El adviento nos anuncia la llegada, la venida del Mesías, ¿Tenemos el alma preparada para el gran momento?
ADVIENTO (1), Rev. D. Vicente Ramón Escandell
MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
Evangelio (Mt 24, 37-44)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
“Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.”
“Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien:
si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón,
estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también
vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo
del hombre”.
Comentario al Evangelio
Jesús despide su ministerio publico con el Discurso escatológico en la explanada del Templo de Jerusalén. Después de describir los signos que anticiparan el Fin de los Tiempos, que se entremezclan con el anuncio de la caída de Jerusalén, cierra su exposición con una llamada a la vigilancia. Frente a la actitud disipada y confiada con la que el hombre afronta su existencia, Jesús reclama a sus oyentes atención ante la inminencia del fin, cuyo cumplimiento sólo Dios sabe: estad prontos – les dice – porque a la hora que no pensáis, vendrá el Hijo del hombre. Solo los necios viven confiados en la tardanza del Señor, pero los sagaces, los que saben leer los signos de los tiempos son capaces de prever la cercanía del momento decisivo de la historia humana. A todos ellos se dirige Jesús en Jerusalén: a los primeros para que despierten y permanezcan atentos, y a los segundos para que perseveren en su vigilancia, no sea que, ante la tardanza del cumplimiento de la promesa del Señor también decaía en ellos la vigilancia.
Reflexión
El que alguien nos ame hace que nosotros esperemos en él; pero el amor a él es causado por la esperanza que en él tenemos escribe Santo Tomás de Aquino.
El tiempo de Adviento es un tiempo marcado por la esperanza, una esperanza centrada en la persona de Cristo, que viene, que ha venido y que vendrá. En los primeros días del Adviento, la Liturgia de la Iglesia centrara su atención en la venida escatológica del Señor, es decir, su Segunda Venida; en ella, como profesamos cada domingo en el Credo, vendrá a juzgar a vivos y muertos, determinando el destino final de toda la Humanidad en un juicio donde la misericordia, propia del tiempo presente, será sustituida por la justicia. En un segundo momento, la Iglesia centrara su atención en la Primera Venida de Cristo, es decir, su nacimiento según la carne; es el tiempo previo a la celebración de la Navidad, donde las figuras centrales serán la de Juan el Bautista y la de María, que, como heraldos divinos, van preparando el camino para la celebración del Nacimiento de Cristo. Durante todo este itinerario litúrgico, iremos escuchando los diversos anuncios de los Profetas del Antiguo Testamento, especialmente a Isaías, que anuncian la llegada del Mesías, cuyos oráculos fueron y son fuente de esperanza para los hombres que aman a Dios. La Liturgia eucarística, por su parte, se revestirá de mayor sobriedad, omitiendo el canto angélico del Gloria y revistiendo de morado al celebrante, como signo penitencial; todo ello, nos invitará al recogimiento y a la penitencia, para prepararnos interiormente para acoger el Misterio del Nacimiento del Señor, pero también su Segunda Venida, que bien podría producirse en nuestro aquí y ahora. La celebración de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y el III Domingo de Adviento, conocido como Gaudete, romperán esta sobriedad litúrgica, ascética y espiritual para darnos un anticipo del gozo y la alegría que viviremos en Nochebuena con la celebración de la <<Misa del Gallo>>, en la que se entonara de nuevo el Gloria en compañía de los ángeles y los santos por el nacimiento de Cristo Salvador. Se nos ofrece, pues, todo un itinerario litúrgico, ascético y espiritual destinado a una celebración digna e interior del misterio del Nacimiento de Cristo, la primera Pascua del año litúrgico, que mira a la gran Pascua de Resurrección, centro de toda la vida espiritual y litúrgica del cristiano y de la Iglesia.
Testimonio de los Santos Padres
San Eusebio (¿?)
Entonces, pues, cuando se consuma la vida corruptible, y pase, según el Apóstol, la especie de este mundo y suceda un nuevo siglo en el que en vez de astros luminosos brillará Cristo como el lucero y rey de un siglo nuevo, será tanto el brillo de su poder y de su gloria, que el sol que brilla ahora, y la luna y las demás estrellas, se eclipsarán a la venida de mayor luz.
Catena Aurea
Oración
Señor Jesucristo, gloria y esperanza de la Humanidad, ven a nuestro encuentro y haznos partícipes de la gloria de tu Padre; que este tiempo de Adviento, de espera, sea un tiempo de conversión y penitencia, que nos ayude a recibirte en nuestros hogares y corazones. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
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