¿Qué es el pecado original y cuales son sus efectos? ¿Cuál fue la esencia de ese pecado? Sobre esto y más, nos habla D. Vicente en este artículo
MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO. Pecado Original. Rev. D. Vicente Ramón Escandell
1. Relato Evangélico (Lc 1, 16-38)
Y al sexto mes, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David, y el nombre de la Virgen era María.
Y habiendo entrado el Ángel donde estaba María, le dijo: «Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres»: Y cuando ella esto oyó, se turbó con las palabras de él, y pensaba qué salutación sería ésta.
Y el Ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: he aquí que concebirás en tu seno y parirás un hijo y llamarás su nombre Jesús. Este será grande y se llamará Hijo del Altísimo, y le dará al Señor Dios el trono de David, su Padre: y reinará en la casa de Jacob por siempre, y no tendrá fin su reino».
Y dijo María al Ángel: «¿Cómo se hará esto, porque no conozco varón?» Y respondiendo el Ángel, le dijo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y te hará sombra la virtud del Altísimo. Y por eso el fruto santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios».
«Y he aquí que Isabel, tu pariente, también ella ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes a ella, que es llamada la estéril, porque no hay cosa imposible para Dios». Y dijo María: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Y se retiró el Ángel de ella.
2. Comentario Litúrgico
Henos ya en la Semana que precede inmediatamente al Nacimiento del Mesías: dentro de siete días lo más tarde le tendremos entre nosotros; tal vez, este Advenimiento tan deseado ocurra dentro de seis, de tres días, o mañana mismo según la extensión del Adviento que varía cada año.
La Iglesia cuenta ya las horas de espera; día y noche esta vigilante y sus Oficios toman una extraordinaria solemnidad a partir del 17 de diciembre. En Laudes varia diariamente las antífonas; en Vísperas exterioriza con majestad y ternura al mismo tiempo sus ansias de Esposa por medio de ardientes exclamaciones al Mesías, en las que le da todos los días un título magnifico tomado de los Profetas1.
3. Reflexión
El Pecado original causa la muerte y todos los restantes defectos de la naturaleza humana, en cuanto que por el pecado de los primeros padres desapareció la justicia original, que mantenía las facultades inferiores sometidas a la razón sin desorden alguno y hacia que todo el cuerpo estuviera bajo la potestad del alma sin defecto alguno2.
Con estas palabras nos presenta el Doctor Angélico, santo Tomás de Aquino, la situación del hombre antes y después del drama de la Caída y la pérdida del estado de justicia original en que había sido constituido por Dios.
El relato del Génesis nos presenta de un modo vivo y dramático, el proceso por el cual Adán y Eva perdieron la justicia original en que habían sido creados. En el mismo momento en que ambos cedieron a la tentación, transgrediendo el mandato divino de no comer del fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal, perdieron todos y cada uno de los dones sobrenaturales y preternaturales que adornaban su alma y su cuerpo.
¿Cuál fue la esencia de ese pecado? Sobre este punto se ha escrito y predicado mucho, aunque la mayoría de los Santos Padres y Doctores de la Iglesia, coinciden en que esta se hallaba en la soberbia, la cual movió a nuestros primeros padres a ceder a la tentación. Conociendo Adán que le era imposible igualarse absolutamente a Dios, dada su condición de criatura, quiso lograrlo adquiriendo un alto grado de ciencia, desproporcionado a la medida y altura que le correspondía, manifestando en este pensamiento una orgullosa sobreestimación de sí mismo.
Este pecado de soberbia de Adán, sin dejar de ser un pecado personal, sobrepasó su propia responsabilidad y adquirió una dimensión global. Pues, al ser constituido por Dios como Cabeza del género humano, su pecado no sólo le afecto a él como individuo, sino también a todos aquellos a quienes representaba. De ahí, las palabras de san Pablo a los romanos, que confirman esta realidad de la condición y del pecado de Adán: así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, todos serán constituidos justos3. De esta manera, desde Adán hasta nosotros y de nosotros hasta el final de los tiempos, todos los hombres son depositarios del Pecado Original en el momento de su concepción, del que sólo quedó excluida la Santísima Virgen María, preservada del mismo por especial designio divino.
Transmitido por generación natural, el Pecado Original priva a todo hombre que viene a este mundo de la Justicia Original, que santificaba el alma de nuestros primeros padres. Por esta santificación, el hombre gozaba de una profunda intimidad con Dios, una familiaridad que le permitía contemplarlo cara a cara. Sin embargo, perdida la gracia santificante, el hombre se convirtió en un extraño para su Creador, alejado de Él y, en cierto modo, su enemigo. Sólo la Justificación, que habría de traer el mismo Dios hecho hombre, podría restaurar en él esa antigua filiación y amistad, como atestigua el Apóstol: habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de Nuestro Señor Jesucristo.
Pero los efectos del Pecado Original en los descendientes de Adán no se limitaban a la perdida de la gracia santificante en su alma. También su naturaleza humana fue profundamente herida por él, quedando sumida en la ignorancia, la malicia, la concupiscencia y, finalmente, la muerte. Quedaba así la naturaleza humana privada de los dones de integridad, impasibilidad e inmortalidad, que habían adornado su naturaleza en el estado de justicia original.
En esta situación, queridos hermanos, nos encontró nuestro Dios y Redentor al encarnarse en el seno de la Santísima Virgen María: débiles de alma y cuerpo; cautivos del poder de Satanás; atraídos por el mal y débilmente inclinados a la virtud.
Pero, si por la arrogancia de un hombre vinimos a caer en tal desdichada existencia, por la humildad de un Dios vinimos a ser salvados y liberados, porque la soberbia del hombre, que es el mayor de los impedimentos que dificultan nuestra unión con Dios, puede ser confundida y curada por tan grande humildad de un Dios4.
4. Testimonio de los Santos Padres
SAN GREGORIO DE NISA (335-385)
¡Cuán bienaventurado aquel cuerpo que por la exuberante pureza de la Virgen María se vinculó a sí mismo el don del alma! En cada uno de los demás, apenas el alma sincera conseguirá la presencia del Espíritu Santo; mas ahora la carne resulta ser la mansión del Divino Espíritu.
Orat. in diem Nat. Christi
5. Oración
¡Oh Llave de David, y cetro de la casa de Israel, que abres, sin que nadie pueda cerrar, y cierras, sin que nadie pueda abrir! ¡Ven y saca de su prisión a los cautivos sentados en tinieblas y sombras de muerte!
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
1 PROSPERO GUERANGE, Dom: El Año Litúrgico, vol. I (Adviento – Navidad)
2 ST I-II, 85,5
3 Rom 5, 1
4 AGUSTIN DE HIPONA, San: De Trinitate, XIII
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