ángeles de la guarda

Porqué debiéramos consagrarnos a nuestros Ángeles de la Guarda

Entre todas las ayudas que Dios pone a nuestra disposición para el combate espiritual en este mundo está el consagrarnos a nuestros ángeles de la guarda, quienes están siempre están esperando que nosotros les hablemos, les llamemos y confiemos en ellos.

Porqué debiéramos consagrarnos a nuestros Ángeles de la Guarda, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

Traducido por Beatrice Atherton para MR

Es una costumbre de larga data referir el mes de octubre como el mes de Nuestra Señora Reina del Santísimo Rosario, en conexión con su fiesta el día 7. Pero también sería adecuado llamarle el mes de los Santos Ángeles de la Guarda, cuya fiesta celebramos el 2 de octubre.

En su magnífico libro entrevista de la corresponsal de LifeSite en Roma Diane Montagna con el obispo Athanasius Schneider, CHRISTUS VINCIT: El triunfo de Cristo sobre la oscuridad de la época (Ediciones Parresía, octubre 2020) se dedica un capítulo entero al olvidado tema de los santos ángeles: su resplandeciente naturaleza, su rol en el plan providencial de Dios, su poder oculto y su constate accesibilidad a nosotros, y la importancia de nuestros continuos esfuerzos para honrarles y buscar su asistencia. El obispo Schneider escribe:

Hace años, antes del Concilio Vaticano II, esta realidad de los ángeles de la guarda estaba más viva. Después del Concilio disminuyó la veneración de los santos ángeles; fue una especie de olvido del mundo sobrenatural y del mundo invisible de los ángeles que viven en nuestro alrededor en el ámbito eclesial. En los últimos cincuenta años, la Iglesia ha tendido hacia el naturalismo, hacia lo que es natural, hacia lo que es secular y lejos de lo que es sobrenatural. Por eso la devoción de los santos ángeles es tan importante y significa un volverse de nuevo hacia lo sobrenatural, dejando atrás esa tendencia naturalista, por el bien de la vida de la gracia y de ser conscientes de que Dios nos ha dado a cada hombre un ángel de la guarda como hermano personal. Cada bautizado tiene un único ángel de la guarda que nunca ha hecho de ángel de la guarda de nadie. Dios es tan generoso en sus regalos que escoge un ángel desde toda la eternidad para ser solo una vez el ángel de la guarda de una persona específica, incluso aunque esa persona solo viva un instante; y ese ángel ya no volverá a ser el ángel de la guarda de ninguna otra persona.”

pág. 278

San John Henry Newman prestó mucha atención a estos ángeles. Un poema de 1853 incluye las siguientes estrofas:

Mi más viejo amigo, mío desde la hora

En que por primera vez respiré;

Mi fiel amigo, que será mío

Infalible hasta mi muerte

Has estado siempre a mi lado,

Mi Creador a tu confianza consignó mi alma,

A la hora que formó al infante niño de polvo

Un corazón que no late en la santa oración,

Ni fe formada correctamente,

Alcánzame del José la tutela

O de Miguel el poder conquistador

Ni el santo patrón, ni el amor de María,

El más querido y el mejor,

ha conocido mi ser, como tú lo has conocido,

Y bendecido, como tú has bendecido.

Así como San José es un padre espiritual para nosotros y San Miguel nuestra defensa, Dios no me confió a San José ni a San Miguel de la manera específica en que Él me confió a mi ángel de la guarda. Este ángel me conoce y me bendice en función de un rol “personalizado”. En su largo poema «El sueño de Geroncio», de 1865, que trata sobre un alma después de la muerte, el ángel custodio dice estas palabras acerca del alma bajo su cargo:

“Luego se me envió del cielo para ajustar en su alma la balanza de la verdad y el pecado. He librado larga lucha sin tregua, resuelto a ganar a este espíritu envuelto por la noche, que, de su estado de caída, cuando todo se hallaba perdido, a tan tremendo coste ha sido recobrado.”

El Obispo Schneider se hace eco en este punto cuando dice:

Mi ángel de la guarda fue dado solo para mí, es un ser espiritual muy poderoso que está siempre en presencia de Dios, y que se mantuvo fiel a Dios en la a gran prueba de los ángeles, cuando algunos de sus hermanos apostataron con Lucifer. (…) En estos tiempos, en los que los poderes demoníacos y satánicos han aumentado tanto —¡estamos en una batalla espiritual de una magnitud nunca vista antes en la historia! —  Dios nos manda su asistencia de los santos ángeles para combatir a los demonios o a los espíritus demoníacos.»

págs. 278, 282

Dado que todos los ángeles fueron creados al mismo tiempo, antes de la creación del mundo material, aquellos que cayeron, cayeron todos a la vez; y aquellos que permanecieron en gracia de Dios fueron admitidos a la visión beatífica todos a la vez. Esto significa que cada uno de los ángeles buenos, desde la perspectiva de su finito pero incomparable poderoso intelecto, ve en una simple totalidad las consecuencias del pecado y de rebelión contra Dios, así como la felicidad obtenida en fidelidad. Esta felicidad es, por sobre todo, la que ellos desean para nosotros (porque así es como trabaja la virtud de la caridad: amamos a Dios en y por Sí mismo y queremos que otros a quienes amamos posean a Dios también), y están preparados para usar de su inteligencia y poder sobre la naturaleza para asistirnos en las necesidades del día a día, en los esfuerzos y en las aspiraciones, y, particularmente, en el combate contra la maldad invisible, artimañas y trampas del demonio y de sus ángeles.

En una antigua y muy querida oración familiar, decimos cada día al despertar:

Ángel de Dios que eres mi custodio,

Pues a ti me encomendó la soberana piedad.

Ilumíname, protégeme, dirígeme y gobiérname. Amén»

¿A qué nos referimos con “ilumíname?

Cuando venero a mi ángel de la guarda o a los otros ángeles, le estoy pidiendo que me ilumine de modo que pueda entender mejor el misterio de la fe y que pueda adorar mejor a Cristo y que pueda pelear mejor en el combate espiritual.” (…) Cuanto más les pedimos, más nos ayudan. Al ser cada vez más conscientes de su acción en nuestras vidas, llegamos a ver una nueva luz en los distintos pequeños hechos de nuestra vida, luces que muchas veces proceden de la acción de nuestros ángeles. Este es su trabajo. (…)   Los santos ángeles arden en deseos de alabar a Dios y de glorificarle. Necesitamos pedirles que nos den un poquito de ese fuego ardiente para glorificar a Dios, y así seremos santificados y salvados.”

págs. 283, 285, 286

El obispo Schneider continúa recomendando que nos consagremos nosotros mismos a nuestros ángeles custodios, de una manera análoga en la manera en que podemos consagrarnos al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María. En este sentido, habla desde su propia experiencia de vida:

Cuando era joven, tal vez cuando tenía 16años, me consagré a mi ángel de la guarda. A menudo le he pedido en mis oraciones que me acompañara y especialmente le pido que me dé la luz necesaria para entender la fe católica de una manera correcta. Durante los últimos cuarenta años, desde que hice esta consagración, he experimentado esta ayuda en mi alma, para penetrar más profundamente en las verdades y la belleza de la fe católica. Y en estos cuarenta años, en mis oraciones he experimentado esta ayuda de mi ángel de la guarda, dándome luz de parte de Dios para mantenerme fiel en la fe a Cristo, he tenido la sensación y la experiencia de que uno adquiere una especie de instinto de lo que es católico, de lo que es verdadero. Y yo atribuyo esto a la consagración que hice a mi ángel de la guarda. He estado viviendo consagrado a mi ángel de la guarda ahora hace más de cuarenta años y puedo sentir su presencia silenciosa en la luz que me trae durante la oración.”

pág. 286

Le he estado rezando a mi ángel de la guarda por muchos años, pero hasta que leí este párrafo en Christus Vincit nunca había considerado consagrarme a él. Me llené con el gran deseo de imitar al buen obispo, así que comencé a buscar una oración apropiada con lo cual hacerlo. Descubrí que algunas personas en internet habían publicado una fórmula específica para el Opus Angelorum, la cual nadie tiene permiso de usar excepto los miembros de esta organización, tal como lo menciona el Obispo Schneider. (pág. 283) Una búsqueda posterior arrojó intentos para esta oración, pero continué sorprendido por la falta de estos recursos.

Tomando los mejores elementos disponibles, compuse el siguiente acto de consagración para mi uso, y lo comparto aquí para cualquiera de los lectores que también deseen seguir el consejo del Obispo Schneider.

“SANTO ÁNGEL DE LA GUARDA, fuiste dado a mí por Dios en el mismo comienzo de mi vida como un protector y compañero para el viaje a través de este mundo que pasa de pruebas y tempestades al mundo de la gloria que nunca terminará.

De todas las innumerables huestes de las jerarquías de los espíritus celestiales, que exceden por lejos a la humanidad en número, tú has sido asignado por Su bondadosa voluntad a mí y a ningún otro. Por esto, yo humildemente doy gracias a Dios y a ti, que ya has hecho más por mí y harás más por mí de lo que pueda alguna vez comprender en esta vida mortal. Adoro a Dios en Su misericordiosa Providencia y te venero por tu bondad, santidad y poder.

Yo, Nn, pobre pecador, me consagro a ti hoy en presencia de mi Señor y Dios; en presencia de Santa María Virgen, madre de Dios y madre mía; y frente a todos los ángeles y santos. Deseo unirme a ti hoy y nunca más estar separado de ti por algún pecado o negligencia.

Unido íntimamente a ti, prometo ser fiel y obediente a nuestro Señor Jesucristo y a Su santa Iglesia Católica. Prometo proclamar mi fe en ti, mi santo protector, y promover la devoción a los santos ángeles que son, de un modo especial, nuestra protección y ayuda durante este tiempo de combate espiritual por el Reino de Dios. Hago de esta unión contigo un escudo contra todos los asaltos del enemigo.

Santo Ángel del Señor, te ruego obtengas para mí toda la fortaleza del divino amor para que así pueda ser inflamado por este más y más a través de mi vida. Ora por mí para que así, guiado por ti, pueda alcanzar la Patria celestial, para ver a Nuestro Señor cara a cara y compartir la eternidad contigo y con todos los santos. Amén.”

El arzobispo Fulton Sheen una vez señaló que existen millones que odian lo que ellos creen que es el catolicismo, pero que son pocos los que odian lo que en realidad es, porque son muy ignorantes. De un modo similar, millones de católicos practican su religión como si se las hubieran explicado, pero muy pocos entienden el número y el valor de las ayudas, sacramentales y demás, que Dios ha otorgado para nuestra salvación. Las maravillas y bellezas de la religión católica se pierden en los fieles porque nadie se las ha enseñado. Entre estas cosas ciertamente yo clasificaría la consoladora y alentadora verdad de que cada uno tiene un guardián angelical desde el momento de nuestra concepción y que este ángel está esperando que nosotros le hablemos, le llamemos y confiemos en él.

Peter Kwasniewski

*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad

Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/why-we-should-consecrate-ourselves-to-our-guardian-angels/


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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/