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Existen innegables pruebas de la existencia de Dios.

Se ha disparado la cifra de los ateos. Pareciera que los que no creen en la existencia de Dios simplemente no se han detenido a observar la realidad.

Existen innegables pruebas de la existencia de Dios. La mayoría de la gente simplemente las ignora, por Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

Las encuestas indican que el número de ateos y agnósticos en el Occidente moderno están siempre al alza. Los materialistas y secularistas consideran esto como una victoria de la “razón” sobre los prejuicios de la incredulidad. Pero ¿es esto realmente así o no estaremos viendo más bien un alzamiento de la tontería causada por la falta de atención a la realidad y a la pereza de razonar sobre el mundo que experimentamos?

Uno de los más importantes tipos de argumento de la existencia de Dios es el “teológico”, desde el telos griego: meta, fin, propósito. El argumento teológico busca establecer la existencia de Dios sobre la base de la manera en la que las cosas naturales actúan en aras a un fin, o sobre la base del orden y la belleza en el mundo. El argumento puede tomar tres formas básicas: desde la naturaleza del deseo y del bien, desde la direccionalidad de las cosas a los fines y desde el bello diseño de las cosas o de sus partes.

Todas las cosas, es obvio al menos con los seres vivos, actúan por el bien, esto es, por algo que es bueno para ellos. Una cosa no comenzaría a moverse a menos que fuera movida por un fin deseado. Sin embargo, es imposible sostener que algo es bueno para una cosa y luego que eso mismo lo es para algo más, a menos que exista un primer y más deseable bien que atraiga todas las otras cosas a sí mismo. Sin tener, de alguna manera, alguna semejanza o algo que compartir con este bien supremo, ningún bien inferior podría tener el carácter de un fin a ser buscado.

En una de sus famosas “Cinco Vías”, esto es, las cinco pruebas de la existencia de Dios, Santo Tomás de Aquino, cuya fiesta tradicionalmente es celebrada el 7 de marzo, día de su nacimiento a la vida eterna, apela al comportamiento consistentemente determinado de los seres no intelectuales:

“Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al hacer sino intencionalmente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.

Suma Teológica I, art.2, 3

La premisa crucial en este argumento es que solo la inteligencia puede ser responsable de dirigir una cosa a la otra de una manera ordenada, porque solo la inteligencia capta la proporción entre el fin a alcanzar y los medios a ser empleados. En otras palabras, la inteligencia compara los medios existentes con un fin que aún no existe en la realidad sino solo en el pensamiento o en la intención.

Si alguien me solicita cocinar el desayuno, tengo que saber varias cosas: que hay huevos en el refrigerador; que ellos pueden ser quebrados y batidos; que el sartén puede ser calentado y los huevos cocidos en mantequilla con una espátula, y que, finalmente, ellos pueden ser servidos como comida en platos. Parece simple y estas cosas las damos por sentado, pero toma solo un momento para pensar cuán compleja es esta actividad. Tengo que entender los múltiples medios disponibles y su relación entre uno y otro, y entonces ejecutar las acciones de una manera ordenada para obtener la meta exitosamente. Si coloco la caja de cartón en el sartén, o quiebro los huevos sobre el piso, o pongo el fuego muy bajo o alto, o cometo otro tipo de errores, el proyecto fracasará. La experiencia con niños pequeños en las cocinas es suficiente para darnos cuenta nuevamente de la inteligencia y la habilidad requerida para este elemental trabajo de cocina, y mucho menos para la cocina gourmet.

Consideremos ahora el mundo natural:

Desde el nacimiento una araña “sabe” cómo tejer una red de acuerdo con un sofisticado patrón geométrico que toma en cuenta la tensión, el viento, visibilidad, tamaño de la presa y otras variables. Aunque carece de inteligencia para entender, deliberar y ejecutar acciones libremente, la araña perfectamente alcanza su fin de atrapar insectos como comida y esto, además, como un paso en el largo programa de mantención de su vida y de perpetuación de su especie. Tal como la flecha nunca alcanzaría el objetivo a menos que el arquero la dirija, así también la araña nunca podría tejer su red y perpetuar su especie a menos que sea dirigida por un ser inteligente que implante en la araña sus instintos bien ordenados.

La observación del comportamiento de la avispa cazadora en particular convenció al famoso entomólogo J. Henri Fabre de que la teoría moderna del instinto, que deriva el intrincado comportamiento superior de los animales a partir de una larga secuencia de eventos fortuitos, es el peor de todos los cuentos. Esta avispa tiene que picar a su presa en nueve lugares específicos a través de su nervio principal para paralizarla más que matarla, para que así la avispa larva pueda darse un festín con una oruga viva. Si la oruga no es picada precisamente de esa manera y en esos lugares (y la probabilidad de hacer esto por casualidad es muy pequeña) la larva no tendrá el alimento apropiado y la especie morirá. Ya que la avispa adulta muere antes que la larva crezca, cada avispa debe nacer con la habilidad para llevar a cabo este sofisticado acto. Si la habilidad del “saber cómo” no preexiste, las especies no serían capaces de existir.

La misma cosa puede ser vista en cualquier planta o animal. Todos arriban al escenario de la naturaleza con una manera de operar adecuada a sus necesidades, no es resultado de la inteligencia interna ni del azar. Cada insecto, ave, flor, árbol “hereda” este comportamiento innato de sus progenitores, que lo heredaron de sus progenitores. (Puede existir, entre los animales superiores, una cierta cuota de aprendizaje, pero siempre es dentro del ámbito de sus capacidades y tendencias y nunca va más allá del nivel de sensación de las singularidades.

Es imposible atribuir tal perfección de diseño a los factores mencionados arriba: aprendizaje, oportunidad, razón en la creatura misma. La única posible explicación es que esto ha sido inscrito en su ser por el supremo Artista de la naturaleza.

Verdaderamente entonces, tal como dice el Salmista, solo el “necio” es quien “dice en su corazón: No hay Dios.” (Salmo 13 [14], 1)

La próxima semana abordaré algunas objeciones a esta línea de argumentación.

Peter Kwasniewski

Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés: https://www.lifesitenews.com/blogs/theres-undeniable-proof-for-gods-existence-most-people-just-ignore-it

Aunque la ceguera de los ateos no les deje ver la existencia de Dios, la creación habla de su existencia. En este artículo verás la experiencia de la existencia de Dios en la contemplación de la naturaleza.

https://marchandoreligion.es/2019/01/contemplando-a-dios-a-traves-de-un-colibri/

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/