Declaración de la Academia Juan Pablo II para la vida humana y la familia: sobre la donación de órganos
Pueden acceder al artículo original en el siguiente enlace:
https://www.jahlf.org/eventi/brain-death-a-medicolegal-construct-scientific-philosophical-evidence/
Traducido por Beatrice Atherton para Marchando Religión
Declaración de la JAHLF[1] sobre la donación de órganos y la muerte cerebral”
La donación de órganos ha sido un tema de preocupación en muchos países porque la demanda por trasplantes de órganos continua en aumento mientras que el número de donaciones de órganos se ha incrementado mínimamente o incluso disminuido. Fuertes campañas y una política de consentimiento informado son algunas de las estrategias que buscan aumentar el número de donaciones de órganos. Recientemente, el Papa Francisco hizo una súplica universal urgiendo a los católicos a donar órganos en el nombre de la solidaridad.
A pesar de que la intención del Papa es buena, su promoción de la donación de órganos pasa por alto, varios problemas éticos serios, a saber, aquellos que conciernen con la “muerte cerebral” y la donación de órganos.
La próxima Conferencia sobre “La muerte cerebral” está proyectada para abordar estos serios problemas. La conferencia se llevará a cabo en el Hotel Massimo d’Azeglio en Roma, Italia entre el 20 y 21 de mayo de 2019. Para más información y registro ver: https://www.jahlf.org/eventi/brain-death-a-medicolegal-constructscientific-philosophical-evidence/
A continuación un breve resumen de los problemas surgidos por la donación de órganos:
- La donación de órganos es algo bueno, pero solo en la medida en que no produce daño, es decir, la muerte del donante.
- Hoy, la mayor parte de las donaciones de órganos es en la llamada “post-morten”, esto es, después de la muerte.
- ¿El llamado «post-mortem» realmente significa después de la muerte, cuando la mayor parte de la donación de órganos se obtiene de donantes con «muerte cerebral»?.
- Los datos médicos han mostrado la irrefutable evidencia que los donantes con “ muerte cerebral” no estaban muertos, sino vivos. Una persona que está agonizando aún es una persona viva. Una persona con un coma profundo es una persona que aún está viva.
- Los fundamentos filosóficos, que han avanzado en el protocolo para justificar la declaración de muerte basada en la “muerte cerebral”, contradicen tanto la razón como los principios de la antropología cristiana tal como los enseña y son abrazados por la Iglesia.
- Los detalles necesarios e importantes acerca de la “muerte cerebral” (por ejemplo, que los individuos con muerte cerebral están aún vivos y pueden moverse) han sido cuidadosamente guardados al público en general. Como tal el consentimiento informado para la extracción de órganos por su parte no es un consentimiento verdaderamente informado. Con mucha frecuencia las familias de personas con muerte cerebral han sido forzadas a dar el consentimiento para remover los órganos de sus seres queridos. No pocas familias se han arrepentido posteriormente de haber dado su consentimiento.
- Muchos países siguen la supuesta política del consentimiento así el órgano es removido automáticamente a menos que el donante haya registrado su rechazo a la donación mientras estaba vivo. El supuesto consentimiento no califica como un verdadero consentimiento, no obstante, la “muerte cerebral” no es una verdadera muerte.
- Por lo tanto: imponer el presunto consentimiento en la donación de órganos es imponer una doble falsedad.
- Cualquier persona, quien quiera que sea, antes de hacer una declaración de este tipo para fomentar la donación de órganos debe saber de qué se trata. Para ponerlo en simple, para hacer un juicio moral sobre algo XYZ, uno está obligado a conocer los pro y los contra sobre XYZ. Primero, saber el aspecto concreto de XYZ (la realidad de la cosa tal como es); segundo, los aspectos filosóficos de XYZ, y solo entonces uno puede hacer cualquier declaración moral. Hacer una declaración moral sin haber hecho un recorrido completo de los dos primeros pasos equivale a hacer un acto de total irresponsabilidad, lo cual, en el caso de la “muerte cerebral” trae como consecuencia la vivisección de miles de personas.
[1] Academia Juan Pablo II para la Vida Humana y la Familia
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