¡Guerra mundial! ¿Qué debemos saber los católicos?

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¿Qué debemos saber los católicos en caso de una guerra mundial? Nuestro compañero Manuel trae la respuesta con este artículo

¡Guerra mundial! ¿Qué debemos saber los católicos?, un artículo de Manuel Cuevas

Todos hemos estado al tanto de la situación tan grave que se ha dado en Medio Oriente y la posibilidad de una conflagración de carácter mundial que puede involucrar a las grandes potencias.

Con la tecnología y las armas de destrucción masiva con que se cuenta no es difícil imaginar que sería una guerra sin parangón en la historia de la humanidad.

Una guerra mundial tiene tintes apocalípticos por la posibilidad de una destrucción masiva de personas, países y de todo el planeta.

Esto ha sido aprovechado por muchos catastrófistas con ideas milenaristas que dicen, «el fin está cerca», «el Apocalipsis ya está en nuestros días», «el juicio final ha comenzado», «El Señor ya viene».

La verdad es que nadie sabe el día que vendrá el Señor Dios ha juzgar a vivos y muertos, sabemos que llegará ese día, pero repito no hay nadie que pueda determinar con exactitud cuándo sucederá, ya lo dijo N. S. Jesucristo «Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre» (Mt 24,36).

El Evangelio según San Mateo en todo el capítulo 24 nos advierte de los signos que nos alertan del fin de los tiempos, guerras, catástrofes, terremotos, anticristos, falsos profetas, la abominación y la gran tribulación de esos tiempos está anunciada y no debemos dudar que sucederá, pero repitiendo lo que dice el versículo 36 nadie sabe cuándo y por ello siempre debemos estar preparados.

Durante toda la historia humana han existido enfermedades, hambre, guerra, muerte, los jinetes del Apocalipsis han estado presentes desde el principio de los tiempos así que no debemos estar agobiados y con angustia pues los cristianos confiamos en las promesas de Dios que siempre estará con nosotros y que algún día nos llamará para estar en casa del Padre (Mt 16,18-19 ; Mt 25,34, Mt 28,20).

Y ante el caso de un posible conflicto armado los católicos debemos pedir, orar y abogar por la paz, no debemos temer a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temamos a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.(Mt 10,28)

En toda guerra siempre hay víctimas y persecución, y afrontar con fe y firmeza es un signo de que somos hijos de Dios, nuevamente confiemos en la palabra del Señor que nos dice «No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida (Ap 2,10).

Entendemos que puede darse casos de legítima defensa en una «guerra » y debemos conocer lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la legítima defensa:

CEC #2265 La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien común exige colocar al agresor en la situación de no poder causar perjuicio . Por este motivo, los que tienen autoridad legítima tienen también el derecho de rechazar, incluso con el uso de las armas, a los agresores de la sociedad civil confiada a su responsabilidad.

CEC #2266 A la exigencia de la tutela del bien común corresponde el esfuerzo del Estado para contener la difusión de comportamientos lesivos de los derechos humanos y las normas fundamentales de la convivencia civil. La legítima autoridad pública tiene el derecho y el deber de aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito. La pena tiene, ante todo, la finalidad de reparar el desorden introducido por la culpa. Cuando la pena es aceptada voluntariamente por el culpable, adquiere un valor de expiación. La pena finalmente, además de la defensa del orden público y la tutela de la seguridad de las personas, tiene una finalidad medicinal: en la medida de lo posible, debe contribuir a la enmienda del culpable.

Ya en caso de una situación de guerra el Catecismo nos dice

#CEC 2305 La paz terrenal es imagen y fruto de la paz de Cristo, el “Príncipe de la paz” mesiánica (Is 9, 5). Por la sangre de su cruz, “dio muerte al odio en su carne” (Ef 2, 16; cf Col 1, 20-22), reconcilió con Dios a los hombres e hizo de su Iglesia el sacramento de la unidad del género humano y de su unión con Dios. “El es nuestra paz” (Ef 2, 14). Declara “bienaventurados a los que construyen la paz” (Mt 5, 9).

Por ello hay que evitar la guerra

CEC # 2307 El quinto mandamiento condena la destrucción voluntaria de la vida humana. A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, la Iglesia insta constantemente a todos a orar y actuar para que la Bondad divina nos libre de la antigua servidumbre de la guerra (cf GS 81).

CEC # 2308 Todo ciudadano y todo gobernante están obligados a empeñarse en evitar las guerras.

Sin embargo, “mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de la fuerza correspondiente, una vez agotados todos los medios de acuerdo pacífico, no se podrá negar a los gobiernos el derecho a la legítima defensa” (GS 79).

CEC # 2309 Se han de considerar con rigor las condiciones estrictas de una legítima defensa mediante la fuerza militar. La gravedad de semejante decisión somete a esta a condiciones rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:

— Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.

— Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.

— Que se reúnan las condiciones serias de éxito.

— Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.

Estos son los elementos tradicionales enumerados en la doctrina llamada de la “guerra justa”.

La apreciación de estas condiciones de legitimidad moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común.

CEC # 2327 A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora así: “del hambre, de la peste y de la guerra, líbranos Señor”.

CEC # 2328 La Iglesia y la razón humana afirman la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. Las prácticas deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales son crímenes.

Por ello nosotros como Iglesia debemos hacer todo lo posible para evitar las guerras, con oración y diálogo, pero debemos estar preparados para ser coherentes con nuestra fe y dar testimonio de cristianos que estamos al servicio del Señor, que si bien es príncipe de la paz también es Dios de los ejércitos, por ello nunca olvidar lo que dice el libro de Job “Militia est vita hominis super terram, et sicut dies mercenarii dies ejus”. «La vida del hombre es una milicia y sus días como los de un mercenario» (Job 7,1)

Si por desgracia se diera una guerra mundial no debemos desesperar sino ser luz del mundo y sal de la tierra.

Una reflexión sobre los tiempos que vivimos es que de facto ya hay una guerra mundial de la que no nos percatamos, pero está ahí frente a nosotros, no es entre países o potencias geopoliticas , sino entre los adversarios que tenemos desde el principio de los tiempos.

La guerra es del Maligno contra Dios y su Iglesia, de los esbirros del demonio que toman forma en enemigos antiguos y nuevos.

La guerra es entre los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas.

Los grupos masones, satánicos, comunistas, ateos, pro aborto, pro ideología de género, modernistas, relativistas, neopaganos, apóstatas, herejes, cismáticos, enemigos internos disfrazados de pastores pero que son lobos con piel de oveja, Sínodos que se alejan de la doctrina católica y la revelación divina, en fin son todos los que finalmente tienen una lucha a muerte contra la Iglesia, contra la familia, contra la vida y los valores cristianos, contra el no nacido, el discapacitado o el anciano, contra todo lo que nos imprime carácter como hijos de Dios y no duden que esto arreciará.

La guerra no es realmente por poder económico o político, la verdadera guerra es por la salvación o condenación de las almas, depende de nosotros ver que lado escogemos si ser fieles a Dios y a su Iglesia con la revelación dada.

No podemos aceptar sino lo que dice nuestro Dios y Señor, así que quien quiera inventar cosas contrarias a la fe católica, quienes buscan imponer pachamamas, matrimonio entre personas del mismo sexo, comunión a quienes están en adulterio, enseñan herejías, se preocupan por ecología pero no por la salvación de las almas, por aquellos que reniegan del celibato por no poder ser fieles al Señor, quienes abusan de niños e inocentes corrompiendolos , quienes se dicen católicos pero aceptan que todas las religiones son iguales no son sino enemigos de Dios que buscan socavar la Iglesia y perder almas, desgraciadamente muchos se dejan engañar.

El peor enemigo podemos ser nosotros mismos, si vivimos en pecado, si no ponemos a trabajar nuestros talentos, si no hacemos nada por alzar la voz y anunciar fuerte y claro que solamente Jesucristo es el Señor Dios y que sólo en él tenemos salvación.

Debemos vivir en gracia, acercarnos a los sacramentos, pedir perdón por nuestros pecados , combatir el error y la herejía y confiar en las promesas de Dios que nunca falla y pedir porque venga pronto.

Termino con una oración que me enseñó mi hermano Jesús Batistasky de los sermones sobre la imitación de los Mártires de San Juan Crisóstomo.

«Oh cristiano, eres soldado cobarde si piensas que vas a vencer sin luchar y a triunfar sin esfuerzo. Despliega tu fuerza, lucha con valor, pelea sin desmayo en esta refriega. Recuerda tu pacto, atiende a las condiciones, mira lo que es la milicia: el pacto, lo hiciste; las condiciones, las aceptaste; en la milicia, te alistaste».

Que la Santísima Virgen María interceda por nosotros.

Manuel Cuevas

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Author: Manuel Cuevas-Miles Christi
Católico,mexicano, felizmente casado y con tres hijos, Médico Ortopedista de profesión, vive y trabaja cerca de la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México. Colabora con algunos foros de formación y de apologética católica en redes sociales. Preocupado por su salvación y la de sus hermanos, fiel a Dios y al Magisterio infalible de la Iglesia Católica.