Con el permiso de Monseñor Schneider continuamos trayendo a #marchandoreligion los extractos del libro Christus Vincit. Hoy nos centramos en el por qué de la pérdida de lo sobrenatural
La pérdida de lo sobrenatural. Del libro de Monseñor Schneider Christus Vincit
(Del libro Christus Vincit, cap. III, de M. A. Schneider, entrevistado por Diane Montagna).
Con el permiso de Mons. Scheneider
Entre las muchas cuestiones que Monseñor Athanasius Schneider aborda en su libro Christus Vincit, encontramos lo que él considera la raíz más profunda del problema y de la crisis de la iglesia: el debilitamiento y, en algunos casos, la pérdida del sentido sobrenatural.
La gracia y la oración.
Según Monseñor, Cristo nos trajo el único camino para ser como Dios, a saber: con Dios, según la manera de ser de Dios y sólo según la manera de Dios; esto es la invitación a la salvación, a la gracia, a lo sobrenatural. Podemos llegar a ser como Dios, no en cuanto Dios sino siendo “divinizados”, como subrayaban los padres de la Iglesia, como san Atanasio. El demonio engañó a nuestros primeros padres induciéndoles a imaginar que podrían ser como Dios sin Dios.
La gracia embellece la naturaleza, la transforma desde dentro, la eleva y la lleva a la perfección. A través de la gracia somos partícipes de la vida divina que Él infunde en nuestras almas, para elevarnos al mundo sobrenatural. No podemos llegar a nuestra patria celestial sin esta ayuda. Somos demasiado débiles y nos hace falta siempre el impulso de la gracia, necesitamos este auxilio divino para nuestra alma y nuestra mente, de modo que nuestra mente sea purificada y elevada, para que nuestra voluntad y afectos sean fortalecidos y conformados al bien y especialmente, para que aumente nuestro amor.
El medio principal para obtener la gracia es la oración. Dios, de una manera misteriosa y elevada, respeta nuestra libertad y dignidad de personas libres. Por tanto, Él no nos impone su gracia, su auxilio divino. Espera hasta que nosotros se la pidamos. Dios derrama la gracia en nuestra alma según nuestra capacidad y de acuerdo con nuestras oraciones, sin violar nuestra libertad. Por lo tanto, no debemos limitarnos a la oración de petición, sino que también hemos de hacer oración de adoración. La primera obligación de todo lo creado es adorar a Dios, reconocer su divinidad, su majestad, su grandeza. El hombre ha de reconocer esto y someterse a Dios.
El modernismo.
El modernismo es, en última instancia, una negación o un debilitamiento de lo sobrenatural, ya que declara que la pura razón y la pura historia son los criterios últimos de la verdad.
El movimiento modernista, que ha estado presente en la Iglesia desde el siglo XIX, utilizó el concilio Vaticano II como catalizador para su expansión. De esta manera, después del Concilio, la Iglesia se sumió en una crisis profunda marcada por el naturalismo. Según Monseñor, parece que, hasta cierto punto, se ha producido una victoria de lo natural y una derrota de lo sobrenatural en muchos aspectos de la vida de la Iglesia. Sin embargo, no es más que una victoria aparente, puesto que la Iglesia no puede ser vencida por las potestades del infierno. Pero temporalmente estamos presenciando un eclipse, una ofuscación de lo sobrenatural, de la primacía de Dios, de la eternidad, de la primacía de la gracia, de la oración, de lo sagrado, y de la adoración. Todos estos signos de lo sobrenatural han quedado extremadamente disminuidos en la vida pastoral y en la liturgia de la Iglesia de nuestros días.
Desde los tiempos de los Apóstoles, la Iglesia siempre ha subrayado la primacía de la gracia, de lo sobrenatural. Ha de decirse: Dios y la eternidad son más importantes que la criatura y las realidades temporales, lo mismo que el alma es en sí más importante que el cuerpo, porque el alma es inmortal. Y la oración es más importante que la actividad. Esta verdad la enseñó nuestro Señor Jesucristo cuando le dice a Marta, tan activa, refiriéndose a María, su hermana contemplativa: “ha elegido la parte mejor, y no le será quitada” (Lc 10,42).
El secularismo supone la anulación de lo sobrenatural, una negación de la posibilidad de que Dios, que es sobrenatural, pueda intervenir en este mundo y en las almas a través del poder eficaz de los sacramentos. EL secularismo, la filosofía del naturalismo, y toda la influencia del movimiento masónico en la Iglesia se han expresado dentro de la Iglesia Católica en el movimiento modernista. Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia se ha rendido en gran medida a la influencia del secularismo y del naturalismo.
Abandono de lo sobrenatural, junto con una actividad humana frenética.
Como se ha dicho antes, todos estos signos de lo sobrenatural han quedado extremadamente disminuidos en la vida pastoral y en la liturgia de la Iglesia de nuestros días. Este es nuestro problema. Como dijo Jesucristo: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). Toda la crisis que ha habido en la Iglesia, como se puede apreciar después del Concilio, se ha manifestado en la inflación increíble de una actividad humana frenética para llenar el hueco o el vacío de la oración, de la adoración, para llenar el vacío creado por el abandono de lo sobrenatural.
Invitación a redescubrir lo sobrenatural y darle primacía en la vida de la Iglesia.
Uno de los medios para salir de esta crisis y curarnos de ella es redescubrir lo sobrenatural y darle primacía en la vida de la Iglesia. Esto significa tener momentos de oración y de adoración eucarística, dedicando un tiempo para la belleza de la Santa Misa y la Liturgia, para la práctica de la penitencia corporal, para la proclamación de la verdad sobrenatural de los novísimos y la verdad del Evangelio. Hemos de poner de nuevo a Cristo y su Revelación sobrenatural en el centro, poque solo esto puede sanar a toda la humanidad.
(Del libro Christus Vincit de M. A. Schneider, entrevistado por Diane Montagna).
*Con el permiso de Monseñor Scheider
Pueden visitar la página de Monseñor Schneider: Gloria Dei
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