Profundizando en la vida de familia hoy nos adentramos en los vínculos de la unión conyugal
Los vínculos de la unión conyugal. Por Raoul Plus, S.J
Los cuatro vínculos de la unión conyugal son: El vínculo de las conciencias, el vínculo de los intelectos, el vínculo de las almas y el vínculo de los corazones.
El vínculo de conciencia: esto significa que marido y mujer deben tener las mismas normas para juzgar entre el bien y el mal.
¿No es demasiado claro que si no tienen un punto de vista idéntico en su apreciación de la ley de Dios, se introducirá una desunión fundamental en el fundamento mismo de su unidad? Si uno, por ejemplo, se aferra al principio del amor libre mientras que el otro defiende el principio de la unidad en el matrimonio, ¿puede haber una comunión completa? O si uno está decidido a acatar las exigencias de la ley moral en el difícil deber de la procreación mientras que el otro no tiene intención de abstenerse de las últimas prácticas de control de la natalidad o del onanismo, ¿no habrá una lucha constante en su hogar, y eso en lo que respecta a sus relaciones más íntimas? Si ambos no están de acuerdo sobre la cuestión de la educación de sus hijos, uno insistirá en la educación secular, el otro en la educación católica, y de nuevo se producirá el conflicto.
El vínculo del intelecto: este vínculo no es tan esencial como el primero; no está en el ámbito de los requisitos estrictos, sino de lo deseable.
Se puede ganar mucho de las experiencias de lectura compartidas, de un intercambio mutuo de impresiones artísticas y observaciones psicológicas.
Para ello, no es necesario que la esposa comparta el trabajo de su esposo. Basta con que ella pueda interesarse por su profesión. Tampoco es necesario que tengan los mismos gustos, la misma perspectiva; una cierta diversidad de mentalidad, por el contrario, es deseable a condición de que haya posibilidades de intercambio mutuo de ideas que conduzcan a un enriquecimiento mutuo.
Eso supone evidentemente una gran simplicidad, tanto en el marido como en la mujer, una libertad amorosa en sus comunicación de ideas, un reconocimiento muy humilde de cualquier calidad superior en el otro, toda una buena fe que hace que cada uno esté dispuesto a ceder a las ideas del otro cuando sean mejores.
El vínculo de las almas: No basta con disfrutar de un intercambio de ideas solo en asuntos profanos. Es muy deseable que haya armonía de acción en el dominio de lo espiritual, lo sobrenatural . . . oración juntos . . . meditación en común . . . recepción de la Sagrada Comunión juntos.
El padre Doncoeur y varios otros llegan incluso a aconsejar que se haga el examen de conciencia en conjunto, con la amonestación mutua y las resoluciones mutuas. Esto sin duda requeriría una delicadeza extrema y no podría recomendarse de manera tan general como las sugerencias dadas anteriormente. ¡Pero qué hermoso es cuando marido y mujer son como un libro abierto el uno para el otro! ¿Es bueno contarnos las gracias recibidas de Dios, las aspiraciones del alma a ser santa, a convertirse en santa? Sí, desde luego, con la condición de que todo se haga con sencillez, con espontaneidad mutua, sin ninguna restricción, exageración o artificialidad. ¿Por qué debería uno esconder perpetuamente de su compañero de vida lo mejor de sí mismo? Algunas personas permanecen demasiado reticentes y es un obstáculo para grandes profundidades de intimidad.
El vínculo de los corazones: Cuántos en el matrimonio se aman egoístamente, se muestran exigentes, malhumorados, ansiosos por recibir, pero nunca generosos en dar.
Hay tanto egoísmo en ciertas familias, incluso aunque están muy unidas.
El remedio es sobrenaturalizar los afectos; pasar cuanto antes del amor apasionado al amor virtuoso y hacer del amor conyugal un ejercicio permanente de la virtud teológica de la caridad.
Raoul Plus, S.J. (1882-1958) escribió más de cuarenta libros para ayudar a los cristianos a comprender el amor de Dios por el alma. Sus obras enfatizan el papel vital de la oración en la vida espiritual y muestran cómo se pueden vivir las verdades de la fe.
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