El canto gregoriano, parte esencial de la liturgia católica por cientos de años, tiene la gracia de disponer mejor que ningún otro canto litúrgico el alma a la oración. Tal como el autor lo señala, estamos seguros que el canto gregoriano nunca morirá sino que poco a poco se le va re-descubriendo.
El canto gregoriano nunca morirá, sino que se levantará de nuevo cuando la Iglesia recobre la sacralidad de su culto, por Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Pocos documentos han tenido un impacto tan prolongado en la labor de la música sagrada, como el que hizo Pío X en el motu proprio Tra le Sollecitudini, promulgado el 22 de noviembre de 1903, fiesta de Santa Cecilia, patrona de los músicos.
El propósito del Papa al escribir este motu proprio fue el de poner en movimiento una reforma general a la música sagrada en la vida de la Iglesia. Su noción de reforma nunca fue deshacerse del pasado y marcar el comienzo a las novedades (como parece podría ser la noción considerada por muchos católicos desde los últimos cincuenta años), sino más bien el volver resueltamente a los manantiales de la Tradición y así dejar que el rápido flujo de esa agua limpiara los escombros que, por decadentes periodos, se habían acumulado.
Pio X no tiene en mente a la Edad Media por decadente; a aquella gloriosa era de la Cristiandad, a la cual los liturgistas de posguerra generalmente la consideran como lejanas de la hogareña simplicidad de los primeros cristianos. Tal como Pio XII lo estableció 44 años después en la Meditator Dei, el Espíritu Santo suscita desarrollos litúrgicos en cada época como nuevas formas de santificar al pueblo de Dios. Estos desarrollos están en una línea continua de modo tal que lo que venga en un siglo posterior se construya y se elabore sobre lo que ya está presente en el núcleo. Por ejemplo, el cambio de la comunión en la mano de la antigüedad ( no al modo en la que hoy se practica tal como el Obispo Schneider lo mostró cuidadosamente en Dominus Est y Christus Vincit) a la comunión en la lengua, fue un desarrollo orgánico que se destiló de la gran reverencia y adoración hacia la Eucaristía que ya había estado presente y que fue creciendo bajo la influencia del Espíritu Santo.
Las corrupciones también son posibles cuando unas pocas facciones o prácticas contradicen la letra o el espíritu de lo que ya está establecido.
Así, para seguir con el mismo ejemplo, la re-introducción de la comunión en la mano fue una clara corrupción, no un desarrollo o una restauración. Más concretamente, la introducción de adornados estilos operísticos de música en la Misa durante los periodos clásicos y románticos fueron una corrupción, porque convirtió a la liturgia en un concierto y la distrajo de su orientación espiritual. Esta fue la visión de San Pío X: que, aunque sin lugar a dudas era un admirador de Haydn, Mozart y de los compositores italianos en sus propios términos, juzgó sus estilos pocos adecuados para el templo de Dios y de los sagrados misterios que representan. Como Tra le Sollecitudini explica, Dios ya ha provisto con generosidad una música intensamente contemplativa para la liturgia del Rito Romano, es decir, el Canto Gregoriano, una música que creció en forma orgánica con este rito, que siempre lo ha adornado y establece el tono adecuado de toda la música sagrada para el uso en el templo de Dios.
La enseñanza de Pío X conformó decisivamente el Magisterio subsiguiente, desde su sucesor Pío XI y Pío XII hasta el Concilio Vaticano Segundo en la Constitución sobre Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, y luego con la exhortación apostólica de Benedicto XVI, Sacramentum Caritatis. En todos estos documentos encontramos un incondicional reconocimiento a la primacía del Canto Gregoriano para el Rito Romano, aunque hay también una bienvenida a composiciones musicales de otros estilos en tanto armonicen con la acción litúrgica, lo cual, desafortunadamente, no puede decirse con verdad de la mayoría de lo que actualmente se entiende como “música de iglesia”, tal como lo he discutido en otros artículos aquí y estos otros lugares.
La noble visión de Pío X no es ni poco realista ni inalcanzable. Durante la primera mitad del siglo veinte, y bien entrada la década de 1960, todos los colegios alrededor del mundo enseñaban a los niños a cantar el canto gregoriano, los sacerdotes cantaban la Misa Cantada (aún cuando la Misa Rezada era más popular) y las comunidades religiosas cantaban su Oficio Divino. El canto gregoriano era una marca tan prominente del catolicismo que Hollywood podía crear instantáneamente una “atmósfera católica” con unos pocos segundos de canto. Puede sorprender saber que Thomas Merton, que llegó a ser tan controversial después por su participación en política y en actividades interreligiosas, se opuso firmemente a abandonar el latín y el canto gregoriano. Así escribe a Dom Ignace Gillet, Abad General de la Orden Cisterciense de Estricta Observancia:
“Esto es lo que pienso acerca del latín y del canto gregoriano: son piezas maestras que nos ofrecen una irremplazable experiencia monástica y cristiana. Tienen una fuerza, una energía, una profundidad sin igual. Todos los oficios propuestos en inglés son muy improvisados en comparación, además no es del todo imposible hacer tales cosas [el latín y el canto gregoriano] entendibles y apreciables. En el noviciado generalmente en esto tengo bastante éxito, con algunas excepciones naturalmente, que no entienden bien. Pero debo agregar algo más serio. Tal como sabes, tengo muchos amigos en el mundo que son artistas, poetas, autores, editores, etc. Ahora ellos son perfectamente capaces de apreciar nuestro canto e incluso nuestro latín. Sin embargo, todos ellos sin excepción, se escandalizan y se apenan cuando les digo que probablemente este Oficio, esta Misa no durará aquí más de diez años. Y esto es lo peor. Los monjes no pueden entender este tesoro que poseen y lo arrojan para buscar algo más, mientras que las personas del mundo secular, quienes en su mayoría incluso son no cristianos, son capaces de amar este incomparable arte.”
La dificultad más bien viene de la falsa noción de “actualización” o modernización. Hay un punto de vista, que creció lentamente en influencia y finalmente dominó la reforma litúrgica y su implementación, según el cual las antiguas formas de oración y los modos del arte son extraños para la gente moderna, alienando, haciéndolas excesivamente exigentes, con una tentación al elitismo y al escapismo. Pero tal negativo juicio no parece haber sido lo común entre la mayoría de los católicos, quienes no pidieron que su herencia cultural les fuera quitada, ni es la experiencia de los católicos de hoy que re-descubren estas cosas y aprecian su belleza y su conveniencia, como lo que Merton hablaba sobre la sensata “gente secular”.
La vida nos recuerda una y otra vez la verdad de la sabia sentencia de Chesterton: “El ideal cristiano no ha sido probado y encontrado deseado. Ha sido encontrado difícil, y se dejó de probar.” Si me lo permite el gran hombre, adaptaré su sentencia: el canto gregoriano ideal para la música litúrgica no ha sido probado y encontrado deseado. Ha sido encontrado difícil y se dejó a un lado. Pero aquí incluso uno puede preguntarse justamente cuan difícil es. Sí, los Propios (diferentes cantos que son para cada domingo o fiesta en particular) son bastante cambiantes y requieren un coro entrenado. Pero el Ordinario de la Misa – Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei – y las respuestas comunes pueden ser, y lo son con frecuencia, cantadas con gusto por todos, incluyendo a niños pequeños que entregan inconscientemente lo que han recibido de oídas. Al trabajar como director de coros con jóvenes por 30 años, y como alguien que ha enseñado canto o ha trabajado con aquellos que han enseñado canto a diferentes clases de personas, conozco la realidad: se ha encontrado no deseado y por lo tanto se dejó de probar. Donde quiera que se desea, florece en beneficio de todos.
El canto gregoriano nunca antes había estado más disponible para aquellos que lo buscan.
Todos los antiguos libros de canto han sido re-publicados. Todos los libros de Solesmes para la Forma Ordinaria aún están en forma impresa. Abundan nuevos recursos como “El libro parroquial de canto”. Muchos cantos pueden ser escuchados en línea o impresos en un clic. Tutoriales gratis pueden guiar el auto-estudio y hay talleres muy concurridos año tras año. Este gran tesoro de música litúrgica no se perderá, sino que se levantará de nuevo desde las cenizas, en la medida que la Iglesia recobre la sacralidad de su culto.
Aunque existen signos de esperanza de que la música litúrgica católica, después de décadas de lucrativa secularización y de banalidad horizontal, está comenzando a experimentar una verdadera renovación en continuidad con la Tradición de la Iglesia, la manera en que la música es hecha en la mayoría de las parroquias indica que estamos todavía muy lejos de una implementación universal de los sonados principios de San Pío X. La característica primaria de la modernidad, de acuerdo con muchos académicos, es su “pluralismo profundo”, y esta mentalidad parece obtenerse entre los católicos en su culto litúrgico: “éramos todos como ovejas errantes, seguimos cada cual su propio camino”. Las oraciones combinadas de Santa Cecilia y de San Pío X pueden movernos una vez más a venerar “el ícono musical del Catolicismo Romano” (Joseph Swain), para la gloria de Dios y la santificación de las almas.
Peter Kwasniewski
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/why-chant-will-never-die-but-will-rise-again-as-church-recovers-sacredness-of-her-worship
En la siguiente página pueden disfrutar de la belleza del canto Gregoriano en la Santa Misa Tradicional, les invitamos a hacerlo: Santa Misa-Cantos
Si te ha gustado este artículo sobre porqué el canto gregoriano nunca morirá, puedes leer este excelente artículo de nuestra compañera Sonia Vazquez.
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