MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO. ¿Quién es este? Rev. D. Vicente Ramón Escandell
MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO
¿Quién es este?
1. Relato Evangélico (Mc 4, 35-41)
En aquel mismo día, siendo ya tarde, les dijo: «Pasemos a la ribera de enfrente». Y despidiendo al pueblo, estando Jesús como estaba en la barca, se hicieron con El a la vela; y le iban acompañando otros barcos. Levantóse entonces una gran tempestad de viento, que arrojaba las olas en la barca, de manera que ésta se llenaba de agua. Entretanto Él estaba durmiendo en la popa sobre un cabezal. Despiértanle, pues, y le dicen: «¿Maestro, no se te da nada que perezcamos?» Y El, levantándose, amenazó al viento, y dijo al mar: «Calla tú, sosiégate»; y al instante se calmó el viento y sobrevino una grande bonanza. Entonces les dijo: «¿De qué teméis? ¿Cómo no tenéis fe todavía?» Y quedaron sobrecogidos de grande espanto, diciéndose unos a otros: «¿Quién es Este, a quien aún el viento y la mar prestan obediencia?»
2. Comentario exegético
La descripción que hace san Marcos de esta escena, es, como ordinariamente en él, descriptiva. Así, precisa que Cristo dormía <<sobre un cabezal en la popa>> de la barca. San Marcos presenta a un Cristo mandando por separado al viento y al mar que se sosieguen. Este dramatismo, así binariamente repartido, debe de responder a su estilo literario. Se pensó si no sería como una cierta resonancia litúrgica de exorcismo. También se podrían ver, en aquel ambiente, influjos satánicos en elementos cósmicos. La escena siguiente podría sugerir algo a este propósito (Mc 5, 1-20)
Aunque los Apóstoles ya habían presenciado algunos milagros de Cristo, no pensaron en su poder ante un espectáculo tan imponente. Pero su imperio ante fuerzas cósmicas desencadenadas les produce una fuerte admiración de preguntarse quien sea el que tiene tantos poderes. En San Marcos y San Lucas, el sujeto de esta admiración son los <<discípulos>>. ¿Qué pueden sospechar de Él?
Ya se había pensado que Él fuese el Mesías. Por eso aquí, o se refiere a una mayor confirmación en el mesianismo de Cristo y en los poderes de que se hallaba dotado – aunque nada extrañaría en el obrar del Mesías esperado – o queda flotando una sospecha sobre poderes inéditos y grandeza que no alcanzan. Cristo va preparando gradualmente el proceso de su revelación divina.
2. Reflexión
En la serie de parábolas que ha propuesto Jesús al pueblo relativas al Reino de Dios, siguiendo el nuevo procedimiento pedagógico adoptado para predicar la Buena Nueva, figuran la del grano de mostaza y la del fermento que tenían por objeto demostrar la fuerza íntima y el carácter expansivo de la Palabra de Dios.
Ahora les demuestra a sus discípulos, con un hecho portentoso, lo que puede una sola palabra de su boca. Así comprenderán cuanta es la energía de la palabra que se les confía, al tiempo que, en la manifestación de su dominio sobre los elementos, verán que Dios añade al poder íntimo de su palabra, cuando así lo juzgue oportuno, el poder de su brazo omnipotente.
San Mateo, san Marcos y san Lucas refieren el hecho de la tempestad calmada; el más completo es san Marcos, que da de él detalles preciosos, recibidos sin duda del Príncipe de los Apóstoles, de quien es evangelista y que era probablemente el patrón de la barca en la que navegaba aquella noche Jesús con sus discípulos. Es uno de los relatos más emocionantes de los Evangelio, y del que comenta lo siguiente san Jerónimo:
La popa en sentido místico es el principio de la Iglesia, y en ella duerme el Señor corporalmente, puesto que jamás duerme el que guarda a Israel (Sal 120). La popa, bajo una apariencia exterior de muerte, alberga a los vivos, rompe las olas y está reforzada con leños; esto quiere decir que la Iglesia es salvada por la muerte del Señor en la cruz. El cabezal es el cuerpo del Señor, sobre el cual está reclinada la Divinidad como la cabeza; el viento y el mar son los demonios y los perseguidores, a los cuales dice: «Callaos», cuando quiere hacer cesar los edictos de los reyes injustos; la gran bonanza es la paz de la Iglesia después de la persecución, o la vida contemplativa después de la activa.1
Despues de dos mil años, Cristo sigue apareciendo ante nosotros como Aquel que libera al hombre, por el anuncio de la verdad, de lo que limita, disminuye y casi destruye su libertad en sus mismas raíces, en el alma del hombre, en su corazón, en su conciencia, proclama san Juan Pablo II.2
Antes del advenimiento de Cristo, la verdad se había perdido entre los hombres, al haber estos perdido a Dios. Situación no muy distinta a la de nuestro tiempo, donde el relativismo moral y doctrinal, el retorno al paganismo, el indiferentismo religioso…, evidencian la pérdida del sentido de la verdad de la sociedad occidental posmoderna.
La verdad, en aquel amanecer de la Redención, era patrimonio de muy pocos; entre tanto, el mundo se devanaba desgastándose en la búsqueda inútil de un Dios que desconocía y al que, a tientas, como en un juego de niños, trataba de localizar. En este instante preciso de desorientación y de crisis desesperada, que “Dios echo al olvido”, Cristo apareció en la Historia como heraldo divino de la verdad, predicando la penitencia, eso es, el cambio de mentalidad y de pensamiento, punto inicial de la transformación y de la Salvación.
Jesús, desde el primer momento de su vida pública, se presentó como Legado divino, como Profeta y Maestro de una doctrina religiosa que al principio se ofrece a manera de reacción espiritualista contra el excesivo y deprimente literalismo de los fariseos y depuración y restauración del sentido íntimo de la Ley; pero que muy pronto va dibujando perspectivas grandiosas de sorprendente originalidad, hasta terminar, cuando se abarcan sus contornos en una mirada de conjunto, por destacar su recia personalidad y su novedad divina. Jesús, lo mismo que el escriba, que Él propone como modelo, ha sabido sacar de la despensa de su sabiduría lo nuevo y lo añejo.
Nada de especulaciones o teorías filosóficas. Jesús no es un filósofo a la manera griega, ni siquiera un rabino al estilo hebreo. Jesús va directo a las almas, más que para convencerlas, para conquistarlas, para después introducirlas en la corriente profunda y desbordante de su propia vida religiosa. Sus instrucciones son eso: fuego y vida, saetas que se clavan en el corazón de los oyentes. Antes que inteligencia perfecta de su doctrina, les pide que la gusten.
Es un sistema pedagógico, el de Jesús, nuevo, que busca ante todo la asimilación de la verdad, más de forma semejante a como se asimilan los alimentos, es decir, convirtiéndola en sustancia vital, en estímulo y norma de conducta. Así se explica, aún en lo que tiene de humano, el poder atrayente de su palabra, dotada todavía hoy, a pesar de los siglos, de maravillosa actualidad y jugosísima frescura.
De esta manera Cristo devolvió al mundo la verdad, llenándolo de su Evangelio y dejándole su Iglesia, columna y base de la verdad. Y el cauce de la verdad ha ido haciendo llegar a todas partes la gracia de su redención, puesto que la verdad, en frase suya, libra a los hombres del pecado.
3. Testimonio de los Santos Padres
SAN JERONIMO (331/347-419)
<<La popa en sentido místico es el principio de la Iglesia, y en ella duerme el Señor corporalmente, puesto que jamás duerme el que guarda a Israel (Sal 120). La popa, bajo una apariencia exterior de muerte, alberga a los vivos, rompe las olas y está reforzada con leños; esto quiere decir que la Iglesia es salvada por la muerte del Señor en la cruz. El cabezal es el cuerpo del Señor, sobre el cual está reclinada la Divinidad como la cabeza; el viento y el mar son los demonios y los perseguidores, a los cuales dice:
«Callaos», cuando quiere hacer cesar los edictos de los reyes injustos; la gran bonanza es la paz de la Iglesia después de la persecución, o la vida contemplativa después de la activa.>>
Catena aurea.
4. Oración
señor y Dios nuestro, que por la palabra del Verbo Encarnado, liberas al hombre de las tempestades de este mundo; guarda y protege a tu Iglesia, para que, en medio de las tormentas que la agitan, siga anunciando la Verdad que libera al hombre. Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
1 Catena aurea
2 RH 12
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