¿Por qué los escándalos en la Iglesia Católica no deben llevarnos a abandonar el barco-MarchandoReligion.es

¿Por qué los escándalos en la Iglesia Católica no deben llevarnos a abandonar el barco?

Los escándalos en la Iglesia Católica parecen estar alejando a las personas del camino al cielo por su caótica apariencia externa, entonces, ¿no han prevalecida las puertas del infierno?

¿Por qué los escándalos en la Iglesia Católica no deben llevarnos a abandonar el barco?, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

Se ha objetado que el cristianismo hace imposible la refutación de sí misma, al afirmar que tanto que las puertas del infierno no prevalecerán como que vendrán falsos profetas. Luego, si las cosas están yendo bien o mal, en ambos casos la Iglesia gana. ¿Es este un problema de lógica? ¿Debiera ser el cristianismo “falsable” como lo son otras hipótesis?

El cristianismo desde su inicio ha ofrecido una mirada multifacética de cómo a la Iglesia le irá bien a lo largo de los siglos. Ni la x ni la no-x sola son la evidencia de la verdad del cristianismo, sino la presencia de ambas en el transcurso del tiempo, y, de hecho, desde el comienzo de la Iglesia hasta el fin de los tiempos. Si ambas no estuvieran presentes, entonces el Evangelio de Mateo, que muestra más claramente la doble afirmación, mostraría estar equivocado.

Sin embargo, creo que existe un punto importante sobre el que tenemos que reflexionar, y es en la necesidad de barajar expectativas basadas en las contingencias históricas y no en la naturaleza de las cosas. Dejad explicarme. 

Hubo un periodo en la Iglesia que comenzó un poco tiempo después de la renovación post Tridentina (Contrarreforma) y que culminó en la víspera del Vaticano II, que es cuando verdaderamente podemos decir que la Iglesia floreció en términos de disciplina, doctrina e incluso en términos monetarios, y la (relativa) falta de turbulencia en la Iglesia, al menos en lo que concierne a la mayoría de los feligreses. Fue, de hecho, una motivación para que muchos se unieran a ella.  “¡Mirad esta inmensamente poderosa, estable, prestigiosa y coherente organización! ¡Debe ser verdad!” Este fue el periodo que la gente caracteriza como “triunfalista”, y en cierta manera tienen razón: los éxitos mundanos de la Iglesia hicieron que a sus líderes se le fueran los humos a la cabeza y les hicieron sentir que, como Jesús, habían hecho todas las cosas bien.

Sin embargo, considera peligro.

En la medida que los miembros de la Iglesia se apoyaron demasiado en sus éxitos como evidencia de su divina identidad y misión, en esa medida sus fallas humanas, las que siempre han sido posibles y de las que en épocas pasadas estuvieron bastante llenas, ahora se sentirán más como evidencia contra sus afirmaciones.

Aún se puede dar cuenta de cómo nada de esto equivale a las contradicciones en la enseñanza y cómo todavía se ajusta a los parámetros de daño que el Espíritu Santo permitirá que ocurra en la Iglesia en la tierra. No creo que la explicación de algún católico sobreviviera necesariamente a cualquier tipo de hechos nuevos, es decir, sería falsificable y, por lo tanto, invulnerable a la acusación de que uno se ha alejado de la verificabilidad. Por ejemplo, si alguien en el primer milenio hubiera afirmado que el Papa siempre estaría presente en la ciudad de Roma, su afirmación hubiera sido una afirmación falsa a causa del periodo de Aviñón, cuando los Papas vivieron en Francia. Y si alguien en el siglo veinte hubiera afirmado que un Papa nunca podría enseñar de ninguna manera el error, esa afirmación hubiera sido falsa, al menos en el pontificado del Papa Francisco, como es evidente para cualquiera que lea la recientemente publicada colección Defendiendo la Fe contra las actuales herejías. (Defending the Faith Against Present Heresies)

Desde luego, hacer un relato de este tipo en defensa de la indefectibilidad de la Iglesia, especialmente hoy en día, requiere para realizarlo tiempo y paciencia. No es algo que pueda ser hecho en un intercambio a través de las redes sociales. Esto deja un escandaloso problema: ¿Qué hay de la gente afuera que no tiene una suficiente razón o motivación para escuchar pacientemente una larga y cuidadosa explicación de cómo reconciliar cosas que, seguro, parecen contradictorias? Si la Iglesia aleja a las personas del camino al cielo por su caótica apariencia externa, ¿no han prevalecido las puertas del infierno?

Pero esta objeción no difiere en realidad del problema genérico del escándalo.

Cada escándalo que resulta del abuso de la libertad humana es, por definición, la introducción de un obstáculo a la verdad. El escándalo es, bueno, escandaloso. Hace posible que ciertas personas no logren alcanzar algo bueno o verdadero debido a que algún mal o error los hacen tropezar en el camino. Pero la existencia de escándalos no es, por su naturaleza, incompatible con la guía del Espíritu de la Iglesia en su conjunto a lo largo del tiempo, ni con la introducción y mantenimiento de una relación llena de gracia con Cristo aquí y ahora.

Un amigo mío recientemente habló con un hombre joven que ingresó a la Iglesia hace un año y medio, y la historia de su viaje fue asombrosa. Contó de amigos que en Twitter (y de todas partes) lo llevaron a pensar sobre el catolicismo. Contó acerca de un sacerdote que le urgió a no entrar en la Iglesia, sino que “viviera su vocación fuera”, en su comunidad protestante (¡!). Contó sobre un sacerdote de la FSSPX que le dio sólidas respuestas y no lo presionó para unirse a la FSSPX. El camino que siguió no fue para nada un camino obvio. Sin embargo, él y otros continúan entrando en la Iglesia, a pesar de lo imposible se siente para todos los que estamos tan cerca de los escándalos.

La posibilidad, probabilidad y actualidad del escándalo me confrontan a una pregunta existencial:

¿Qué es la Iglesia? ¿Qué es el catolicismo? ¿Quién es Cristo para mí? ¿Puedo percibir y sostener qué es la verdad, el bien y la belleza en medio de cortinas de humo, falsificaciones y horribles distorsiones? ¿No es el hecho de que pueda reconocer y lamentar lo que no es la verdad, el bien o la belleza una especie de prueba de que la voz del Señor no está silenciada por el ruido y la disonancia?

Es causa de real esperanza que más católicos que nunca – gracias irónicamente a internet – se están cuestionando el “gran reseteo” del catolicismo durante y después del Concilio Vaticano Segundo, y que están redescubriendo la doctrina, la liturgia y la vida católica tradicional. Sí, podemos tratar de vivir nuestras vidas como lo hicieron los santos, como trataron de dar lo mejor de sí las primeras generaciones de católicos. ¿Qué lo podrá impedir? ¿Algunos abusadores y corruptos en Roma? O, ¿es nuestro propio temor a parecer tontos o a sentirnos embrollados cuando nos abstenemos de comer carne los viernes, o de rezar a diario el Rosario, o de ir lejos para asistir a la Misa Tradicional en latín, o a vestirnos con modestia en el verano? o, ¿a evitar las películas y los libros ofensivos? No hay necesidad alguna de avergonzarse por ninguna de estas cosas, por el contrario, los más modernistas socavan la religión católica tal como siempre había sido enseñada. Cuanto más crucial y poderoso es nuestro testimonio. Diría incluso que es más santificador para nosotros, ya que debemos llevar muchas cruces con las que nuestros antecesores nunca siquiera soñaron, pero de las que Dios siempre supo que vendrían.

Cuando Cristo fundó Su Iglesia con milagros y clara enseñanza, construida sobre la roca de Pedro, la conclusión más obvia en ese momento habría sido: “¡Fantástico! ¡Por fin una religión que no se puede corromper!” Eso es lo que todos hubiéramos esperado. Y esta es la razón de porqué Cristo, para nuestra sorpresa, nos dice: “¡Ah sí!, pero hay cabras mezcladas con las ovejas, y lobos entrando al rebaño también; habrá falsos profetas que casi engañaran a los elegidos. Podrás reconocerlos por sus frutos. Sabes que te lo había dicho con anticipación.” Esto para mí no es “conveniente” (como podría decir el escéptico), sino más bien profético, fortalecedor y confortante. Yo sé que el cielo no se viene abajo en la Iglesia Católica, el Cuerpo Místico de Cristo; en cambio, por desgracia, ella está siendo manejada en la tierra en un grado significativo por pervertidos y herejes. Ellos no pueden alterar ni una iota del depósito de la fe, o el testimonio de los tiempos, de los santos, de los grandes concilios, la cristalina enseñanza de innumerables catecismos. Incluso si impiden el acceso a los sacramentos, no pueden impedir nuestra fe o la gracia de Dios. Estas no les pertenecen.

Los marineros borrachos del barco están haciendo su mejor esfuerzo para encallar o hundirse, pero el barco sigue navegando. Navega por una fuerza inherente en él, no por los músculos de los remeros. Ellos pueden abolir el Credo, pero seguirá siendo verdad; ellos pueden modificar el pasado reconocimiento de los ritos sacramentales, pero no pueden abolir los sacramentos en su forma tradicional, la cual siempre sobrevivirá en algún lugar; ellos pueden poner obstáculos a la gracia, pero no pueden impedir que Dios dé Su gracia a las almas donde se quiera y se pida; pueden modificar el Padrenuestro en italiano o en cualquier otro lenguaje, pero lo que del Nuevo Testamento en griego dice permanece, en realidad, sin alterar. Es posible ser católico a pesar de todo. Siempre vale la pena ser católico, porque la fe católica es verdadera, buena y bella. Eso es todo lo que necesita ser para que la amemos y nos aferremos a ella.

Peter Kwasniewski

*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/