nueva evangelización

La nueva evangelización de Santo Domingo

La nueva evangelización que propuso Santo Domingo estableció que sus frailes se mantuvieran en marcha, pero con su vida interior enraizada en Dios.

La “nueva evangelización” de Santo Domingo tuvo éxito por su radical adherencia a Cristo, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

El 4 de agosto, en el antiguo calendario romano, es la fiesta de Santo Domingo. En el calendario nuevo es el 8 de agosto. Cualquier sea el calendario que estemos usando, debemos volcar nuestras mentes, a principios de agosto, a uno de nuestros mayores santos, predicadores y fundadores de órdenes religiosas, no solo para pedir por su intercesión, sino también para preguntarnos que nos puede mostrar hoy en nuestra propia situación.

En la misma fundación de su Orden, Santo Domingo vio que era mejor que sus pocos hermanos estuvieran dispersos, que se mantuvieran en marcha, estuvieran en movimiento, procurando que su vida interior no se esparciera, sino que estuviera firmemente enraizada y descansara en Dios. Cuando propuso dividir el pequeño grupo y enviarlos a los cuatro rincones de Europa, señaló que estaba dividiendo a un delicado organismo. Su respuesta es clásica: el grano que se guarda en un contenedor se pudre, sin embargo, cuando se esparce por el suelo, brota y se propaga. Él sabía que su éxito espiritual dependía de conservar un monedero vacío, un corazón lleno, los pies inquietos, listos para llevar el Evangelio donde fuera.

Una “nueva evangelización” fue puesta en marcha en el siglo trece por los itinerantes mendicantes (esto es, mendigos caminantes), es decir, los dominicos y franciscanos, y fue un gran éxito, cuyos efectos aún permanecen con nosotros hasta hoy. Pero nosotros rara vez nos detenemos a preguntar la razón de porqué fueron tan exitosos, y porqué su éxito ha variado a lo largo de los siglos. Todo tiene que ver con la radicalidad de esta original visión compartida por Domingo y Francisco, seguir en la pobreza al Cristo pobre, y al grado de fidelidad a esta radicalidad.

Cuando las comunidades no le temían y no se aferraban a nada, confiando en la Providencia Divina, enfocada en Cristo crucificado, ellas florecían.

Tan pronto como sus prioridades se convertían en la riqueza y el confort, perdían su influencia evangélica en la sociedad y se convertían en otro portavoz de la satisfacción mundana. Es como la música sacra barroca que comenzó como una alabanza retórica y luego derivó en una emulación de la ópera. Emocionalmente evocaba más al heroico castrato y su affaire amoroso con la contralto que el Santo Sacrificio, que une la tierra con el cielo.

La reforma en la Iglesia siempre ha significado una cierta simplificación, remembranza de un pasado puro, arrepentimiento de la auto-indulgencia, un firme compromiso de “seguir desnudo al Cristo desnudo”, como Santo Tomás de Aquino describió su objetivo, citando la frase de Jerónimo tres veces (Contra retrahentes 15; Contra impugnantes 6; ST II-II, q. 186, a. 3, ad 3). Los grandes fundadores religiosos nos ayudan a entender lo que es la simplificación y lo que no es. Ninguno de estos fundadores intentó hacer una religión “barata”. Cuando se trataba de las iglesias, ellos las construían bien, bellas, robustas y hasta grandiosamente. Nada inferior puede ser dado a Dios, especialmente en la sagrada liturgia. Cuando se trataba de ellos mismos, sin embargo, ellos se despojaban de su vida de posesiones, dependencias, distracciones, ubicaciones permanentes, esforzándose por ser lo más simple posibles en adhesión al supremo Bien. Su meta fue permanecer en el que simple permanece.

En su libro Staying Tender: Contemplation, Pathway to Compassion (Angelico Press, 2020), el padre Luke Bell, o.s.b., ha escrito algunas hermosas líneas sobre los dos tipos de permanencia que, en la superficie, parecen contrarias, pero que apuntan a la más profunda unidad. San Benito ilustra e inculca perfectamente el primer tipo; Santo Domingo y San Francisco el segundo. El primero, el ideal del patriarca del monacato occidental:

“La tradición contemplativa es acerca de permanecer en este Absoluto y encontrar la vida ahí, una vida que está en una comunicación de corazón abierto con otros en lo profundo de su ser. Es acerca de la pertenencia y de la permanencia. Su práctica se caracteriza por la pertenencia. Una de las promesas que el monje benedictino hace es la de estabilidad: él permanecerá en la vida monástica normalmente en un solo lugar durante toda su vida. Es la perseverancia en esto, no el aprendizaje o las habilidades prácticas, lo que determina si alguien puede llegar a ser un benedictino (…) Una vez que ha llegado a ser un monje, normalmente permanecerá en la clausura del monasterio y las cosas ahí debieran arreglarse de tal modo que en lo posible todo lo necesario esté dentro de la clausura (…) Todo esto es la expresión práctica de una verdad espiritual: que Dios permanece y permaneciendo en Él encontramos vida y amor. Ya que el monasterio es el lugar de adoración de Dios y de oración, tanto como a lo que está ordenado y por quién está ahí, representa la Nueva Jerusalén donde Dios es todo y en todo. Perteneciendo ahí en el espíritu correcto (el cual no es básicamente un espíritu quejumbroso) es un medio de permanecer en Dios.”

Luego, el padre Bell se vuelve al caso más paradójico de los frailes mendicantes, hijos de Domingo y de Francisco, cuyo modo de vida parecería contradecir el sublime relato de la vida religiosa de arriba:

“La verdad espiritual que tiene esta expresión en la perseverancia en el monasterio puede ser expresada también no perteneciendo a ninguna parte en este mundo. Los frailes mendicantes siempre estuvieron moviéndose a un nuevo lugar, siempre en un peregrinaje, porque nada en este mundo permanece como permanece Dios. Así como un monje permitirá que el pertenecer en un lugar apunte más allá de sí mismo para permanecer en Dios, un fraile permitirá que el permanecer solo en Dios para enseñar que “aquí nosotros no tenemos una ciudad permanente, sino que buscamos una por venir.” Espiritualmente son idénticas en su arraigo en Dios; una manifestando esto al estar en un solo lugar, la otra no estando en ningún lugar. El mundo creado muestra, y a la vez oculta, lo divino y así puede hablar de ambas positiva y negativamente. Representa la permanencia en Dios en un lugar establecido de residencia; muestra, a través de aquellos que tienen un estilo de vida itinerante como fue la de su Señor, que no puede ofrecer la morada absoluta que está solo en Dios.» (págs. 13-14)

El fiel laico puede aprender mucho de ambos modos de pertenencia, los cuales son vividos en plenitud por aquellos que han consagrado todo a Cristo.

Por otro lado, existe una actitud interior de perseverancia que corresponde a la estabilidad benedictina. Estamos enraizados a nuestro llamado, a nuestra esposa e hijos, a las responsabilidades familiares, a nuestro trabajo, a nuestras buenas obras, pase lo que pase y a pesar de los obstáculos, los que nunca estarán ausentes. Por otro, existe una puesta de uno mismo a la voluntad de Dios que corresponderá al desprendimiento y la movilidad de los mendicantes.

Por supuesto que los laicos no se supone que estén siempre en un “proceso de flujo”, siempre “en movimiento”, ya que eso sería poco saludable para la mayoría de las familias (por decir lo menos). Pero podemos vivir en este mundo como si no estuviéramos inmersos en él. Podemos transitar por él como si no estuviéramos atados a este; podemos ordenar nuestros días cada vez más cortos al Día eterno del Señor, y de esta manera, lo que somos, hacemos, sufrimos no se pudrirá del egoísmo, sino que brotará y se extenderá en la fecundidad del amor.

Peter Kwasniewski

*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad

Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/saint-dominics-new-evangelization-succeeded-because-of-radical-adherence-to-christ/

Nuestra sugerencia de lectura para este artículo

https://marchandoreligion.es/2019/08/santo-domingo-muestra-al-mundo-moderno-como-verdaderamente-cuidar-del-pobre/

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/