Hoy, nuestro compañero Miguel, nos lleva a conocer las tradiciones de Munich, entre una de las más sonadas, la fiesta de octubre y su procesión, ¿se animan al viaje?
«La procesión de la fiesta de octubre en Munich (I)», Miguel Toledano
La televisión se ha convertido, en general, en un medio de comunicación de muy baja categoría. En este sentido, su decadencia ante la proliferación de las redes sociales interactivas constituye un favor al buen gusto. Sin embargo, hay dos acontecimientos anuales que, gracias a la televisión, sobrepasan su carácter local para poder ser disfrutados por millones de espectadores. Uno es el Concierto de Año Nuevo, retransmitido desde Viena a lo largo de cien países a través de las ondas de la Radiodifusión Austríaca (ORF), del que ya hemos dado cuenta a través de estas líneas en Marchando Religión.
El otro es la procesión de la Fiesta de Octubre en Munich, que tiene lugar tradicionalmente en la mañana del primer domingo de estas festividades, todavía en el mes de septiembre. En concreto, la semana pasada el primer canal de la televisión alemana (ARD) ofreció a toda su audiencia este magnífico desfile, en el que participan más de nueve mil personas. La televisión regional, la Radiodifusión Bávara, sigue durante quince días el jolgorio, pero sólo dos acontecimientos son retransmitidos a toda la nación, a saber, la apertura del primer barril de cerveza al mediodía del primer sábado por parte del Alcalde Superior de la ciudad y la procesión de trajes regionales y cazadores apenas veinticuatro horas después.
El resto de la quincena se caracteriza más bien por un tono de masas que provoca cierta pereza al verdadero amante del folklore germánico, pero este pórtico de entrada es una joya que vale la pena. Muchos son, como veremos, los valores que entraña, sirviendo así de magnífica presentación a más de seis millones de visitantes, que se dice pronto, y a un volumen de ingresos para la capital de la BMW superior a los mil millones de euros, o sea, una facturación de unos ochenta millones de euros al día, algo al alcance de no muchas empresas humanas. Por su importancia, supone una verdadera contraposición popular a los conciertos de rock que, con pésima elección, proliferan en nuestros municipios -con el dinero de todos- y, cómo no, también en las emisiones musicales (?) de la Radiotelevisión Española de nuestra época.
A diferencia de la mayor parte de nuestras procesiones, en que las fuerzas de seguridad cierran el desfile, ésta la inaugura la policía del Estado Libre de Baviera, montada a caballo y seguida por el Chiquito Muniqués, el emblema de la ciudad que le da su nombre, un monje con hábito de capuchino, habitualmente simbolizado por una doncella rubia; desde 2016 se trata de la joven jurista ViktoriaOstler, natural de Garching, que viene a ser respecto a Munich como Alcobendas en Madrid, pero con universidad. La señorita Ostler, admiradora de Franz-Josef Strauss, juega un papel equivalente al de nuestras reinas de las fiestas, aunque en este caso el título se puede revalidar año a año.
La proverbial hospitalidad del sur de Alemania queda desde el comienzo demostrada, cediendo una posición de honor a los lansquenetes de Suabia y sobre todo a los tamborileros de Westfalia, que poco tienen que ver con Baviera. No son estos dos grupos los únicos representativos de aquellos famosos mercenarios de infantería, sino que precisamente el águila bicéfala de los Habsburgo acompaña posteriormente a sus ballestas y sus alabardas, si alguien se toma la molestia de contemplar con detalle todos los momentos de la comitiva.
La comarca del río Isar ocupó un lugar preponderante en la procesión, toda vez que se cumplen exactamente cien años desde su fundación al final de la Primera Guerra Mundial, con objeto de preservar sus trajes, música y danzas regionales. Sin existir una referencia religiosa expresa, puesto que la Fiesta de Octubre es una celebración pagana, sí se incide sobre determinadas motivos recurrentes en el desfile, como es por ejemplo el del matrimonio, los signos de la novia, la importancia de la dote, etc. que recuerdan cada año la existencia de instituciones contestadas e incluso olvidadas al norte del territorio alemán y, desde luego, en gran parte de la Unión Europea.
Aunque sus orígenes se remontan a la Suiza del siglo XV, la Capilla de Überlingen lució su uniforme de la época napoleónica en la brillante ejecución de sus marchas, otro de los lemas de toda la procesión. “Bajo el Águila Bicéfala” o “Viejos Camaradas” son interpretadas de forma espectacular, cruzando los brazos a lo largo del bombo, para admiración de quienes madrugan en los últimos momentos del verano muniqués.
Mención aparte merece evidentemente el atuendo femenino, que remite una vez más a las costumbres religiosas presentes en la vida civil.
Por ejemplo, las doncellas de Fürstenberg se visten con elegancia desde la Confirmación hasta su boda, en que comienzan a portar una llamativa corona característica de la región de la Selva Negra. Otro ejemplo a renglón seguido: el carro de la boda acompaña a la Asociación de los Sudetes, seguido de un cochecito tradicional para bebés, tendencia asimismo habitual a lo largo del recorrido, para simbolizar la familia y la procreación.
A los bohemios siguen los sajones de Transilvania, minoría germano-parlanteen la actual Rumanía, antes englobada dentro del Sacro Imperio, que cuenta con doscientos cincuenta mil miembros en Alemania y figuraba entre las carrozas del Alcalde Superior de Munich y el Ministro Presidente de Baviera, con sus respectivas esposas saludando a la multitud.
A la autoridad del Estado Libre la escoltaba la primera compañía de Cazadores de las Montañas, que cuentan con cinco batallones y procesionan igualmente en las celebraciones de Todos los Santos y Corpus Christi. Como telón de fondo de la parada se yerguen la iglesia de los Teatinos y el imponente Maximilianeo, antes residencia de estudiantes de estilo neogótico en terracota y actualmente sede del Parlamento (“Landtag”) del llamado Estado Libre de Baviera.
De entre las cervecerías presentes en el evento la más antigua es la fundada por los padres agustinos en el siglo XIV. Sin embargo, la inauguración de la fiesta tiene lugar en la tienda Schottenhamel, creada en 1867, que sirve cerveza “Spaten”. La familia Schottenhamel es también conocida por albergar las reuniones de las asociaciones de estudiantes, encargadas igualmente de defender las tradiciones germánicas, particularmenteel esgrima, y que agrupan a menos del 1{a28caa5256ef5c99ad8018d288d4660307d817b265b2401469694a7ea8a1dee6} de los matriculados universitarios del país, de tendencia mayoritaria más progresista.
Ya hemos dicho que este acontecimiento rezuma hospitalidad, admitiendo entre sus participantes a los prusianos del Regimiento de Coraceros de Altenbeken, fundado por el rey Federico Guillermo I, de la dinastía protestante de los Hohenzollern, al comienzo del siglo XVIII. Del ámbito católico surgieron entonces los miembros de la comunidad croata de Munich, precedidos por la carismática Carolin Weidner, cantante a la tirolesa de la tienda “Bräurosl” desde hace más de veinticinco años, que perdió momentáneamente el ramo de rosas que llevaba prendido en el pecho, para delicia de los asistentes al desfile. En el capítulo de sombras no nos queda más remedio que levantar acta de que la citada casa de restauración y música “Bräurosl” destina el primer domingo de la fiesta a los homosexuales, lo que constituye también una tradición, siquiera impresentable, pues viene sucediendo desde hace ya treinta años de ignominia.
Miguel Toledano Lanza
Domingo décimo-sexto después de Pentecostés, 2019
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