El Rosario: Las batallas espirituales y temporales se ganan con la poderosa arma de Nuestra Señora.
El ascenso y el descenso de la escalera de Jacob con el Rosario, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
El 7 de octubre de cada año, los católicos celebran la fiesta de Nuestra Señora del Santísimo Rosario, recordando la victoria de las fuerzas cristianas sobre los Turcos en la Batalla de Lepanto en 1571.
Los miembros de las tripulaciones de más de 200 barcos rezaron el Rosario para prepararse para la batalla, tal como los hicieron los cristianos a través de Europa animados por el Papa a reunirse en sus iglesias para invocar a la Virgen María en contra de las intimidantes fuerzas turcas. Algunos relatos dicen que a San Pío V le fue concedida una milagrosa visión de la asombrosa victoria de la Liga Santa. Sin lugar a dudas, el Papa entendió el significado de los eventos del día, cuando fue eventualmente informado que todas salvo 13 de las 300 naves turcas habían sido capturadas o hundidas. Esto lo motivó a instituir la fiesta celebrada ahora universalmente como Nuestra Señora del Rosario. (1)
Se nos recuerda a través de este simple hecho histórico que el cristianismo, aunque de origen sobrenatural y orientado a la vida que está por venir, sin embargo es realista en su voluntad de confrontar y derrotar los males en este mundo que amenazarían el bien de las almas liberadas por la preciosa Sangre de Nuestro Señor. El Rosario es, de hecho, un arma mediante la cual obtenemos victorias espirituales y temporales.
¿Cuáles son las raíces históricas del Rosario o rosarium, nombrado así por el título de María, Rosa Mystica? Hilda Graef, secundando la opinión del padre Herbert Thurson, señala que el Rosario surgió de las extendidas devociones populares en la temprana Edad Media. Graef tiene la hipótesis de que el modelo de recitar las antífonas tomado de los 150 Salmos fue adoptado por el pueblo iletrado en una forma simplificada:
«Las antífonas, que había que saber de memoria o leerlas en un libro, se quedaron fuera y simplemente ciento cincuenta Ave Marías se recitaron, intercaladas con Glorias y divididos en grupos de cincuenta…Se contaban en cuentas de rosario que habrían entrado en uso también, a más tardar, en la primera mitad del siglo doce, originalmente para contar los Pater Noster, frecuentemente dados como penitencia.» (2)
No hay duda de la conexión entre el Salterio de David y los 150 Ave Marías que constituyen el círculo completo del Rosario. Es el “salterio del hombre pobre” que, como el Oficio Divino, nos conduce a meditar sobre los principales misterios de los que el Libro de los Salmos da testimonio. Es parte de la razón de porqué algunos católicos se sienten incómodos con los Misterios Luminosos. No hay nada incorrecto en ellos como tal, pero la introducción de un cuarto set eleva el número total de Ave Marías a 200, lo cual destruye esta conexión con la oración litúrgica de la Iglesia en el Oficio Divino y además altera la trina integridad de la secuencia que comienza con la alegría, pasa a través del dolor y culmina en la gloria, un patrón ya caracterizado por la alteración de luz, oscuridad y luz, o si se quiere más específicamente, luz encarnada, oscuridad envolvente y luz eterna. (3)
Aunque no se desea cuestionar el valor de la moderna erudición, algunas veces los historiadores van demasiado lejos en desestimar el rol de Santo Domingo en la historia del Rosario. El hecho de que el Rosario tenga precedentes no es incompatible con que Nuestra Señora haya confiado la forma definitiva del Rosario a Santo Domingo y a su Orden de los Predicadores, quienes habían sido sus principales defensores.
Esta observación de sentido común de Hilarie Belloc es cierta:
“La mayoría de las leyendas tienen una historia detrás suyo, en general hay por lejos más historia en la leyenda que en la fantasía. Especialmente es esto es cierto en las leyendas muy antiguas (…) Algunas de estas maravillosas o improbables cosas pueden bien ser ciertas, porque es una siempre segura ley de la historia apoyarse con fuerza en el lado de la tradición (…) No posees documentos contemporáneos, pero posees la más poderosa enraizada tradición, y las personas que piensan que las tradiciones de este tipo salen de la nada son incapaces de entender a la humanidad o su historia. (4)”
Tampoco aquellos que critican el Rosario por ser muy repetitivo, “oración vocal rutinaria”, entienden a la humanidad y a su historia. La oración vocal repetitiva en la cristiandad Oriental y Occidental e incluso completamente fuera de la cristiandad, ha sido entendida por milenios como una confiable y, alguien podría decir, necesaria base para la meditación y contemplación.
La pedagogía de la sala de clases sabe que recordamos mejor las cosas cuanto más de nuestras facultades estén comprometidas en una actividad; cuando el entendimiento y la imaginación interactúan, fortaleciendo antiguas asociaciones y generando nuevas visiones. La razón por la cual podemos aprender la secuencia de 26 inconexos fonemas y letras que constituyen nuestro alfabeto inglés es que lo hemos unido a una melodía, usando la mayor parte de nuestra alma y cuerpo. Una lengua extranjera aprendida con los ojos, oídos y bocas e incluso acciones físicas demostrativas es más rápido y tiene un poder de quedarse más que un lenguaje aprendido pasivamente de la lectura de un libro. Hay otras cosas que son iguales: una ópera es más recordable que un concierto de música instrumental porque combina elementos de poesía, música, drama y ballet. Richard Wagner a menudo hablaba de su visión de la ópera como una Gesamtkunstwerk, “una obra de arte completa” que incorporaría todos los géneros en un todo cohesionado.
Tomando el ejemplo de Wagner, uno podría llamar al Rosario una Gesamtgebetwerk “una obra de oración completa”, porque compromete las fuerzas interiores del alma – imaginación, memoria, entendimiento, voluntad – como también las fuerzas externas del hablar y el escuchar las palabras, tocar las cuentas y tal vez observar una imagen o una figura (dependiendo sobre cómo y dónde uno está rezando). El Rosario combina la oración vocal y la mental, haciendo uso de imágenes e ideas, de pensamientos y sentimientos, de los sentidos y del intelecto. Esto otorga a los católicos la libertad de usarlo de diferentes maneras: pueden estar arrodillados, sentados, caminando; ubicados en sus hogares o en una iglesia, o viajando. Las palabras presentan un desafío para los niños más pequeños que tropiezan con ellas y ofrecen confort a una persona mayor que las han dicho incontables veces.
A través del Rosario ascendemos y descendemos la escalera en la visión de Jacob (Génesis 28, 12), ascendiendo a Nuestro Señor mientras ponderamos los misterios y retornamos a nuestro prójimo con la caridad de la intercesión. Uno debe comenzar desde abajo y trabajar para subir la ladera. No existe un salto instantáneo hacia la gloria divina, no es una receta simple para probar la bondad de Dios.
Al Todopoderoso se aproxima con los pasos de un niño.
La liturgia romana tradicional refuerza esta lección presentándonos cuatro Evangelios de la pequeñez en el periodo que va desde el 29 de septiembre hasta el 4 de octubre. Para San Miguel, y al igual que para los Ángeles Custodios, se lee la famosa escena en Mateo 18, 1-10: “En aquel tiempo, los discípulos se llegaron a Jesús y le preguntaron: “En conclusión, ¿quién es el mayor en el reino de los cielos?” Entonces, Él llamó a sí a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: “En verdad, os digo, si no volviereis a ser como los niños, no entraréis en el reino de los cielos…” El 3 de octubre, para Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, son leídos los primeros cuatro versos de Mateo 18 una vez más, terminando con “Pues el que se humillare hasta hacerse como un niño de éstos, ése será el más grande en el reino de los cielos”. Y el 4 de octubre, para San Francisco, se lee Mateo 11, 25-30, en el cual escuchamos a Nuestro Señor orar: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos.”
Encontrémonos entre aquellos “pequeñuelos” quienes con el arma del Santísimo Rosario de Santa María Virgen, derrotan a los orgullosos enemigos de la Cruz: el mundo, la carne y el demonio, mientras tomamos nuestra propia Cruz para seguir a Cristo hacia la gloria.
NOTAS:
(1) Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, CNA, https://www.catholicnewsagency.com/saint/feast-of-our-lady-of-the-rosary-617.
(2) Mary: A History of Doctrine and Devotion (Westminster, MD: Christian Classics, 1985), I:232–33; see also II:17. (María: Una Historia de la Doctrina y Devoción)
(3) Me gustaría indicarles a los escépticos Luminosos, que los actuales misterios rezados en el Rosario han variado de acuerdo al tiempo y lugar, y que el gran teólogo mariano San Luis María de Montfort incluso anima a los católicos a variar los misterios sobre los que están meditando. Si es una buena idea o no, a mí me parece que lo importante no es pensar en que la presente estructura de los 15 misterios fue entregada completamente formada desde el primer momento y colocada sobre una roca. Por otro lado, esta ya es una venerable tradición de siglos de antigüedad y su idoneidad está fuera de toda duda, por lo que uno puede cuestionar con razón cualquier alteración de la misma.
(4) “On Legend,” in Essays of a Catholic (New York: The Macmillan Company, 1931), 167–68. (“Sobre la leyenda”, en Ensayos de un católico)
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo sobre el Rosario en su página original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/ascending-and-descending-jacobs-ladder-with-the-rosary
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