¿Existe un complot masculino en contra de las mujeres? Señoras, la solución no es el feminismo, ¿Quieren saber cuál es? El Dr. Mario Guzmán nos trae las respuestas en este artículo
Mujeres: la solución no es el feminismo, sino el Evangelio, un artículo del Dr. Mario Guzmán Sescosse
Dos recientes eventos han llamado mi atención y forzado a su reflexión. Por un lado, la lectura de los Hechos de los Apóstoles y la carta de Pablo a los Romanos. Por el otro, la marcha y el paro convocado por las feministas en México que tuvieron lugar el día 8 y 9 de este mes.
Empecemos con Pablo. Él es una figura enigmática y fascinante. Perteneció al linaje de los fariseos (el mismo grupo criticado y reprendido por Jesús) y persiguió a los cristianos por considerarles una peligrosa herejía. Convencido de su responsabilidad como judío prácticamente, fue detrás de aquellos que se convertían al cristianismo hasta que un día tuvo una epifanía. En su camino a Damasco el Señor le habló y le dijo;
«Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? El respondió: «¿Quién eres, Señor?» Y él: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer.» (Hechos 9, 4-6)
Desde ese momento Pablo cambiaría el curso de su vida y con ello el de la historia de la humanidad.
Pablo se convirtió al cristianismo y no solo eso, sino que se convirtió en un evangelizador, en un apóstol, en un profeta, en un místico y finalmente en un mártir. Dedico su vida, sus recursos y salud a predicar el evangelio. Lo hizo tanto a judíos como a gentiles. Les llamó a convertirse, les hizo ver sus errores. En una época que comparte muchas similitudes con la nuestra, Pablo no temió llamar al mal, mal. Condenó el pecado y llamó incesantemente al arrepentimiento y a la conversión en Cristo. Su celo y fidelidad por el Señor le costó la relación con sus familiares, su libertad y finalmente su vida. Pero Pablo sabiendo que Cristo es “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14,6) estuvo dispuesto a todo, pues para él no había nada más importante que agradar a Dios y convertir al mayor número de personas posibles.
Pablo se convirtió en el ejemplo o arquetipo de lo que significa ser cristiano. Pablo es para el cristianismo, lo que Sócrates para la filosofía. Pablo no es Cristo, pero es el ejemplo de cómo seguirle y ser cristiano. Sócrates no es la Sabiduría, pero es el ejemplo de cómo seguirle y ser filósofo.
Pasando al tema de la marcha y paro feminista que tuvo lugar en México. Las mujeres de dicho grupo convocaron a la manifestación nacional para acabar con la violencia contra la mujer. En términos de participantes fue un éxito total, más de 80,000 mujeres se unieron a la marcha y un incontable número de ellas participó en el paro. Además, contaron con un apoyo nunca visto. Académicos, medios de comunicación y hasta la Conferencia del Episcopado Mexicano dio su apoyo al movimiento. Solo unos cuantos «insensibles» nos opusimos a dicha manifestación, entre ellos el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez y algunos ciudadanos de a pie, entre ellos su servidor.
¿Y por qué nos opusimos a dicha protesta? ¿Acaso no nos importa la violencia contra la mujer? ¿Acaso apoyamos el machismo y la opresión masculina?…
No, por supuesto que no. Por el contrario, es justo porque nos importa la mujer y porque queremos que la violencia termine que no apoyamos dicha protesta.
El feminismo contemporáneo ya no lucha por los derechos de la mujer como correctamente lo hizo en el pasado, ahora lucha por algo más. Seamos honestos, las mujeres de hoy cuentan con un estado de derechos como nunca, incluso mayor que el de los hombres. Tienen institutos de la mujer, leyes de equidad, la patria potestad es prácticamente garantizada para ellas, leyes de manutención del hombre a las mujeres y sin duda el privilegio de la presunción de inocencia de la que ya no cuentan los hombres, entre muchas otras cosas. Pero, además, en un país como México el 90{a28caa5256ef5c99ad8018d288d4660307d817b265b2401469694a7ea8a1dee6} de los asesinatos es contra hombres, el 85{a28caa5256ef5c99ad8018d288d4660307d817b265b2401469694a7ea8a1dee6} de sin techos son hombres, la gran mayoría de secuestros son a hombres y sobre todo, la gran mayoría de los hombres no vemos a las mujeres como sujetos de opresión, sino como sujetos de amor. Damos la vida por ellas, trabajamos por ellas y vivimos a lado de ellas por todo lo que aportan a nuestras vidas, y porque sin ellas las nuestras serían miserables.
Pero esas no son las razones por las que no apoyamos la protesta, en realidad no la apoyamos porque las feministas tienen mal la causa y la solución de la violencia. Ellas aseguran que la violencia que vive la mujer es por la opresión y el odio de los hombres hacia ellas lo cual es completamente falso. Como ya se mencionó, la inmensa mayoría de los hombres amamos a las mujeres, quienes no lo hacen, quienes las maltratan lo hacen no por ellos ser hombres y ellas mujeres, sino por ser personas con problemas psicológicos que les impide relacionarse sanamente con ellas, como lo mismo pasa con las mujeres que maltratan y abusan de los hombres. Por lo que no existe un complot masculino en contra de las mujeres, existen hombres y mujeres desquiciados que no saben convivir entre ellos. Además, cómo señalé anteriormente, las feministas tienen equivocada la solución a la violencia, creen que se solucionará acusando más y más a la inexistente cultura de odio hacia la mujer, matando a sus hijos en el vientre, desvirtuando a la familia y vandalizando las ciudades y las iglesias. Las feministas no buscan la paz, buscan reconstruir la sociedad a través de la misma violencia que denuncian para convertirse en los sujetos de poder que tanto critican.
«no existe un complot masculino en contra de las mujeres, existen hombres y mujeres desquiciados que no saben convivir entre ellos «
Es por eso por lo que nos opusimos a la manifestación, no porque las mujeres estén cansadas de la violencia, no porque quieran presionar al Gobierno, no porque no exista violencia e injusticia en el país, ¡solo un ciego lo negaría! Sino porque el grito fue contra una supuesta cultura de odio contra la mujer que no existe y no contra la verdadera causa de la violencia; el corrupto e ineficiente Gobierno de México y la descristianización del país.
Pero entonces ¿Cuál es realmente la solución a tanta violencia e injusticia que mujeres y hombres viven en México? La solución es vivir el evangelio y predicarlo a todas las personas. Eso es lo que hizo Pablo, eso es a lo que todos los católicos estamos llamado a hacer.
No hace falta inventar el hilo negro, ni unirse a las ideologías de la época (aunque sea en eventos como los sucedidos) pues uniéndose a ellas es validarles y darles capital político y nosotros no podemos validar lo que está mal, nunca, aunque el fin último sea bueno. En este caso, como en muchos, el fin no justifica el medio.
Los católicos no podemos ni debemos unirnos a quienes están en contra de Dios, de la familia y de la vida. Por el contrario, nosotros estamos llamados a unirlas a Dios para que dejen ese camino y vuelvan a Él. El feminismo con su lucha de sexos y su oposición a Dios jamás será la solución, en realidad es parte del problema.
La única solución es que sigamos el ejemplo radical de Pablo, que le pidamos a Dios que, a través de su Palabra, de la oración, de la penitencia, del sacrificio y de los sacramentos nos transforme como lo hizo con él y así salgamos a evangelizar a toda la sociedad. El evangelio es la solución y hasta que los católicos dejemos el miedo y la tibieza de anunciarlo y hasta que dejemos de unirnos con quienes atacan a Dios, a la familia y a la vida, entonces será que México podrá cambiar, como tal cual lo hizo Pablo con Roma.
Si el evangelio cambió al poderoso y panteísta Imperio Romano, ¿No podrá también cambiar al dolido México? O acaso ¿ya no creemos en su poder transformador?
Por Dr. Mario Guzmán Sescosse
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