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Las causas del orden social

El hombre es un Zoo politicón como diría Aristóteles, es decir un animal político, un animal social. Vivimos en sociedad y es una verdad que no existe en la realidad el Robinson Crusoe, más allá de la novela o como un hecho fortuito y temporario.

Las causas del orden social. Un artículo de Alberto Mensi

El hombre vive en sociedad. Y es muy importante tener presente qué es lo que hace que una sociedad esté ordenada, sea vivible y permita el crecimiento de la persona humana con todas sus realidades físicas, psicológicas, instintivas, racionales, volitivas, sueños, éxitos y fracasos, y principalmente su realidad trascendente que es la que en definitiva va a perdurar.

El P. Castellani corrigiendo una mala traducción de los Evangelios nos dice que al faltar la justicia la convivencia se vuelve imposible y esa es una clara definición evangélica de esa sociedad postmoderna apostata y líquida. Cuando se falta a una de las causas del orden social se daña todo el tejido social y a la corta o a la larga se destruye la convivencia social, propia del ser humano. Por eso es importante conocer cuáles son la causas del Orden Social.

Esto que nos puede parecer medio árido en un principio, es necesario para tener claros los conceptos y entender por qué el enemigo del orden natural ataca como ataca, y por otra parte podemos vislumbrar por dónde debemos actuar para repeler este ataque.

Las causas del Orden Social son la material, la eficiente, la formal, la final y la ejemplar. Veamos brevemente cada una de ellas.

Toda sociedad para poder ser, existir, necesita de una materia determinada, y esa materia es el conjunto de las familias. Los seres humanos no somos plantas, ni animalitos. Nacemos en una familia que nos cuidará en los primeros momentos, nos alimenta, nos limpia, nos educa, etc. Y de allí en adelante va acompañando el crecimiento de cada persona, incluidos los adultos y ancianos.

Para que la sociedad se pueda desarrollar, existir, funcionar, necesita de alguien que la conduzca, que la guíe, y esta persona es la autoridad. Necesitamos naturalmente de autoridades en las distintas sociedades para ordenar esas sociedades y que puedan desarrollarse armónicamente.

La autoridad no puede gobernar a la sociedad a su antojo sino que debe respetar el orden natural, es decir el orden que la naturaleza de la sociedad exige por sí misma y en función del cual se podrán luego ir dictando leyes escritas, diseñadas por los hombres que respeten ese derecho natural básico. Por eso esas leyes son la causa formal de la sociedad

Y la causa por lo cual existe la sociedad es el Bien Común, que no es la sumatoria de los bienes particulares sino aquellos bienes que existen aun cuando los hombres no los reconozcan y no los acepten o respeten, porque los trascienden. Si sumo los bienes particulares (ejemplo los sueldos) tendré tan sólo un amontonamiento que disminuirá en la medida que alguno saque algo. En cambio la verdad es un bien del que todos tenemos derecho de participar.

La causa ejemplar o las causas ejemplares son los arquetipos, los modelos heroicos, santos o artistas según el estadio social al que pertenezcan y desde el cual influyen en toda la sociedad.

El primer y mayor modelo o causa ejemplar es Jesucristo, verdadero Dios pero verdadero hombre, perfecto hombre, al que podemos imitar, nuestro mejor modelo, que tiene una gran ventaja: todo lo que dijo que hay que hacer para ser buenos, Él lo hizo y de manera eminente, dejándonos ejemplo preclaro.

Ahora podemos entender por qué se ataca de la manera en que se ataca la familia con leyes inicuas como la del divorcio, el aborto, la eutanasia, con la enseñanza pervertida que esteriliza la convivencia entre el varón y la mujer que en lugar de engendrar vida, se tiene para el goce y placer egoísta encerrado en sí mismo. Se quiere destruir la causa material del orden social que es la familia.

Las leyes del orden positivo se las aleja cada vez más del derecho natural, se vuelven absurdas, antojadizas, a veces aberrantes y caprichosas al servicio del estado leviatán moderno. Se busca destruir la causa formal del orden social: las leyes justas.

Los gobernantes si no son perversos, son unos peleles manejados como marionetas por el señor dinero y la señora opinión pública digitada por los medios de comunicación en manos del señor dinero, y ya no buscan en sus gestiones de gobierno el Bien Común sino beneficiar al Poder Internacional del Dinero y cumplir con sus mandatos perversos. Se buscan destruir tanto la causa eficiente del orden social: la autoridad, como su causa final: el bien común.

Finalmente se nos proponen esperpentos humanoides como modelos a seguir, especialmente a los jóvenes que son la futura clase dirigente. Les proponen seres caprichosos, egoístas, hedonistas, capaces de cualquier asquerosidad, embriagados en su frenesí de placer instantáneo y fugaz.

Se silencia la causa ejemplar: los arquetipos, reemplazándolos por modelos denigrantes.

Pero sabiendo cuales son las causas del orden social debemos cultivar nuestra inteligencia conociéndolas más profundamente, analizando desde ellas la realidad sin caer en juegos dialécticos y enseñándolas a los jóvenes y a todas las personas de buena voluntad que las quieran conocer.

Debemos tomar los ejemplos señeros de los grandes héroes y los grandes santos, conocer sus vidas, sus ejemplos y darlos a conocer y mostrarnos orgullosos de seguir esos ejemplos aún a contrapelo de la pérfida moda decadente en la que nos pretenden mezclar.

Los guerreros lucharán y Dios dará la victoria.

El grito de guerra es por la Hispanidad, por nuestros héroes, por nuestra unidad.

¡Viva Cristo Rey! Y ¡Viva María Reina!

Alberto Mensi

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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)