luz de Cristo

En un mundo lleno de negatividad, cree y camina con la Luz de Cristo

¿Qué vamos a hacer con la negatividad? ¿la enfrentaremos o la dejamos entrar haciendo que resida en nosotros y nos domine? Tenemos que andar con la Luz de Cristo para que en medio de las tinieblas podamos avanzar hacia Él

En un mundo lleno de negatividad, cree y camina con la Luz de Cristo, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

Sin duda que hoy existen en el mundo secular y en la Iglesia católica una multitud de razones para tener una actitud de negatividad. Las tendencias políticas están alineadas contra la ley divina y la natural, de las cuales nos estamos alejando a una velocidad vertiginosa; nuestros pastores duermen en su trabajo jugueteando con los lobos, o están muy ocupados convirtiéndose ellos mismos en lobos. No necesito seguir enumerando los muchos problemas en particular que los afligen por todos lados. El asunto siempre es: ¿Qué vamos a hacer con la negatividad? ¿la enfrentaremos o la dejamos entrar haciendo que resida en nosotros y nos domine? No puedo evitar pensar en Denethor, en el Señor de los Anillos, el senescal que usaba la Palantir para observar, y vio la inevitable derrota de los buenos (que a lo más estaba haciendo una demostración patética) y el triunfo irresistible de Sauron; en resumen, estaba viendo justo lo que el enemigo quería que él viera y desespera.

En el Sábado de Pasión, en el rito tradicional romano, al final del Evangelio se lee:

“Todavía está con vosotros un poco de tiempo la Luz. Andad mientras tenéis Luz, para que no os sorprendan las tinieblas, que quien anda entre tinieblas, no sabe a dónde va. Mientras tenéis Luz, creced en la Luz, para que seáis hijos de la Luz. Esto dijo Jesús, y se fue y se escondió de ellos.”

Juan 12, 35-36

Estos versículos nos hacen pensar sobre cuanta oscuridad hay, y dónde todavía se encuentra la luz. Jesús habla como si la luz estuviera disponible solo por un determinado tiempo y que luego sería retirada. Pero Él también sugiere que aquellos que creen en la luz se convertirán, ellos mismos, en luz. Y luego se escondió.

Para mí, la Iglesia no es primariamente por la Iglesia. Es por la unión con Cristo. En  el bautismo yo morí y resucité con Él; en la Eucaristía yo Le recibo. Para mí, no existe otra razón de pertenecer a la Iglesia excepto que para garantizar la vida de la Vida, la luz de la Luz. La Iglesia me da acceso a Él por garantía divina, y es porqué soy católico. No soy católico con el fin de tener acceso al clero o incluso a la liturgia. Agradezco al (buen) clero y a la (buena) liturgia porque ellas me conducen más cerca de Él, que es mi vida y mi luz.

La Iglesia ha sido corrupta en su jerarquía en alguna otra época también, pero sobrevivimos a aquellas centurias y siguieron periodos de renovación, provocados por este o aquel reformador o movimiento de reformas. Nadie que haya vivido durante los tiempos de oscuridad ve la renovación que vino después. Los seres humanos generalmente no viven lo suficiente para ver cambios mayores de bien a mal o de mal a bien, que tienden a moverse a ritmo de un glaciar en comparación a la duración de una vida.

A diferencia de ciertas voces recurrentes por ahí que piensa que están “poniendo las cosas en perspectiva”, no creo que estemos pasando solo por otra crisis más, y sino la peor, entre muchas crisis que la Iglesia de Dios ha tenido que enfrentar durante veinte siglos de historia. Más bien, todo lo contrario: yo creo que estamos observando el punto histórico más bajo de la Iglesia Católica en la tierra, frente a la cual la crisis arriana del siglo cuarto o la revuelta Protestante del siglo dieciséis en comparación parecen bastante dóciles. Con todo, cualquiera que estuviera vivo en la época de San Atanasio de Alejandría podría haber apostado muy probablemente a la que la ortodoxia de Nicea estaría condenada al fracaso y desaparecería como algo natural. Lo mismo es verdad para ahora: están aquellos que apuestan a que el papado ha desaparecido, o que no hay una posibilidad de recuperación. Estamos condenados. Los católicos ortodoxos amantes de la tradición están sosteniendo una posición imposible. Son una minoría insignificante, que puede ser aplastados en un instante mediante los engranajes del poder. Esto es lo que nuestros Denethores católicos ven en sus Palantires de internet.

Pero ¿Por qué deberíamos creer que Satán finalmente ha dejado “perplejo a Dios”, que lo ha arrinconado en una esquina de la cual no hay escape? ¿Creemos tan fuerte el poder de Satán o tan débil el de Dios?

 Al final del día existen dos alternativas: fe o nihilismo.

Para el hombre que piensa se reduce a estos dos, y la única meta en la vida es llegar a ser santo o morir tratando de serlo.

Los santos son locos, pero también lo son los ateos (por ejemplo, Marx, Nietzsche, Derrida, Dawkins).  Prefiero quedarme con los santos. Llámalo una apuesta de Pascal actualizada: Prefiero arriesgarme con la promesa de la vida eterna con Cristo, que tirar la esperanza por el bien de la satisfacción temporal que es, en última instancia, insatisfactoria, a ser un pesimista o un escéptico que puede mirar a su alrededor al mundo y decir: “Así es: es un gigantesco y sin sentido desastre”. O: “La Iglesia es un gigantesco desesperanzado desastre. No es lo que dice ser. Cristo mintió o Él nos abandonó”. O: “El cristianismo es un gigantesco sistema de represión y explotación impulsado por la culpa, mediante el cual los pastores se benefician a expensas de las ovejas.”

No hace mucho tiempo leí la biografía de un abad trapense, Dom Gabriel Sortais, quien vivió entre 1902 y 1963. Él tenía un fiero temperamento, estaba involucrado políticamente y comprometido para casarse. Entonces escuchó el llamado monacal, abandonó todo y se convirtió en trapense (esto es, en un miembro de los Cistercienses de Estricta Observancia). Más lejos, mejor. Pero entonces, después de sus votos simples, entró en una total oscuridad donde no pudo pensar sin disgusto más en Dios o en la religión. Continuó haciendo actos de fe, y después de tres años, un buen día la oscuridad se desvaneció como las nubes dando paso al sol. Poco tiempo después fue elegido abad de la comunidad a la edad de 33, y tomó esta carga que no deseaba. Y luego entró en una segunda oscuridad, esta vez de la virtud de la esperanza. No podía creer que Dios lo amara o quisiera que él estuviera en el cielo, de hecho, creyó que estaba predestinado a condenarse y nada podía sacarlo de esta convicción. Esta oscuridad duró más que la primera, pero él se mantuvo con determinación, rezando simplemente por amor a Dios, como dijo en el momento, «incluso si soy un pecador y un náufrago, Dios sigue siendo bueno y merece mi amor, así que le daré todo lo que pueda.» Su fidelidad y amor en todo este tiempo de miseria interior ganó la jornada y cuando esta oscuridad fue por fin levantada, en él surgió una paz y confianza que nada pudo nunca más arrebatar, a pesar de las terribles pruebas.

Santa Teresa de Lisieux sufrió de una noche oscura similar al final de su vida. Ella dijo “solo alguien que haya pasado a través de un túnel como este, puede entender por lo que yo he atravesado.” Otros santos han pasado años de abstinencia de algún sentimiento o conciencia de Dios. Ellos se mantienen rezando y trabajando como lo han hecho antes. La luz al final no les falló. Incluso más, ellos mismos se convirtieron en “hijos de la luz”, y fueron a ver la Luz en persona, pero con esta ventaja: ellos ya habían sido purificados y no necesitaron purgar. Los santos que ahora reverenciamos como paradigmas de virtud, conocieron de las crisis interiores mientras vivieron en esta vida mortal. Aguantaron incluso cuando no podían ver a través de la neblina de la oscuridad. Por eso se hicieron santos (nadie empieza por ahí).

Se puede mirar a alguien así y decir: “Los santos están chalados.»

«No existe humanamente una buena razón para ellos para mantenerse creyendo, esperando y amando, cuando todo es oscuridad, vacío, sin sentido.” Y hay algo de verdad sobre su reacción, porque son locos. Pero los nihilistas y los ateos también son locos. De hecho, la mayoría de la gente sana está loca, porque pueden ver que Dios existe y, por tanto, da significado a todo, incluida la oscuridad, el sufrimiento, el abuso, el caos…y esto hace que lleguen a ser tontos por Cristo. O si no hay Dios la vida es un completo absurdo del cual los más coherentes se liberarán a través del suicidio (excepto que no existe una cosa tal como la coherencia, cualquier acción sería igualmente inútil).

He leído en internet mordaces relatos del infierno donde ciertos católicos han sido sometidos por el clero abusivo. No me atrevería darle un consejo tan trivial a una víctima así: “¡Ánimo, hombre, no es tan malo! Perdona, olvida y sigue adelante.” No, eso sería una nueva forma de crueldad. Pero si él deja de, o si deja de ir, a la iglesia, ¿Qué encontrará? ¿A Cristo más allá de la Iglesia visible? ¿A Dios más allá de la religión organizada? Eso ha sido probado: se llama Protestantismo, el cual evolucionó en el Protestantismo liberal que colapsó en el llano y simple liberalismo. No, nosotros interactuamos con Dios religiosamente, y recibimos y adherimos a Cristo en y como un cuerpo, y en y como Su Cuerpo. Ponemos nuestra fe en Cristo, no en la Iglesia; la Iglesia es el medio, no el fin, la apertura y no la destino. Somos salvados por Él, y no nos salvaremos apartados de Él. Esta es la fe básica del cristiano. Incluso en el peor de los tiempos tiene mucho que decir, especialmente porque si bien nadie que peregrine en la tierra es perfecto, hay laicos, religiosos y clérigos que son buenos, santos, generosos y sabios, y siempre los habrá. No todo es una tierra baldía.

Todos los que tratan de seguir a Cristo experimentarán pruebas, tal como Él lo prometió, y si los cristianos son serios acerca de ser discípulos; o si ellos están en una posición de liderazgo, se les puede garantizar que enfrentarán masivas crisis interiores. La pregunta que tengo que hacerme a mí mismo, y la pregunta que debes hacerte a ti mismo, es esta: ¿Estoy haciendo lo que necesito hacer para nutrir mi fe? Escuché a un sacerdote una vez decir en una homilía: “La fe es como un músculo: se hace más fuerte cuando lo ejercitas y se debilita cuando no lo haces.”

En un momento dado cuando yo estaba en la universidad alguien me recomendó que leyera un poco de uno los Evangelios cada día, para conocer mejor a Cristo, para encontrarme con Él de nuevo. Suena una manera muy fácil y simplista, pero hay mucha verdad en este consejo. Volviendo a lo que dije anteriormente, Él es la razón por la que hago todo, o al menos quiero que sea cierto lo que Él es. ¿Y por qué? “¡Jamás hombre alguno habló como este hombre!” (Juan 7, 46). Él es el único en el género humano, en la historia humana, que parece conocer la realidad de principio a fin, la mía, la tuya, la de todos, la de todo. Si Él no es verdadero, al que vale la pena seguir, por el que vale la pena vivir y morir, entonces nada lo es, porque nada más está a la altura. O más bien, todas las demás cosas son velas y Él es la Luz misma de la cual ellas se encienden.

Encuentro que leer cualquier parte de la Escritura, y especialmente rezar el Oficio Divino, tiene un efecto similar de fortalecimiento, enfoque y elevación. Se entra en contacto con el significado de las cosas, con el origen y el fin de la realidad, con el único que dice:” “Yo soy el que soy.” El contacto diario con Dios en la oración y en la lectura espiritual no hace que los problemas se evaporen o bajen de peso, o que cesen los males. Más bien los da la visión para ver a través y más allá de ellos; la capacidad para aguantar hasta que descansemos en Él, y la certeza de que los males del mundo son finitos, temporales y conquistables. Lo que también es válido para los males en el Iglesia.

Todos nosotros necesitamos mucha gracia para perseverar en la era más impía y descristianizada. Vamos a rezar más que nunca para que aumente la fe en Dios, la esperanza en Sus promesas y el amor por Su bondad, encendidos desde el horno ardiente de la caridad que es el Sagrado Corazón de Jesús.

Peter Kwasniewski

*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad

Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/in-a-world-full-of-negativity-believe-in-and-walk-by-the-light-of-christ

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/