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Dios, sociedad y estado. Los fundamentos sólidos de un ordenamiento socio-político

Trataremos la relación entre Dios, los valores sociales y los fundamentos políticos. La libertad del hombre moderno produjo una sociedad vacía de fundamento trascendente e inmersa en el relativismo.

Dios, Sociedad y Estado. Los fundamentos sólidos de un ordenamiento socio-político. Un artículo de Leonardo Olivieri

Siguiendo nuestras reflexiones referidas a la serie de libros de Doctrina Pontificia, esta vez haremos especial referencia a la autoridad de Dios sobre el mundo, las personas y todo lo creado en general.

La primera afirmación que se hace es que Dios es fundamento y autoridad máxima de todo lo que existe, tanto a nivel individual como en lo social. Por encima de toda otra realidad está el sumo, único y supremo Ser, Dios, Creador omnipotente de todas las cosas, juez sapientísimo de todos los hombres. Así es que toda la humanidad entera está la autoridad de Cristo, sea tanto individualmente como colectivamente.

Por lo tanto, seguimos citando a Doctrina Pontificia, De la vida individual y social hay que ascender hasta Dios, causa primera y fundamento último, como Creador de la primera sociedad conyugal, fuente de la sociedad familiar, de la sociedad de los pueblos y de las naciones.

Es importante destacar que la autoridad de Dios no es extraña a los hombres, no está alejada de ellos, ni permanece oculta o en el reino de los cielos. Tal autoridad se manifiesta en las cosas y la vida cotidiana. Es el hombre, haciendo uso de su libre albedrio, quien tiene la facultad de aceptar o rechazar tal autoridad. Y es este fenómeno que percibimos en la actualidad: el rechazo de la autoridad de Dios y suplantada por un ideario revolucionario (en otros artículos haremos especial referencia a este tema).

El laicismo y la secularización son hechos sociales que reflejan tal alejamiento. Las ideologías liberales y progresistas amalgamadas en las perspectivas de género, expresan cabalmente una realidad social e individual sin Dios.

La respuesta de la doctrina católica sobre la sociedad y el hombre es clara: si se quiere llegar… a la mayor suma de bienestar posible para la sociedad y para cada uno de sus miembros por medio de la fraternidad o, como también se dice, por medio de la solidaridad universal, es necesaria la unión de los espíritus en la verdad, la unión de las voluntades en la moral, la unión de los corazones en el amor de Dios y de su Hijo, Jesucristo ( Doctrina Pontificia Volumen II)

Desarrollemos un poco este párrafo. Primeramente la prosperidad no sólo material sino espiritual de una sociedad llega solamente por medio de la aceptación y cumplimiento de los principios, valores y preceptos que emergen de la única Verdad objetiva que existe. La fuente moral de una vida individual y social ordenada es Jesucristo, Dios hecho hombre y la Revelación Divina con sus leyes y ordenamientos.

De ahí que es imposible separar la estructura normativa-política de una sociedad con respecto a la religión, entendida ésta como el fundamento de la fe y a partir de la cual se construye todo ordenamiento socio-político. Por lo tanto, podemos decir que las creencias religiosas cristianas han sido siempre las bases de la conformación de toda sociedad bien ordenada.

Es por eso que la Iglesia resalta que debilitada y perdida la fe en Dios y en el Divino Redentor y apagada en las almas la luz que brota de los principios universales de moralidad, queda inmediatamente destruido el único c insustituible fundamento de estable tranquilidad en que se apoya el orden interno y externo de la vida privada y pública, que es el único que puede engendrar y salvaguardar la prosperidad de los Estados. (Doctrina Pontificia Volumen II)

Por lo tanto, el postulado del liberalismo que separa la Iglesia del Estado, o sea lo fundamentos morales cristianos de toda acción estatal y política, lo único que se logra es potenciar una concepción moral basada solamente en el hombre como centro. En todo caso, la misma política en su propia dinámica se auto-justifica, negando que existan condicionamientos externos a ella.

De ahí que en los tiempos que vivimos escuchamos decir que “todo es política”, que nada escapa a la elección ideológica que cada uno de nosotros debe hacer para poder apreciar la realidad. En suma, todo es política y todo es ideología, lo que lleva a considerar que todo es lucha por el poder y hay pluralidad de verdades; todas ellas son parciales y relativas.

La visión postmoderna nos impone una realidad completamente fragmentada en donde la unidad es temporal y su fundamento débil. Lejos del derecho natural, se instaura una concepción puramente humana del orden político-social, que va desde una perspectiva convencionalista hasta una visión estructurada en las relaciones de poder. Nada hay fuera de todo lo humano.

A diferencia de lo que acabamos de exponer, la doctrina católica plantea la necesidad de construir, o mejor dicho, de re-instaurar la cristiandad en un nuevo orden del mundo sobre el fundamentado sobre las bases del Derecho natural y de la revelación divina. Y ello implica, esa una obediencia absoluta a Dios (como único creador) y se extiende a todas las esferas de la vida. Asimismo, las que las cuestiones de orden moral exigen la conformidad con la ley divina y, por esto mismo, la armonía de los mudables ordenamientos humanos con el conjunto de los inmortales ordenamientos divinos.

Por lo tanto y a manera de resumen: la política orientada hacia las eternas verdades y siendo las leyes de Dios la base necesaria y real para todo el conjunto social y política. Y es a partir de ello que una sociedad se vuelve justa y equitativa.

Leonardo Olivieri

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Author: Leonardo Olivieri
Tradicionalista Catolico, Licenciado en Ciencia Potitica por la Universidad de Buenos Aires, posgrados en ecomonia e integracion regional. Además músico.