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Cosas veredes

Tiempo de cuaresma, tiempo de conversión, estamos de paso en la tierra, la sugerencia de nuestro articulista, dejemos de ser gallinas y pasemos a ser águilas

Cosas veredes. Un artículo de Alberto Mensi

Creo que si hace 10 ó 20 años me hubieran dicho que iba a ver las cosas que veo en estos días, hubiera pensado que esa persona: o estaba bajo los efectos del alcohol, o estaba escribiendo un libro de ciencia ficción.

Pero hoy día vemos que la realidad ha ido más allá que la fantasía; por eso es tan importante, necesaria e indispensable vivir plenamente esta Santa Cuaresma iniciada el pasado Miércoles de Cenizas.

Partamos por un principio: “recuerda hombre que eres polvo y en polvo te convertirás” “Memento homo, quia pulvis es, et in pulvis reverteris”.

De arranque nomás la Sagrada Liturgia le da una bofetada descomunal al humanismo horizontalista y relativista que nos invade, inclusive dentro de la misma Iglesia, o mejor dicho, en muchos de los hombres de la Iglesia apartados ellos de lo que la Iglesia, fiel a Jesucristo, enseña.

De entrada nos está plantando dos principios:

Somos polvo, no somos nada por nosotros mismos.

¿Pero cómo? Y ¿la dignidad humana? ¿Y nuestra condición de hijos de Dios?

Certísimo y acertadísimo.

Y formó Dios al hombre del polvo de la tierra e insufló en sus narices aliento de vida, de modo que el hombre vino a ser alma viviente”1

Esa es nuestra realidad: parte de barro, parte de aliento divino.

El hombre pleno, el hombre en su mayor expresión se da con los pies en la tierra, levantado el corazón hacia el cielo en adoración a Dios y reconociendo esa parte de aliento de vida que le llega desde lo más alto de los cielos, desde el mismo corazón de Dios.

El corazón humilde y reconocido es el corazón del hombre en su mayor expresión.

Exactamente al revés de la concepción naturalista de hoy día en que se exalta el polvo por el polvo, la nada por la nada.

La concepción naturalista de hoy día es de origen claramente diabólico que quiere ocultar ese sello de la divinidad que hay en el hondón de nuestra alma, porque hemos sido creados por Dios.

El engaño del diablo hoy día a través de las concepciones naturalistas, modernistas, es hacernos creer que nosotros somos lo más, dependemos de nosotros mismos y de nadie más, y que por obra de la inteligencia humana podemos construir una civilización del progreso y de la fraternidad que se elevará hasta el cielo hasta reemplazar al mismísimo Dios.

Y cuando cristianos y personas de buena voluntad advierten del desastre que es esa pretensión absurda, esta civilización responde con las palabras de su padre, el que es mentiroso y homicida desde el principio: “de ninguna manera moriréis; pues bien sabe Dios que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal”.2

La Santa Madre Iglesia desde el miércoles de Ceniza nos invita a volver a un corazón humilde, que reconoce nuestro origen divino.

Y no es la tentación solamente la de olvidar nuestro origen de barro sino que hay otra forma en que se presenta hoy día esa tentación de ser inmortales, de ser como dioses y es en la forma de la fraternidad universal.

Si bien todos los hombres hemos sido creados por Dios y sustancialmente podemos decir con certeza que somos hermanos pues tenemos un mismo Padre Creador, no es una verdad absoluta.

Si nos quedamos con una mirada de gallina que tan sólo observa el suelo y lo que está a su lado, nos convenceremos que esta es la única realidad.

Pero, gracias a Dios, Él mismo viene en nuestra ayuda para transformarnos de gallinas en águilas que se elevan a las alturas del cielo y nos lo recuerda desde las primeras palabras del Génesis hasta las últimas del Apocalipsis.

Hay un pequeño detalle en el Génesis que cambia esa perspectiva.

Y digo pequeño detalle usando de ironía y para desinflar a los constructores de sofismas y absurdos que abundan hoy día fuera y dentro de la Iglesia.

Ese pequeño detalle es el Pecado original.

El hombre creado por Dios y que tiene la promesa de una unión plena con Él, se deja tentar por el diablo y quiere ya, lo que Dios le ha prometido después, es decir, quiere hacer las cosas a su modo y no al modo de Dios, con lo cual se queda “sin el pan y sin la torta”, pierde la gracia, es expulsado del Edén y se le cierran las puertas de ese Cielo que las volverá a abrir Jesucristo.

Otro pequeño detalle: el que abre las puertas es Cristo, no es la humanidad por común acuerdo.

El premio es volver al Paraíso, no es establecerse aquí en la tierra como paraíso terrenal.

A esta altura alguno dirá: pero todo esto es evidente, es algo de catecismo.

Por favor, no se moleste si por un rato me reiré a carcajadas.

Es algo de catecismo, si hablamos de los Catecismos católicos. Pero si vemos la infinidad de libritos de catecismo que abundan hoy día, que se la pasan dando vueltas en mil pavadas y no dejan nada en claro en las cabecitas de los pobres catecúmenos, o peor les dejan las ideas dadas vuelta si vemos esa multitud de panfletitos comprenderemos que los católicos cada vez tengamos menos en claro estas verdades fundamentales y nos comamos cualquier sapo, simplemente porque algún prelado, inflado por los medios de comunicación lo presenten como lo que debe ser creído y entendido.

Mientras estamos en tensión entre los hijos de la Mujer y los hijos de la serpiente, se dará la división entre Abel y Caín, tensión que sólo se resolverá en el fin de los tiempos.

Cuando el Hijo del Hombre vuelva en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará sobre su trono de gloria, y todas las naciones serán congregadas delante de Él, y separará a los hombres unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos. Y colocará a las ovejas a su derecha, y los machos cabríos a su izquierda. Entonces el rey dirá a los de su derecha: “venid benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo”… Entonces dirá también a los de su izquierda: “Alejaos de Mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles”3

Pretender una unidad de todo el género humano silenciando a Cristo, a espaldas de Cristo o sacándolo de en medio, será la obra del anticristo y su profeta.

Por ello recordemos que fuimos tomados del polvo, elevados por el aliento divino, rescatados con la Sangre de Cristo y santificados en el Espíritu Santo.

Recordemos que desde el primer instante de la humanidad Dios mismo ha puesto la señal que debemos seguir, la que nos entrega al Redentor, la que asegura nuestra salvación.

Para empezar esta Santa Cuaresma meditemos profundamente esas hermosas palabras de San Bernardo:

«¡Oh tú que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de las borrascas y de las tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta Estrella, invoca a María!.

«Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas en los escollos de las tribulaciones, mira a la Estrella, llama a María.

«Si eres agitado por las ondas de la soberbia, si de la detracción, si de la ambición, si de la emulación, mira a la Estrella, llama a María.

«Si la ira, o la avaricia, o la impureza impelen violentamente la navecilla de tu alma, mira a María.

«Si, turbado a la memoria de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de la fealdad de tu conciencia, aterrado a la idea del horror del juicio, comienzas a ser sumido en la sima del suelo de la tristeza, en los abismos de la desesperación, piensa en María.

«En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir los sufragios de su intercesión, no te desvíes de los ejemplos de su virtud.

«No te extraviarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiende su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás, si es tu guía; llegarás felizmente al puerto, si Ella te ampara. 

Alberto Mensi

1 Génesis 2, 7

2 Génesis 3, 4 – 5

3 San Mateo 25, 31 – 34, 41

Nuestra recomendación: ¿Paraíso o paraíso terrenal?

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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)