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Patriotismo o patrioterismo

Comenzábamos un artículo anterior poniendo esa frase de Santo Tomás de Aquino: “Después de Dios, a los padres y a la Patria es a quien más debemos”1, y esto nos da pie para considerar brevemente si muchas de las manifestaciones por las Patrias son muestras de patriotismo o de patrioterismo.

Patriotismo o patrioterismo. Un artículo de Alberto Mensi

¿Por qué me planteo esto? Porque Santo Tomás, con pluma magistral, pone en orden las distintas cosas.

Primero Dios, luego los padres y luego la Patria. Y esto no es un orden cronológico sino un orden ontológico, es decir, el orden de prioridades que tienen las cosas.

Por descarte podemos decir que el patrioterismo es esa exaltación del país, movido tan sólo por una motivación emocional, que puede tener en la historia personal, algunos elementos sustantivos que afloran en algunos momentos, pero que en definitiva son como casa sobre la arena. Patrioterismo está muy ligado al éxito y no a la Esperanza, porque se vive a flor de piel y como tal puede mudar rápidamente y caer en el desánimo o la bronca, ya sea que la falta de la virtud de fortaleza, ante ese obstáculo se de por vencida o se exaspere.

Muchas personas que se emocionan hasta las lágrimas al escuchar canciones patrias, que evocan hechos de gloria, que embanderan sus casas o sus pechos, sufren de este virus del patrioterismo y por ello decaen ante las dificultades.

Entonces ¿emocionarse hasta las lágrimas al escuchar canciones patrias es patrioterismo? No, de ninguna manera. ¿Evocar hechos de gloria o embanderar las casas o los pechos es patrioterismo? No, de ninguna manera. Y por supuesto que de ninguna manera y en ninguna medida juzgamos las intenciones o el interior de las personas.

Lo que si afirmo es que el virus del patrioterismo va vaciando a las personas de contenido, les va quitando el sentido viril de la vida, les afecta directamente su sistema inmunológico intelectual y volitivo. Los deja tan sólo con expresiones o manifestaciones sensitivas, pero que en el fondo están vacías.

Entonces el emocionarse hasta las lágrimas al escuchar canciones patrias es tan sólo una emoción a flor de piel sin raíz.

En este tiempo postmoderno que nos toca vivir, multitudes son formadas en las escuelas, y tambien por los medios de comunicación, que lo invaden todo, con un cierto barniz de patriotismo que termina convirtiéndose en patrioterismo, eso cuando les dan ese barniz porque en muchas escuelas ni eso siquiera. En muchas escuelas una formación para ir a trabajar como ciudadanos del mundo, piezas del engranaje del leviatán moderno, y algo de pan y circo para que se distraigan.

El patriotismo, como decíamos al principio siguiendo a Santo Tomás, es una virtud que comienza en Dios que nos ha creado, que nos ha dado todo con la vida y para la vida, no sólo esta vida terrena, sino que derramó su sangre para abrirnos las puertas de la vida eterna. Pretender un patriotismo tipo revolución francesa, exaltando mi tierra pero rechazando a Dios, es un contrasentido absurdo, absoluto y que no puede más que terminar en la anarquía o el comunismo. Por eso el liberalismo engendra necesariamente socialismo, porque no está centrado en Dios sino en mi libertad como un todo: “non serviam”2

Por ello no se puede formar, educar a las generaciones próximas en el amor a la Patria si no se edifica sobre el único fundamento que ha sido puesto: Cristo Jesús. Y ese amor a Dios no es algo que se pone de un día para el otro, es una tarea de tiempo, al menos en lo que a nosotros respecta. Dios puede obrar milagros cuando y en el modo que Él quiera, pero nosotros debemos obrar según un sano criterio y en base a nuestras reales posibilidades.

Y ese amor a Dios en que deben ser formadas las generaciones incluye necesariamente el amor, respeto y veneración para nuestros padres, para nuestros mayores, para los patricios, para quienes realmente construyeron la Patria.

Por eso cuando las fuerzas revolucionarias redactan historias a su uso y conveniencia, además de mentir, nos roban el pasado, nos paralizan en el presente y nos impiden el futuro que mereceríamos. De allí la importancia de conocer y reconocer nuestro verdadero pasado, con los triunfos y los fracasos, con las glorias y las miserias, con lo bueno y lo malo, porque ese es nuestro verdadero pasado. Como en nuestra vida, que no sólo es como nosotros quisiéramos que fuera, o como soñáramos que fuera, sino que nuestra vida es tal como es, con sueños, alegrías, penas, éxitos y fracasos, con virtudes y vicios, con pecados y resurrecciones.

Decir que nuestra vida es otra cosa, es una mentira que no nos sirve para nada. Está muy bien recordar siempre lo que nos hemos propuesto, lo que quisiéramos llegar a ser, para no perder el norte y seguir luchando. Pero debemos saber exactamente dónde estamos parados, no dónde desearíamos estar parados, porque el camino desde este segundo lugar es una fantasía, el camino desde donde estamos parados es el verdadero camino que debemos recorrer.

La Hispanidad ha sufrido demasiadas tragedias en el siglo XIX de manos del histórico enemigo ingles y de su masonería, y de nada vale tratar de enmascararlas, es preciso reconocer lo que estuvo bien y lo que estuvo mal en la Península como en las Españas de ultramar, porque desde allí vamos a poder construir un futuro de unidad.

Esto no significa volver al pasado, sino aprender del pasado para construir el futuro. Por algo se ha preocupado tanto el pirata inglés de construir, difundir y machacar con la leyenda negra hispana. Porque nos quiere robar el pasado para que no sepamos a donde ir, para que no sepamos dónde estamos parados. Es tan pernicioso y poco veraz decir que todo en la península fue bueno y justo y lo de América fue perverso, como decir que todo lo que paso en América fue bueno y justo y lo de la Península perverso, porque no es la verdad.

Aunque nos cueste debemos reconstruir toda la Historia con sus luces y sus sombras, con sus actos de grandeza y sus actos de vileza. Sólo así podremos poner la base de una reconstrucción de la Hispanidad, una verdadera federación de pueblos hispanos. Como diría magníficamente Juan Vázquez de Mella dirigiéndose a los pueblos americanos, recordándonos todo lo que España trajo a América: municipios, cortes, universidades, lengua y principalmente la verdadera Fe: “Recordad cómo toda esa inmensa cordillera de los Andes, con sus bosques y sus ríos, vibró como ara gigantesca, con sones de epopeya que todavía no ha podido igualar ningún pueblo de la tierra. Formemos ahora los Estados Unidos españoles del Sur, para contrapesar los Estados Unidos sajones del Norte3

¡Que María Santísima, Reina y Señora de la Hispanidad, reúna nuevamente bajo Su Manto a todos los hijos dispersos!

Alberto Mensi

1 Sum. Theol. II-II q.101 a 1

2 Non serviam: no serviré, grito de satanás rebelándose contra Dios, grito que repiten sus secuaces

3 Vázquez de Mella, discurso en el teatro de la Zarzuela, 31 mayo 1915

Nuestra recomendación: El día de la patria I

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Nuestra recomendación en el centro Pieper: El Apóstol Santiago, la Virgen del Pilar y la Evangelización de España


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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)