritu y el mundo de la materia. Nuestros esfuerzos por lo tanto deben orientarse a tender esos puentes, a organizarlos en torno al bien común, y no a destruir a causa de nuestra soberbia, las bases que permiten unir un puente con otro. Perfeccionar ese orden en beneficio nuestro es el fin que debemos buscar, y no construir una nueva Babel que quiera alcanzar el cielo sin Dios.

No puede haber ciencia sin una metafísica que la sustente, sin una verdad que sirva de base del conocimiento del investigador. Mi propuesta es por medio de la Ley de Sistemas Unificados volver a construir un mundo que se sustente sobre una base teísta, sólo así lograremos el verdadero desarrollo para los países, sólo así encontraremos la felicidad verdadera, buscando siempre en la causa de todas las causas, en Dios, fuente del amor, sostén de toda la creación.

Christian Velásquez

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Author: Christian Velasquez
Christian Velásquez (Viña del Mar, 1971) Licenciado y profesor de filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Católico tradicional, casado y padre de seis hijos, me he dedicado a aplicar la filosofía cristiana a mi empresa agrícola para a hacer producir la tierra con los dones que Dios pone a nuestro alcance. En mis tiempos libres escribo sobre todo aquello que llama mi atención..