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El infinito prometido. Perdonarse mutuamente

“Uno  de los deberes de marido y mujer, es perdonarse mutuamente por no entregarse el infinito, después de prácticamente prometerlo.”

El infinito prometido. Perdonarse mutuamente. Por Raoul Plus, S.J

(Preparación de los textos: Augusto Pozuelos)

¡Cuánto espera cada uno del otro, de esta unión aguardada, adivinada, descubierta, conocida y amada! “¿Es verdad, entonces, que el misterio del infinito está escrito en esta pequeña frente, que es toda mía?”, suspira el hombre en boca del poeta hindú Tagore. «Eres mitad mujer y mitad sueño».

¿Y qué serafín, qué príncipe de ensueño y héroe legendario con el que ella cree que se va a casar, cuya imaginación es más viva y más poderosa para evocar imágenes? Ah, la dulzura de amar, la dulzura de ser dos para conocer las profundidades inefables del corazón y el resplandor de su amor ardiente … Saber todo la capacidad que un alma tiene para sentir, comprender la gran fuerza magnética de los ojos, suspirar suavemente, mi frente presionada contra tu cabello, porque me siento tan pequeño ante el Amor que pasa. Pero incluso en el mismo momento del abrazo, qué difícil —incluso imposible— llegar a la perfecta unidad; se puede lograr la unión física, pero ¡cuán delicado es el logro de la unión de las almas! Como lo expresa un novelista inglés:

“La angustia de los que aman es causada por su impotencia para superar la barrera de su individualidad. Incluso en el amor no podemos escapar de la eterna soledad de nosotros mismos. Nos abrazamos sin poder fusionarnos en uno. . . Anhelamos ser uno solo y siempre somos dos. . . Estamos frustrados como lo estarían dos pájaros que buscaran unirse a través de un cristal”.

Así es incluso cuando los dos se entienden. En vano tratan de transfigurar la pobre realidad, buscan mantener más claro su ídolo ante la vista, cerrando los ojos y renovando las muestras del afecto, para compensar la flaqueza de la naturaleza presente en sus propios esfuerzos por la mutua ternura; sigue siendo cierto que siempre desean más de lo que poseen.

¿Qué importancia tiene que sus sustancias se entremezclan si sus conciencias permanecen separadas? ¿Y qué pasa con aquéllos que sólo se entienden a medias o no se entienden en absoluto? Su intimidad no sólo no es un intercambio mutuo, sino que su misma convivencia acentúa aún más su aislamiento. La poeta Anna de Noailles, que era infeliz en su vida de casada, expresó esta idea cuando dijo: «Estoy a solas con alguien».

Es un sufrimiento para dos que no se aman estar juntos; es un sufrimiento estar juntos si se aman, porque nunca saben si abrazan todo lo que realmente creen abrazar. Berdiáyev, autor de «El destino del hombre», expresa este sufrimiento del amor cuando dice: «Si el amor no correspondido es trágico, el amor recíproco quizás lo sea aún más».

¡Qué incorrecto pensar que no hay razón para la renuncia en el matrimonio!

El infinito prometido. Perdonarse mutuamente .Preparación de los textos: Augusto Pozuelos

Raoul Plus, S.J. (1882-1958) escribió más de cuarenta libros para ayudar a los cristianos a comprender el amor de Dios por el alma. Sus obras enfatizan el papel vital de la oración en la vida espiritual y muestran cómo se pueden vivir las verdades de la fe.

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Author: Marchando Religion
Marchando Religion. Redacción