Las almas de los justos, ¿Dónde están-MarchandoReligion.es

Las almas de los justos, ¿Dónde están?

“Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. “(Sabiduría 3, 1-3)

Las almas de los justos, ¿Dónde están? Un artículo de Sonia Vázquez

Hoy traigo a mi meditación personal un pasaje del libro de la Sabiduría y aunque hablo de “meditación personal” les voy a invitar a que vengan conmigo a este tiempo de intimidad en el que Jesús me habla y nos habla a todos, a Vds. y a mi, a través de las Escrituras.

Es un texto que escucho frecuentemente por mi trabajo de organista, ya que su lectura es habitual en muchos funerales de exequias, lejos de resultarme cansino, me interpela una y otra vez a pensar en ese momento único e inevitable en nuestra vida, la muerte.

El autor del libro de la Sabiduría, no sólo habla a los “suyos”, sino que lanza un mensaje también para los paganos y esto mismo puede ser extrapolable a nuestros días. Cuántas personas acuden a los funerales por un mero formalismo con la familia y de repente se encuentran de bruces con este texto. Lo bueno de la Palabra de Dios es que es atemporal y le dirige las mismas preguntas y afirmaciones a una persona del siglo V que a uno del siglo XXI.

“Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento”. Nos podemos preguntar quiénes son los justos o cómo se alcanza ese estado si es que es posible para cualquier mortal, ¿Entro yo en el grupo de los justos? ¿Es mi madre, mi vecino o el que pasa por mi lado en la calle del grupo de los «justos»? Nosotros podemos estar ahí, claro que sí y si no lo estamos, podemos desde este mismo momento intentarlo.

Hoy en día están muy de moda términos como “solidaridad”, es decir implicarnos en distintas causas que los gobiernos nos proponen. Ser solidarios responde a aquella propuesta que nos lanza el mandatario de turno, algunas pueden ser coherentes y otras, completamente absurdas pero si «cumplimos» con esto y somos obedientes, se nos considera “solidarios”, es decir obtenemos el pase de buenos ciudadanos. Hay que tener cuidado con esto porque en ocasiones, las leyes de los hombres contradicen a las leyes de Dios. Lo vemos hoy en día con el asesinato de bebés en el vientre materno, con la aprobación del asesinato de enfermos y dependientes. Así que, en principio, el término «solidario» no es equivalente al “justo” del que nos habla el libro de la Sabiduría.

Ser «justo» es el llamado que Dios nos hace a cada uno de nosotros para gozar de una felicidad absoluta tanto en este mundo como en la vida eterna. ¿No se nos vende todos los días una nueva receta del bienestar con fecha de caducidad del día siguiente? El Señor nos ofrece una felicidad extrema y diaria, sin alicientes ni conservantes y aún encima, gratis

“El justo” es aquel que cumple la voluntad de Dios, es decir, que practica y se esfuerza en el mandato del amor y por extensión el cumplimiento de los mandamientos.

Sintetizando, ser justo es algo tan simple y a la vez tan complicado como amar a nuestro prójimo, amarlos en el sentido más amplio de la palabra, como Dios nos ama, como Jesús nos enseñó a amar, sin hacer acepción de personas, sin clasificaciones, sin favoritismos, amando al que nos hace bien y amando al pecador, deseando su conversión.

Amar a nuestros padres, esforzarnos por darles una vejez llena de cariño. Desvivirnos por nuestra familia y desear para ellos lo mejor, es decir, el cielo. No anhelar las riquezas de otros, apreciar lo que Dios nos da a través de su infinita bondad. Compartir y repartir aquello que podamos. No calumniar con nuestra lengua, ni difamar. No utilizar nuestro cuerpo meramente para el placer, sino como templo del Espíritu Santo. Ser honrado con nuestras obligaciones tanto con nuestros superiores como con aquellos que nos prestan un servicio, así como hacia nuestros deberes de ciudadanos con el Estado. Acudir a la Santa Misa, recibir los Sacramentos y ser apóstoles en medio del mundo, dar testimonio público de nuestra condición de Cristianos. Ser justo y parafraseando a Machado no es otra cosa que ser, “en el buen sentido de la palabra, bueno”.

¿Cómo se puede llevar todo esto a buen término? Sencillamente sumergiéndonos en la Biblia. Háganse una propuesta a sí mismos, empezando por ejemplo con 15 minutos diarios en los que leamos un pasaje de la vida de Jesús, nos metamos en esa escena, seamos uno más de los que pasan por allí. Después hagamos unos minutos de silencio para ver que nos dice el Señor a cada uno de nosotros. Sí, Dios nos habla aunque parezca increíble, ¡Pruébenlo y lo comprobarán! Hagan la prueba hoy mismo con este texto del libro de la Sabiduría, ¿Es Vd. el justo o el insensato?

“No los alcanzará ningún tormento”, el final de nuestra vida nos sitúa en un juicio inevitable y el que se ha esforzado por una vida santa, incuestionablemente verá a Dios por lo tanto gozará de una paz plena. He visto morir a mucha gente pero viene a mi cabeza un gran amigo que encajaría en el perfil del “justo” y me dijo en ese momento final, “me quedan dos meses de vida pero estoy feliz, no tengo ningún miedo, voy a ver a Dios”. Esto no es un cuento, es real y murió con dicha, era feliz aquí en la tierra, muy feliz, pero consideraba que su salida de este mundo todavía le abría las puertas de una felicidad mayor.

El que se sitúa como espectador y va a dar el pésame viendo en la muerte una gran desgracia sin sentido, es ese personaje que nos presenta la Sabiduría como los “insensatos”:

“Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción”

¿No es el pensamiento de tantas personas hoy en día que se preguntan que pinta un Dios que permite la muerte? Dios no permite la muerte, al contrario, nos regala la vida eterna, pero en nuestra libertad nos deja elegir, no nos fuerza a amarlo. Pudiendo tener un brillante, ¿Quién escogería una piedra? Un ignorante y tengan por seguro que los hay.

Sin duda alguna la despedida es triste y nos revienta el corazón de pena, pero piensen cuando un hijo, por ejemplo, se va a vivir a otro pais por una mejora laboral y los padres anulan esa pena con la alegría de que va a tener un futuro mejor. Demos gracias a Dios porque existe el cielo, es algo real y allí descansan las almas de los justos.

El otro día hablando con una persona que roza los noventa años, me decía que sentía una paz total cuando rezaba porque tenía la certeza de que los que la habían precedido estaban gozando de Dios y eso, conjuntamente con los Sacramentos, la reconfortaba y la animaba a perseverar y así nos lo confirma la Sabiduría: “Pero los justos están en paz”

Simplemente un añadido final, lean y mediten mucho esta frase que les acabo de resaltar: “los justos están en paz”. Deseen ser justos o si prefieren el término «santos» o «buenos», con el que más cómodos se sientan, la «santidad» no es exclusiva de los santos del almanaque, nosotros, Vds. y yo podemos también intentarlo, caeremos una y mil veces pero recuerden que tenemos el sacramento de la Confesión para resetearnos y empezar otra vez. Podemos ser justos y debemos serlo, ¡Anímense, nos espera el cielo!

Para finalizar les dejo este poema de Machado, un hombre sencillo sin más pretensiones que morir en paz y que resume, bajo mi punto de vista, lo que es llevar una vida santa, la que podemos llevar cualquiera de nosotros: “Converso con el hombre que siempre va conmigo, quien habla solo espera hablar a Dios un día

Sonia Vázquez

*En recuerdo de mi amigo Carlos, que encarna perfectamente la figura del justo y mientras escribo este artículo me comunican su fallecimiento. D.E.P amigo querido

Nuestra sección recomendada: A la luz de la Palabra

Libro de la Sabiduría: Catholic.net

Libro de la Sabiduría: Vatican.va

«Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
ya conocéis mi torpe aliño indumentario,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
quien habla solo espera hablar a Dios un día;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.»

Antonio Machado


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Author: Sonia Vázquez
Soy Católica, agradezco a mis padres su empeño y dedicación en el cuidado de mi alma. Estudié la carrera superior de piano y a la par, la de Informática, en el área de programación. Profesionalmente estuve ligada durante años al sector de las Telecomunicaciones, que me siguen entusiasmando, pero mi pasión es la música a la que, a día de hoy, me dedico profesionalmente y al cien por cien. Trabajo como organista, dirijo varias corales y he impartido conferencias sobre la música Litúrgica. Me he formado en Teología, Música Litúrgica y órgano. Mi meta es Dios, la salvación de mi alma y la de aquellos a los que amo. Estoy felizmente casada, somos una familia en Cristo, en la foto me podéis ver con uno de los miembros de nuestra familia, Pastor. Vivo en Galicia, miña terra nai