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Dios es omnipresente

En la octava cuestión de la Suma de Teología, santo Tomás explica que Dios está en todas las cosas y en todas partes.

Dios es omnipresente. Un artículo de Miguel Toledano

Está en todas las cosas no porque todas las cosas sean Dios, falsedad filosófica del marrano Spinoza y con él de todos los panteístas y de sus sucesores actuales, los ecologistas; sino porque Dios es causa del ser de todas las cosas, que no existirían y dejarían de existir si Dios así lo determinase.

Hasta en los demonios, en cierta manera, esta Dios, en cuanto que su ser procede de Él; naturalmente, no con el mismo grado de presencia que en el resto de las cosas cuya naturaleza no ha sido deformada por la culpa.

El Doctor Angélico compara a Dios y sus criaturas con el alma y el cuerpo; así como el alma constituye una especie de continente del cuerpo, también Dios contendría la realidad por Él creada.

Algunos piensan erróneamente que, en realidad, Dios no está en lugar alguno. Está fuera del espacio. El aquinate soluciona el problema matizando que Dios está en todas partes no por dimensión de volumen sino por acción de poder; como hemos dicho, con una acción tan íntima sobre el ser de toda la Creación que hasta los más minúsculos elementos o partículas, hongos bacterias o virus, y por supuesto los hombres, dejarían de existir al instante de requerirlo su Creador.

Pero otros conciben un Dios lejano que, precisamente por su poder, no necesita hallarse cerca de sus criaturas. Al contrario, la teología católica defiende la mediación de la fuerza de Dios, a través de la gracia.

Por ello, el gran dominico afirma que la omnipresencia divina no es sólo por presencia, sino también por esencia o sustancia. Por presencia pueden estar dos cosas en el mismo lugar cuando, por ejemplo, en virtud de la mirada, captamos otra cosa. Mas, en este sentido, la presencia es lejana.

Ciertamente, Dios lo ve todo, aunque, de limitarse a eso la omnipresencia de Dios, volveríamos a una relación de lejanía. Sin embargo, sería falso sostener que las cosas han sido dejadas por su Hacedor. Dios no abandona ni a la menor de Sus criaturas.

Y además de por presencia y por esencia, Dios está en todas partes por potencia. ¿Qué quiere decir eso? Una vez más insistimos en la idea de la omnipresencia de Dios por acción de poder. Todo agente está orientado, por su poder operativo, a algo externo a él. Pensemos, por ejemplo, en un padre respecto de su hijo, cuando le dice que estudie. El hijo le obedece y, siguiendo las indicaciones paternas, van realizándose de algún modo los designios favorables que el jefe de la familia tenía diseñados para su descendencia.

Aunque mi padre no me acompañe físicamente en el momento en el que estoy siguiendo sus instrucciones, viene a ser como si estuviese allí, como agente de lo que hago. Dios, como supremo agente, está presente también de este modo en toda la Creación.

El aquinate no utiliza el ejemplo del padre en el estudio, sino el de un rey en su reino. El monarca no precisa de estar físicamente en todas las ciudades, pueblos y lugares de su reino. Pero, en potencia sí lo está, toda vez que su autoridad y potestad se mantienen a lo largo y ancho de su nación.

Por lo que se refiere a las criaturas racionales, la presencia se da de una manera reforzada. No sólo como causa de su ser o agente, sino además en el entendimiento y en la voluntad de los ángeles y los hombres, que Le conocen y Le aman.

Tiempo habrá de hablar más extensamente de la gracia, necesaria para el debido conocimiento y amor de Dios. Por de pronto, al estudioso del tomismo ya se le presenta este modo de presencia divina en nuestra mente y corazón, que no comparten con nosotros los seres inferiores, animales, plantas, algas, hongos, bacterias y objetos inanimados.

Para finalizar la cuestión, santo Tomás se pregunta si únicamente Dios está en todas partes, o sea, si solo Él está en todas partes y, por tanto, la omnipresencia es propia de Dios o, por el contrario, no es una cualidad propia de la divinidad.

La materia prima de los cuerpos está en todas partes; pensemos en los elementos de la tabla periódica, que no había sido inventada aún en el siglo XIII, y mucho menos en época de Aristóteles, pero que naturalmente los filósofos clásicos ya habían sustancialmente imaginado.

Pensemos también en los números, que inundan toda la realidad con la claridad de las matemáticas.

Asimismo, no olvidemos el universo, que los físicos nos explican está en progresiva expansión y ocupa un espacio cada vez mayor, pero fuera del que, al parecer, no hay nada.

La materia prima no goza de omnipresencia por esencia, pues el carbono, por ejemplo, no está en otros seres, como podría ser el agua, compuesta únicamente de elementos diferentes a aquél. A los materialistas y ecologistas, que deifican lo material que nos rodea aparentemente por todas partes, se les escapa “otro” ser, que es el que verdaderamente está en todas partes, según se ha dicho.

Los números, por su lado, están ciertamente en todas partes, pero sólo como accidente o en parte. La cantidad de las cosas es un puro accidente o una parte de lo que son. No sobreestimemos las matemáticas, que por útiles que sean no explican más que un aspecto muy limitado de la realidad.

El universo, a su vez, parece inmenso, sublime, extraordinario… Los filósofos clásicos sin duda lo percibían igualmente, aunque todavía no dispusiesen de los potentes telescopios de nuestra época. No obstante, tiene dos importantes limitaciones: La primera es que no todo el universo se halla en cualquiera de sus seres, a diferencia de Dios; y la segunda, Dios podría haber creado varios universos, como algunos físicos modernos han pensado, en cuyo caso tampoco gozarían de omnipresencia.

Por consiguiente, concluirá el lector de Marchando Religión con el doctor de Aquino y con todos sus discípulos que en el mundo hemos sido, que nada es omnipresente sino el mismo Dios.

Miguel Toledano

Fiesta de la Inmaculada Concepción, 2021

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Author: Miguel Toledano
Miguel Toledano Lanza es natural de Toledo. Recibió su primera Comunión en el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y la Confirmación en ICADE. De cosmovisión carlista, está casado y es padre de una hija. Es abogado y economista de profesión. Ha desempeñado distintas funciones en el mundo jurídico y empresarial. Ha publicado más de cien artículos en Marchando Religión. Es fiel asistente a la Misa tradicional desde marzo de 2000. Actualmente reside en Bruselas. Es miembro fundador de la Unión de Juristas Católicos de Bélgica.