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Redención

Por los méritos de la redención de Cristo se nos perdonan nuestros pecados. ¿Quieren abrazar las moradas santas? Nuestra propuesta espiritual es una opción para ello

Redención, Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad

MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO

I CARTA DEL APOSTOL SAN PABLO A TIMOTEO (1, 12-17)

Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio, a mí, que antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe; sin embargo, la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí junto con la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna. Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

COMENTARIO A LA EPISTOLA

San Pablo abre su corazón a su discípulo Timoteo y le expone el misterio de su vocación: él, pecador, perseguidor de la Iglesia de Cristo, fue regenerado por su gracia y convertido en su apóstol. Esta experiencia personal, sirve a Pablo como punto de partida para anunciar el sentido profundo de la misión de Jesucristo: la salvación de los pecadores. En torno a ella se articula toda su obra terrena: sus palabras y obras están encaminadas a revelar esta misión que, en el fondo, responde al designio salvador del Padre, previsto desde el principio de los tiempos. Y esta revelación de san Pablo viene unida a la confesión de la divinidad de Jesucristo, porque sólo si Él es Dios es posible la salvación de los pecadores. La ofensa recibida por Dios en el Paraíso, unida a las ofensas personales de todos y cada uno de los hombres, no podía ser reparada por un mero hombre, dada la dignidad del objeto de la misma; de ahí, que se hizo necesaria la Encarnación del mismo Dios para que esta fuera reparada por alguien que fuera, al mismo tiempo, Dios y hombre. Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, por su ofrecimiento al Padre en todos y cada uno de los momentos de su vida, y, especialmente, en la Cruz, nos alcanzó la salvación, que aúna el perdón de los pecados y la restauración de nuestra comunión con el Dios uno y Trino.

REFLEXION

Cuando el pastor encuentra la oveja, no la castiga ni la conduce al redil violentamente, sino que, colocándola sobre sus hombros y llevándola con clemencia, la reúne con su rebaño, comenta san Gregorio Niseno[1].

La Iglesia, siguiendo el ejemplo de su Divino Fundador, goza de alegría con la conversión del pecador, porque, como Madre recupera a uno de sus hijos que la había abandonado. Porque el pecado rompe, no sólo la comunión del hombre con Dios, sino también de este con el resto de los miembros de la Iglesia, con quienes conforma una gran familia; de ahí, que este tenga una dimensión social, pues los actos individuales afectan al conjunto al que se pertenece, en este caso, a la Iglesia. De ahí, que la esta acentué el hecho de que la confesión sacramental no es sólo una reconciliación con Dios del penitente, sino también con los demás miembros de la Iglesia, que tienen el deber de procurar la conversión del pecador mediante consejos, oraciones y penitencias. No podemos permanecer indiferentes ante los pecados de quienes nos rodean, buscando vanas justificaciones o tolerando comportamientos que sabemos que son contrarios a la fe, moral y costumbres cristianas; con nuestra indiferencia o tolerancia ante esas situaciones colaboramos pasivamente a la esclavitud espiritual y moral de nuestros hermanos, e impedimos que participen del gozo de la libertad que Cristo nos ha traído. Esta no es la actitud que Él espera de nosotros, para quien el pecado no puede ser tolerado, mientras que el hombre debía ser liberado de su dominio. La verdadera misericordia no consiste en dejar al hombre inmerso en la realidad del pecado, que lo esclaviza, sino en liberarlo del mismo, de exhortarle a tiempo y a destiempo para que se abra a la gracia y acoja el perdón de Dios. Entonces se alegraran los cielos y la tierra, porque un hermano nuestro, que estaba muerto, ha vuelto a la vida, ha vuelto a casa con sus hermanos, para participar del gozo de su Padre y Señor.

TESTIMONIO DE LOS PADRES

SAN BEDA EL VENERABLE (673-735)

Cuando murmuraban los escribas y los fariseos porque recibía a los pecadores, el Salvador les propuso tres parábolas por orden. En las dos primeras les da a conocer cuánto se alegra con sus ángeles por la salvación de los que se arrepienten; pero en esta tercera {la del hijo prodigo} no sólo da a conocer su alegría y la de los suyos, sino que reprende la murmuración de los envidiosos. Dices, pues: “Y su hijo mayor estaba en el campo.”

Catena aurea

ORACION

Señor y Dios nuestro, que enviaste a tu Hijo para liberarnos del poder del pecado, suscita en nosotros el deseo de querer ser liberados; que tu gracia, que antecede toda obra buena, nos ayude a romper las cadenas que nuestros pecados nos imponen, para alcanzar libertad verdadera y el gozo eterno. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad


[1]Catena Aurea.

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Author: Rev. D. Vicente Ramon Escandell
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad: Nacido en 1978 y ordenado sacerdote en el año 2014, es Licenciado y Doctor en Historia; Diplomado en Ciencias Religiosas y Bachiller en Teología. Especializado en Historia Moderna, es autor de una tesis doctoral sobre la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús en la Edad Moderna