En nuestra sección A la luz de la Palabra, hoy profundizamos en Mateo 24, conocido como el Apocalipsis abreviado
Mateo 24: «En razón de los elegidos serán acortados esos días». Un artículo de Alberto Mensi
“Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; más por razón de los elegidos serán acortados esos días. Si entonces os dicen: <Ved, el Cristo está aquí o allá>, no lo creáis. Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, y harán cosas estupendas y prodigios, hasta el punto de desviar, si fuera posible, aún a los elegidos. ¡Mirad que os lo he predicho! Por tanto, si os dicen: <está en el desierto>, no salgáis; <está en la bodega>, no lo creáis. Porque así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Allí donde esté el cuerpo, allí se juntarán las águilas”
San mateo 24, 22-28
Es imposible para nosotros poder comprender lo inconmensurable del amor de Dios. Amor con el que nos ha creado, con el que nos mantiene, con el que nos cuida y cuidará hasta el final.
Dios nos ha creado para que seamos felices, en cuanto somos capaces por la esperanza en esta tierra, y plenamente en la vida bienaventurada.
El Apocalipsis es un libro muy poco leído y peor aún, mal leído. Visto a vuelo de pájaro es considerado como una serie de figuras plásticas de horrores y catástrofes que se suman unas a otras y sirven para meter miedo y que los chicos se porten bien.
Pues eso es lo que quisiera el maligno, que nos afinquemos en esta imagen del Apocalipsis para que lo desechemos por completo.
Otros pretenden encontrar en él una especie de noticiero de lo que está sucediendo, minuto a minuto, con la noticia justa, y para este momento. Lo cual hace que perdamos de poner la esperanza en Dios que reveló este libro, y la transformemos hacia el libro que nos dio Dios, lo cual es exactamente al revés.
Dios que es misericordioso y que nos ama con amor inconmensurable nos ha revelado a través de San Juan este texto para confirmar nuestra esperanza, para que no desfallezcamos, para que no nos escandalicemos ante las cosas que suceden.
Somos de tiro tan corto que ante la primera crisis grave estamos dispuestos a salir corriendo en búsqueda de lo que se presente como Cristo aquí o allá, afuera, cerca o lejos. Queremos una religión snack que me diga lo que quiero ya mismo, pero nuestros tiempos no son los de Dios, ni nuestros caminos son los de Dios, por eso Dios que nos amó primero nos marca el camino.
Para leer el Apocalipsis, para leer el capítulo 24 de San Mateo llamado el Apocalipsis abreviado debemos, primero que nada, estar dispuestos a corregir nuestros criterios, según los criterios de Dios, estar dispuestos a modificar nuestros tiempos, según los tiempos de Dios, y dejar que sea Él quien ponga primero la mano y como tiernos niños asirnos a su mano amorosa de Padre para escribir lo que él nos va guiando que escribamos.
Graves cosas suceden y sucederán en aumento a medida que nos acerquemos a los momentos finales, pero debemos confiar en la protección de nuestro Padre que conoce nuestra debilidad y las acortará justamente para que no caigamos. Esta parte del Evangelio debería conmovernos hasta las fibras más íntimas de nuestro ser viendo la consideración que Dios tiene con nosotros: “Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; más por razón de los elegidos serán acortados esos días”1.
Simplemente nos quedamos en que los tiempos serán terribles, desastres naturales, guerras y rumores de guerra, nos quedamos en el fuego de artificio y no ponemos nuestra atención de cristianos en dos verdades fundamentales, hoy rechazadas explícita o implícitamente por este mundo ateo y descreído:
La primera es que Cristo ha de regresar y su regreso no ha de ser de incógnito, sino que será la manifestación clara y explícita de que Él es Dios, es nuestro Rey y Señor: “Porque así como el relámpago sale del Oriente y brilla hasta el poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre”2.
La segunda es que aunque el demonio se desespere viendo que se acaba su miserable principado y se vuelque a destruir a los cristianos, Cristo ha de acortar esos días terribles de manera que nadie desespere por el tiempo, nadie sea tentado de una manera mayor a sus fuerzas.
Que Cristo Jesús muerto y resucitado transforme nuestros corazones, nuestras inteligencias y fortalezca nuestras voluntades.
Que María Santísima Madre Dolorosísima nos conceda una verdadera y total conversión y la gracia de la perseverancia en estos tiempos calamitosos.
¡¡AVE COR MARIAE!!!
Alberto Mensi
1 Mateo 24, 22
2 Mateo 24, 27
Nuestra recomendación externa: El Salvador de Toledo
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