Davies -El ordo Divino de Cranmer-MR

El Ordo Divino de Cranmer

Tal es el título de la primera parte de la trilogía de Michael Davies dedicada a la destrucción del Catolicismo a través del cambio litúrgico, cuya continuación ya hemos comentado en un artículo anterior. Una vez más, el texto se haya disponible en traducción a la lengua española, toda vez que el original fue escrito en inglés; el lector puede acceder a aquélla en este enlace.

Davies publicó la primera edición del libro en 1976, confirmando ya entonces dos hechos a cuál más siniestro: en la segunda mitad del siglo XVI, la liturgia fue alterada por los protestantes triunfadores como medio para transformar la fe católica de los fieles británicos; y en la segunda mitad del siglo XX, la liturgia fue alterada por la propia jerarquía católica asemejándola a aquella liturgia inaugurada tras la Reforma protestante.

La Reforma, en síntesis, suponía negar a la Iglesia y los sacerdotes su tradicional función mediadora en la dispensa de la gracia derivada de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor; con la negación de dicha función quedaban igualmente desvirtuados los sacramentos, empezando por el de la Eucaristía conferido en el santo sacrificio de la Misa. Para luteranos, calvinistas o anglicanos, el hombre se salva por su sola fe; hasta el punto de que nuestros actos virtuosos no pueden contribuir en modo alguno a la salvación, ni cooperando a la celebración sacramental ni con las propias obras durante esta vida terrena.

Dom Columba Marmion, en su gran compendio de conferencias “Jesucristo, vida del alma” recuerda que, para el católico, tanto la fe como los sacramentos y las obras son necesarios para la salvación. Mientras que Lutero afirmó: “Sé un pecador si quieres y peca fuertemente con el cuerpo, pero cree aún con el cuerpo y alégrate en Cristo que es el conquistador del pecado… Desde el momento en que el cordero arrojó lejos los pecados del mundo, el pecado ya no separa a los hombres, aunque cometan impurezas miles de veces al día y asesinen también a veces”.

Afortunadamente, la mayoría de los protestantes no han seguido estos extraños consejos del fundador de la secta. No obstante, por lo que se refiere al rezo comunitario dominical, no pasan de considerarlo un memorial de acción de gracias, que además puede estimular la fe de los elegidos; aunque éstos reciben su justificación directamente de Dios, sin intermediación alguna de Su Iglesia.

Por eso, razona Davies, los reformadores protestantes sabían que la Misa se hallaba en el núcleo de la diferencia entre ellos y los fieles católicos; la Misa estaba en el corazón de la Fe católica y destruir la Misa gozaba, por consiguiente, de una prioridad mayor que destruir el papado; destruyendo la Misa sacarían de raíz del cuerpo de la Iglesia su corazón. Nuestro autor recoge los términos de un anglicano: “La Misa no es ningún sacrificio, ni tampoco una obra buena, sino una profanación blasfema de la santa cena del Señor, una manifiesta maldad, una horrible idolatría y una apestosa abominación”.

Y los del propio Lutero: “Todos los burdeles, todos los homicidas, asesinos, ladrones y adúlteros han causado menos abominación que la misa papista”; o de Calvino: “me estoy refiriendo a ese pestilente error que ha cegado a todo el mundo, que logra la creencia de que la misa es un sacrificio y una oblación que procura la remisión de los pecados. Sé cuán profundamente arraigada se encuentra esta peste. Esta misa, aunque adornada y pintada, es el insulto más grande ofrecido a Cristo. ¿Habrá una raíz tan profunda que una poderosa hacha, quiero decir la palabra de Dios, no pueda cortar en pedazos y erradicar?”

De esta manera, los protestantes negaban completamente la naturaleza sacrificial y sacramental de la Misa, transformando sus oraciones dominicales en una conmemoración de la ultima cena del Señor en el día de Jueves Santo. Diluyendo aquella naturaleza sacrificial, la reforma litúrgica católica de los años sesenta y setenta se ha acercado a las tesis de los heresiarcas (Davies considera equívoco llamarlos a ellos “Reformadores”), con el fin de poner en práctica el objetivo último ecuménico de luchar por la unidad de todos los que se dicen cristianos.

Ahora bien, ¿acaso dicha unidad debe o puede lograrse o perseguirse con renuncia al depósito sagrado de la Fe? La respuesta a esta pregunta y a muchos otros detalles sobre la cuestión puede el lector encontrarla en la lectura íntegra de la obra de Davies; verdaderamente, vale la pena, particularmente en estos tiempos de secularización, modernismo y creciente apostasía.

Miguel Toledano

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Author: Miguel Toledano
Miguel Toledano Lanza es natural de Toledo. Recibió su primera Comunión en el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y la Confirmación en ICADE. De cosmovisión carlista, está casado y es padre de una hija. Es abogado y economista de profesión. Ha desempeñado distintas funciones en el mundo jurídico y empresarial. Ha publicado más de cien artículos en Marchando Religión. Es fiel asistente a la Misa tradicional desde marzo de 2000. Actualmente reside en Bruselas. Es miembro fundador de la Unión de Juristas Católicos de Bélgica.