“Anunciadlo entre las naciones y hacedlo oír; levantad estandartes, hacedlo oír”. Jer. 50, 2
Levantad estandartes. Un artículo de Alberto Mensi
Banderas al viento
Mañana apacible de octubre.
Se anuncia un buen día de sol, de claridad tranquila.
A lo lejos nos espera el Santuario, la Basílica que se yergue majestuosa con sus agujas elevadas como súplica al cielo y que encierra como estuche valioso a la Patrona de estas tierras, la Reina y Señora de esta porción de la Cristiandad.
Este camino que iniciamos me hace pensar en el camino que deberemos recorrer para reconstruir la Cristiandad.
Será un trabajo de tiempo.
Habrá que poner todo de nosotros.
Pero el resultado depende de Dios.
Cuando empezamos ese caminar de 100kms parece un camino larguísimo, interminable.
Más adelante aparecerá el cansancio, el sueño, las ampollas, el desánimo, los dolores en distintas partes del cuerpo.
Más adelante el camino se nos hará mucho más largo, realmente interminable.
Mucho más largo cuando consideramos cuán pocos somos. Parece una misión imposible.
¿Reconstruir la Cristiandad? ¿No será una locura? ¿Nosotros? ¿Y quiénes somos nosotros para tamaña empresa?
Pareciera que predominan los nubarrones y el chubasco por encima del viento y el cielo azul.
Y es en estos momentos cuando hay que desensillar y considerar tranquilos aquellas cosas que nos preocupan.
El diablo tienta, pero lo hace en la oscuridad, en las sombras, oculto. Por ello hay que poner estos pensamientos a la luz, entonces el diablo huye y el problema queda en su real magnitud.
¡Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!
El primer paso será el de convertir nuestros corazones a Dios y para ello el camino más corto, más perfecto, más seguro es el Corazón Inmaculado de María.
A Ella haremos o renovaremos mañana a la noche nuestra entrega total y absoluta con la hermosa oración compuesta por San Luis María Grignion de Montfort.
Paralelo a esto debemos comenzar a formar, educar, iluminar nuestra inteligencia con buenos libros de autores de reconocida ortodoxia que nos formen en los conceptos que hacen a la Cristiandad.
Tenemos que tener las ideas claras, la inteligencia debe estar muy bien formada.
Y la voluntad debe ser educada día a día para que no se desvíe del camino que marca la inteligencia.
Recuerdo cuando llegábamos al pueblo en la madrugada, ruta toda oscura, lluvia, mala demarcación de la ruta. Era fundamental tener buenos focos para ver bien el camino para recorrer. El motor me lleva, acelera o disminuye la velocidad según le marco, pero lo fundamental es saber por dónde debo ir.
Como en la vida.
Hay momentos para reflexionar.
Hay momentos para planificar.
Hay momentos para actuar.
Y ahora hay que caminar. Ahora debemos devorar kilómetros, debemos afrontar el viento y el sol.
Manos fuertes llevan apretados los palos de los que penden nuestras banderas, nuestros estandartes.
Alzar banderas al viento.
Esta juventud avanza con paso decidido para alcanzar la meta.
Como en la vida.
La meta es reconstruir la Cristiandad y todo esfuerzo vale la pena. Cada uno haciendo lo que tiene que hacer en el lugar que le corresponde.
No solamente caminamos a la casa de Aquella que es la Reina y Señora de la Cristiandad, caminamos de la mano y bajo el manto de la Reina y Señora de la Cristiandad.
Si caminamos ahora, es porque Ella nos llamó.
Si perseveramos es porque Ella nos sostiene.
Si tenemos dudas, Ella las disipa.
Si queremos conocer, Ella nos enseña.
Si flaquean nuestras fuerzas, Ella nos fortalece.
Si descansamos, Ella vela nuestro sueño.
Pretender construir la Cristiandad sin Ella es imposible.
Primero debemos entregar de manera total y absoluta todo lo que somos y lo que tenemos a Su Corazón Inmaculado, y a partir de allí, con Su guía amorosa, estudiar, fortalecernos, unirnos, luchar.
Todo paso dado fuera del camino que Ella nos marca, es paso que nos aparta de la voluntad de Dios.
Por ello digamos una y mil veces:
“Somos todo tuyo Reina nuestra y Madre nuestra, y todo lo que tenemos Tuyo es. Sé Tú nuestra luz y guía en todo”.
Alberto Mensi
Pueden leer el artículo anterior y que da inicio a esta peregrinación: Nuestra Señora de la Cristiandad
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