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El hombre moderno y sus dioses. 2ª Parte

Continuamos hablando del hombre moderno, de las consecuencias de sus decisiones y del lugar que ocupa la religión en todo esto.

El hombre moderno y sus dioses. 2ª Parte, un artículo de Leonardo Olivieri

Como vimos en la primera parte, el hombre moderno, de propia decisión se constituyó en un ser desarraigado de la Verdad trascendente de Dios. Abandonado a si mismo, renuncia a toda idea de verdad absoluta que esté más allá de la esencia de su propia conciencia. Siguiendo a Kant, se vuelve libre en la medida que independice su conciencia de los condicionamientos de un otro entorno. Lo fundamental es centrarse en esa libertad de conciencia y pensamiento que crea y construye realidades. Todo lo divino es consecuencia de la acción creadora del propio hombre, ya sea de una necesidad interna o de construcciones simbólico- culturales.

Un paso más en este proceso de humanizar lo sagrado lo presentó el materialismo dialéctico. Con el advenimiento del marxismo, ya el hombre no es visto desde la perspectiva individualista del liberalismo burgués, sino que se hizo fundamental hincapié en la sociabilidad del mismo y su pertenencia a un colectivo n social denominado clase social.

Se puede decir que el marxismo toma en consideración esa insuficiencia del hombre de explicarse a sí mismo. El individuo como fundamento no alcanza para comprender la realidad del mundo post revolución francesa e industrial. La idea del progreso ilimitado choca con una realidad completamente compleja y diferente al de una nueva sociedad libre y fraterna. El.progreso y si concepción filosófica no logran percibirse completamente en las sociedades liberales post revolucionarias.

Así es que se empieza a poner en tela de juicio ese modelo de hombre individualista como centro del mundo. Es por ello que la materia como concepto, empieza a tomar protagonismo sobre el espíritu y también de toda concepción metafísica de la humanidad. Así es que, el materialismo histórico y todo su mecanicismo explicativo, persigue comprender al ser humano desde las condiciones materiales que posibiliten la existencia individual y social. Siendo estas últimas la causa de todo lo que existe, incluidos el ser humano y la sociedad.

Para Karl Marx, el hombre individual y totalmente libre de decidir y creador del mundo a su imagen es prácticamente una quimera. El mismo se encuentra fuertemente determinado por las condiciones materiales de producción, esto implica básicamente que el ser humano está subordinado a la materia. Importante es destacar que desde esta perspectiva filosófica y social, la dimensión espiritual y religiosa forman parte de una ficción, de algo irreal producto de la superstición, de una cosmovisión mística propia de sociedades con escaso desarrollo de los medios de producción

O sea, lo religioso, lo divino y lo sacro existe porque el ser humano, en el pasado, no lograba comprender el verdadero carácter material de sí mismo y de la sociedad del cual forma parte.

Las sociedades cambian, las sociedades evolucionan. Sobre este punto encontramos a las teorías evolucionistas que niegan por completo la existencia de principios y verdades inmutables trascendentes. Lo empírico y su carácter inestable, adquiere una significación absoluta. Todo cambia y todo debe cambiar, esa es la dinámica de la vida misma.

Resulta evidente que para esta perspectiva, el catolicismo es una forma anacrónica ( irracional superticiosa) de comprender al hombre y a la sociedad. Lejos de considerar las verdades reveladas por un Dios eterno, inmutable, principio y fin de toda existencia, esta cosmovisión materialista-evolucionista se centra en denigrar a todo lo divino, expulsando a Dios del comportamiento individual y social.

Se puede afirmar entonces que, la religión es concebida como un conjunto de creencias históricamente establecidas que representan estructuras simbólicas, valorativas e interpretativas propias de un momento histórico determinado. No existe lo eterno, la Verdad inmutable. Sólo hay verdades temporales.

Para el marxismo la religión forma parte de una superestructura ideológica que sirve como fundamento argumentativo de justificación de un orden social determinado. A diferencia del liberalismo, ese orden social no surge de forma espontánea, ni es consecuencia de acuerdos entre individuos libres. Sino, todo lo contrario, es el reflejo de la dominación de una clase social sobre las otras. Por ende, lo religioso es ideológico, mero argumento simbólico que justifica la dominación de clases, «adormeciendo» a los oprimidos (opio de los pueblos).

Por lo tanto el marxismo como el evolucionismo niegan la existencia de una Verdad trascendente, inmutable y eterna. La vida misma es cambio y dinámica. Es en este movimiento continuo del cambio que, en periodos determinados, surgen cosmovisiones religiosas y místicas a fin de interpretar y explicar el orden de las cosas.

Es de destacar que más allá de las diferencias entre el materialismo histórico y el liberalismo, en ambos movimientos filosóficos encontramos la supremacía de una cosmovisión inmanentista exacerbada. Todo se reduce a la materia, sea ésta el hombre o los medios de producción.

Así es que El hombre moderno es separado de toda verdad divina. Dios es un ser extraño, en un sentido, pasa a conformarse ya no como creador y Padre eterno, sino como un símbolo de la cultura vigente. Dios deja de ser rey y causa única de todo lo que existe, para transformarse en un producto cultural creado por el hombre para hacer frente a lo incomprensible de la vida.

Tomando lo expuesto podemos resumir los siguientes puntos:

  • El hombre moderno se independiza de Dios buscando afianzar la idea de autonomía (libertad) con relación a toda dependencia externa.
  • Lo religioso es un producto del hombre mismo. Es un fenómeno social y de conciencia interior.
  • Las condiciones materiales que posibilitan la supervivencia del mismo ser humano no son sólo su sustento sino las causas de la existencia misma de la sociedad.
  • Las doctrinas religiosas son formas ideológicas funcionales a una estructura social compuesta por clases sociales antagónicas y divergentes.
  • Los valores y principios morales, en trasfondo, son construcciones simbólicas históricas. Tienden a cambiar con el tiempo y son utiles para ordenar a la sociedad.
  • Dios se vuelve un ser abstracto, una figura vacía que se completa con la idea de dios que tiene cada sociedad. Es lo mismo Jesucristo que las otras «deidades» de la historia humana.

Así es que el hombre moderno rompe con la tradición católica y se instituye como una deidad solapada muchas veces, pero al fin al cabo, busca ocupar el lugar de Dios. Ya no persigue el reino de Dios y su justicia, porque ya Dios no es más rey de todo lo creado.

Se construyen nuevos dioses a media del ser humano (único centro de todo y ser absoluto) y de toda concepción terrenal y mundana de lo divino. Estos dioses sólo persiguen enaltecer al ser humano y destronar a Dios. Desfiguran la Verdad y su fundamento trascendente demoliendo el orden natural de las cosas e instaurando una teología confusa donde el verdadero Dios queda relegado y sometido a la dinámica del mundo.

Estas idolatrías modernas son de variadas formas. Podemos citar a la idea jacobina de progreso ilimitado, al culto exacerbado de la razón y de la libertad. Pero también hay formas idolatricas más presentes y menos filosóficas como ser el hedonismo, el culto al dinero, el bienestar material y mundano, la política y al culto al Estado, entre otras.

Si nos ponemos a reflexionar un poco todo esto es, según nuestra opinión, es lo que está viviendo la Iglesia hoy en día. Recuperar las raíces de la tradición y el sentido verdadero del cristianismo resultará fundamental para contrarrestar y corregir los males que nos acechan. Pareciera imposible que una jerarquía que aceptó al modernismo teológico y al poder del mundo, puedan hacer frente a esta realidad angustiante. Nos hicieron creer que el.hombre moderno es la realidad absoluta, que no hay otra perspectiva.

Es por ello y, como mencionamos en el primera parte de esta serie, en el próximo artículo nos centraremos en la perspectiva doctrinal católica sobre el hombre, su presente y su destino. Ahí aparecerán las diferencias y las alternativas.

Leonardo Olivieri

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Author: Leonardo Olivieri
Tradicionalista Catolico, Licenciado en Ciencia Potitica por la Universidad de Buenos Aires, posgrados en ecomonia e integracion regional. Además músico.