El Rev. D. Vicente Ramón Escandell continúa profundizando en la vida de este Santo, Doctor de la Iglesia. Les invitamos a leer este artículo y el anterior: San Juan de Ávila
«El Padre Maestro Ávila», Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
SAN JUAN DE AVILA
Vida y época del Maestro Ávila (1500-1569)
Introducción
San Juan de Ávila, beatificado por el Papa León XIII y canonizado por san Pablo VI, fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa emérito Benedicto XVI en uno de sus últimos actos como Sumo Pontífice. Con este galardón se reconocía el alcance universal de la doctrina del santo español que, desde tiempos del Papa Pacelli, gozaba del título de Patrón del clero secular español, compartiendo con el Santo Cura de Ars el patrocinio sobre los sacerdotes católicos.
El Padre Maestro Ávila, nombre con el que se le conocía entre sus contemporáneos, fue una de las figuras señeras del Siglo de Oro de la Iglesia español, un siglo marcado por la lucha contra el Protestantismo y por las ansias de reforma de la Iglesia, tanto en su estructura como en su pastoral y espiritualidad. Es la época de Santa Teresa de Jesús, de San Ignacio de Loyola, de san Juan de la Cruz, de San Francisco Javier, de San Francisco de Borja, de Suarez, Melchor Cano, Bartolomé de las Casas, Laínez, Salmerón…, y de tantos y tanto sacerdotes, teólogos, religiosos, religiosas y seglares que con su vida contribuyeron a la renovación eclesial del siglo XVI, cuyas raíces se encuentran en el reinado de los Reyes Católicos y su reforma religiosa.
1. La Escuela espiritual española
El principal impulso que recibe la Reforma católica en el siglo XVI procede de la Iglesia española que por entonces recogía los frutos de la labor realizada por los Reyes Católicos un siglo antes, en el que España experimenta una renovación espiritual que la prepara para afrontar los desafíos que planteará la Reforma protestante y la evangelización del Nuevo Mundo, ganado para la Cristiandad a finales del siglo XV.
Dos figuras sobresalen en este génesis de la espiritualidad española del XVI: la reina Isabel La Católica y el Cardenal Cisneros, figuras ambas de transición hacia la modernidad, en las que convergen las principales corrientes culturales y espirituales de finales de la Edad Media y principios de la modernidad; ambas impulsan una reforma religiosa que, abarcando a los fieles y al clero, no sólo evitará que en España eche raíces la Reforma luterana, sino que proporcionará a la Iglesia Católica las figuras más importantes de su renovación, que dejarán una huella importante en los católicos de los siglos posteriores.
Para alcanzar la tan deseada reforma de la Iglesia en los territorios de la Corona de Castilla y Aragón, los Reyes Católicos pusieron en marcha un ambicioso plan que abarcaba todos y cada uno de los aspectos de la vida de la Iglesia y de los cristianos. De modo muy sucinto, podemos enumerarlos en cinco:
- Renovación humanística – teológica, manifestada en la reorganización de la Universidad de Salamanca y la creación de la Universidad de Alcalá de Henares, obra del Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. En ella estudiara san Juan de Ávila, pero también san Ignacio de Loyola y un grupo nutrido de humanistas, como los hermanos Valdés, que militarán, en las filas del luteranismo, o serán destacados teólogos conciliares en Trento.
En Alcalá, San Juan de Ávila entra en contacto con el Humanismo cristiano de Erasmo de Rotterdam, ampliamente difundido en los círculos intelectuales del siglo XVI en toda Europa, pero con una especial repercusión en tierras hispánicas. Con su programa de reforma intelectual y moral de la Iglesia, sobre la base de un retorno a las fuentes evangélicas, la doctrina de San Pablo y un rechazo de las formas religiosas externas, el erasmismo tuvo una buena acogida en los medios conversos hispanos, a los cuales pertenecía san Juan de Ávila. El estallido de la Reforma luterana y los puntos en común con las doctrinas de Lutero, pusieron bajo sospecha el Erasmismo y a todos aquellos que los profesaban o mostraban cierta simpatía por él. Esta es una de las razones del proceso inquisitorial contra san Juan de Ávila, aunque bien lejos se encontraba la doctrina del Maestro Ávila del intelectualismo frio, moralista y desencarnado de la propuesta cristiana de Erasmo de Rotterdam.
- Edición de numerosas obras espirituales que alimentaran la vida espiritual de los católicos españoles de la Edad Moderna y que será la base de la catequesis, la predicación o la dirección espiritual del clero. Entre estas obras destacan la Imitación de Cristo, la Vita Christi o el Flors sanctorum…, obras todas conocidas por san Juan de Ávila, el cual realizará una traducción de la primera que se convertirá en clásica en España.
- Creación del Tribunal de la Santa Inquisición para la vigilancia de la pureza doctrinal y moral de la sociedad. Fundada en un principio para perseguir a los falsos conversos, tanto judíos como musulmanes, en el siglo XVI ampliara sus competencias sobre alumbrados y luteranos. Por el Santo Tribunal pasaron santos y santas de la talla de San Juan de Ávila, san Ignacio de Loyola o santa Teresa de Jesús, cuyos escritos, doctrina y vida fueron estudiados por el Santo Oficio, sin que encontrara en ellos sospecha alguna de herejía.
- Reforma de los religiosos llevada a cabo por los Reyes Católicos, con especial seguimiento por parte de la Reina Isabel. La decadencia de la vida regular en el siglo XIV y XV se tradujo en una relajación de costumbres que los Reyes Católicos se propusieron atajar, introduciendo las ‘Observancias’: ramas reformadas, según el espíritu primitivo de las Ordenes tradicionales, que contaron con el apoyo de la Corona para la reforma de los conventos y monasterios relajados. A este movimiento pertenece la obra de santa Teresa de Jesús que, en el siglo XVI, y, a través de la Orden de los Carmelitas Descalzos, reformó numerosos conventos carmelitas y fundó otros nuevos bajo la Regla reformada el Carmelo.
Con respecto al clero secular, también los Reyes Católicos tomaron importantes medidas a través de los Concilios locales, que propusieron medidas que pusieran remedio al lamentable estado del clero secular castellano y aragonés. La ignorancia teológica, litúrgica y doctrinal, unida al fenómeno del amancebamiento o barragania de muchos sacerdotes, eran los principales males que padecía la Iglesia en Castilla en tiempos de los Reyes Católicos y de san Juan de Ávila. Antes que Iglesia universal interviniera en el asunto, los soberanos españoles y sus colaboradores eclesiásticos procedieron a una amplia reforma del clero que abono el terreno para la labor tridentina.
- Intervención de la monarquía en la reforma eclesial a través de la elección de un episcopado moral, espiritual y doctrinalmente capacitado para la misión de reformar la Iglesia. Gracias a la concesión del Patronato Regio, que facultaba a los monarcas a escoger a los candidatos a las sedes episcopales, Isabel y Fernando se rodearon de un equipo de grandes obispos, entre los que destacaran el Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros y el Arzobispo Fray Hernando de Talavera. El primero llevo a cabo la reforma de los religiosos y ejerció como regente de Castilla a la muerte de Isabel La Católica; el segundo, conocido por los musulmanes como el Muftí santo, llevo a cabo el proceso de conversión de los moros de Granada al catolicismo y fue el confesor de la Reina Isabel.
¿Cuál fue el fruto de esta labor institucional en la vida de la Iglesia española? Puede afirmarse, lejos de los tópicos tradicionales, fruto de la ignorancia y de la Leyenda Negra, que fueron enormemente positivos, aunque hubo sus sombras. Gracias a la labor de los Reyes Católicos, España se encontró preparada para afrontar el desafío de la Reforma Luterana que, de no haber mediado esta labor, hubiera triunfado sin lugar a dudas. Sin embargo, salvo algunos focos aislados en Sevilla y Valladolid, el Luteranismo no encontró en España el caldo de cultivo que lo favoreció en los territorios germanos y en otros lugares de Europa. También, y como efecto del mismo proceso, se puso coto a los movimientos pseudomisticos que fueron proliferando a finales del siglo XV y que, conocidos como los alumbrados, promovían una espiritualidad carismática exacerbada y dada a toda clase de excesos morales; salvo algunos casos aislados, como en Extremadura y Castilla, este movimiento no perturbo el desarrollo de una autentica mística católica ortodoxa.
A este respecto, hay que señalar el desarrollo de la doctrina espiritual del Recogimiento, un movimiento místico surgido en el siglo XV, que proponía una acentuación del encuentro personal del creyente con Dios, por medio de la meditación y la contemplación, que se desarrolló en el seno de las comunidades religiosas observantes y que se popularizo a lo largo del 1400 y el 1500. Por medio de un método y de la dirección espiritual, se desarrolla una nueva forma de espiritualidad que, sin renunciar a las formas externas de religiosidad, incide en una religiosidad interior e individual, que llevase al creyente a la unión mística con Dios. Sin embargo, este movimiento, como he dicho, dio lugar a formar heterodoxas como el “alumbrismo”, que proponía una mística del aniquilamiento del alma en Dios, totalmente ajena al espíritu autentico del recogimiento, y que condujo a fenómenos místicos y carismáticos exacerbados que fueron objeto de persecución por parte de la Iglesia, y que hicieron poner bajo sospecha a san Ignacio de Loyola o a santa Teresa de Jesús, cuyos caminos de vida espiritual poco o nada tenían con estas desviaciones.
Con todo, hay que señalar algunos efectos negativos de esta reforma religiosa, en particular, en el campo de la espiritualidad. La persecución de alumbrados y luteranos puso bajo sospecha a todos aquellos que, dentro de la ortodoxia, deseaban vivir y propagar un modo de vida cristiano más auténtico. Figuras como san Ignacio de Loyola, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, san Francisco de Borja o san Juan de Ávila, fueron objeto de acusaciones de alumbrismo y luteranismo ante el Santo Oficio, el cual, siguiendo el procedimiento legal vigente, sometieron a estudio las vidas, doctrinas y escritos de estos santos, confirmando finalmente la ortodoxia de los mismos.
¿Qué elementos convergen en la espiritualidad española del XVI? Devotio Moderna, recogimiento y erasmismo son posiblemente las tres fuentes principales de las que beben los místicos españoles de la modernidad, aunque tampoco habría que olvidar otras fuentes como el cristocentrismo espiritual medieval en el que englobaríamos a autores como San Bernardo, San Buenaventura, San Francisco de Asís, Santa Catalina de Siena, etc., las devociones relacionadas con los misterios de la Infancia y la Pasión, con la Virgen, los santos, y la Eucaristía, que siguen ocupando un lugar importante en la vida espiritual interior de muchos de los autores y místicos del periodo.
2. San Juan de Ávila (1500-1569)
2.1. Vida
El gran apóstol de Andalucía y maestro de los espirituales españoles del siglo XVI, había nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) el 6 de enero de 1499 (fecha más probable). Estudió en Salamanca y Alcalá. A la muerte de sus padres, distribuyo sus bienes entre los pobres, se ordenó sacerdote se consagró a la predicación en toda la región andaluza. Murió en Montilla en 1569.
Fue beatificado por León XIII en 1894, y canonizado por san Pablo VI en 1970. Pío XII lo declaró patrono principal del clero secular español.
2.2. Proyecto y doctrina espiritual, ascética y sacerdotal
El espectacular avance de la reforma luterana puso de manifiesto la necesidad de una profunda renovación en el seno de la Iglesia católica, reforma que había de abarcar a todos los miembros de la misma, desde la propia jerarquía a los fieles, pero el problema radicaba que método había que seguir para poder alcanzar esa transformación, dado que “pululaban entonces en el campo de la renovación católica muy variadas tendencias. Todos estaban conformes en la necesidad de una restauración a fondo, pero muy pocos coincidían en el método que se debía seguir. Carrafa tremolaba la bandera del más puro rigorismo. Contarini, en cambio, patrocinaba una política de condescendencias mutuas. Melchor Cano se agarraba con todas sus fuerzas a la maciza e inamovible roca de la tradición. Otros, los patrocinadores de los movimientos de los movimientos del Divino Amore, de las Congregaciones benedictinas, de los clérigos regulares, los escritores de libros piadosos a lo Maestro Ávila, buscaban la renovación privada del individuo como base de la renovación de la sociedad”[1].
En este contexto, ¿cuál es el proyecto del Maestro Ávila? Haciéndose eco de los grandes movimientos reformadores de la España del siglo XV y XVI[2], el Maestro Ávila va a dirigir todos sus esfuerzos hacia “la renovación eclesial por medio de una vida santa y de unos medios adecuados”[3] entre los que enumera la oración, el sacrificio, la Eucaristía, los sacramentos…, que él aconseja acompañar con determinados medios ascéticos como “la comunión frecuente, la devoción mariana, la lectura espiritual, la meditación, la dirección espiritual, la mortificación…”[4] que responden igualmente al “objetivo de revestirse de Jesucristo”: <<Notad que el vestirnos de Cristo es el fin de desnudarnos de nosotros mesmos>>[5]. La santidad de vida constituye el eje vertebrador del proyecto de reforma avilista, hasta el punto de que considerar que “los mismos escritos de reforma no son más que una llamada a la santidad, que es vocación de todo bautizado”[6], y como esta santidad de vida se traduce en un “revestirse de Jesucristo”[7], el Maestro Ávila propone como modelos a los grandes reformadores de la Iglesia como Santo Domingo de Guzmán o San Francisco de Asís: <<Los que predican reformación de Iglesia, por predicación e imitación de Cristo crucificado lo han de hacer y pretender>>[8].
En este planteamiento renovador ocupa un lugar especial la reforma del ministerio sacerdotal, en la que frente a las deficiencias heredadas del pasado, propone un retorno a las “motivaciones evangélicas tradicionales”[9] cuyo abandono ha desembocado en los males que padece la Iglesia: <<¡Oh Iglesia cristiana, cuán caro te cuesta la falta de aquellos tales engañadores, pues por esta causa está tu faz tan desfigurada y tan diferente de cuando estabas hermosa en el principio de tu nacimiento!>>[10] Por ello, y siguiendo las directrices emanadas de Trento respecto a la renovación del ministerio sacerdotal[11], el Maestro Ávila centrara buena parte de su actividad en la promoción de la renovación del clero, para quien reclamará una sólida formación intelectual y espiritual, impartida en los Seminarios fundados a la sombra de Trento, y una dedicación más profunda a las tareas propias del ministerio sacerdotal a fin de conducir a los fieles a esa renovación eclesial que habría de tener importante consecuencias evangelizadoras: <<Si los cristianos fuésemos perfectos guardadores de la Ley, que tenemos, cuyo principal mandamiento es el de la caridad, seria tanta la admiración que en el mundo causaríamos que… creerían que moraba Dios en nosotros. >>[12]
Finalmente, como asceta San Juan de Ávila se muestra como un gran enamorado de Cristo, de ahí, la insistencia con que recomienda tanto a seglares como a los sacerdotes la imitación de Cristo, a quien presenta como “modelo de amor misericordioso y de humildad”[13] en sintonía con la espiritualidad emanada de la Devotio Moderna, pero también de toda la tradición medieval.
3. Conclusión
Hijo de su tiempo e influenciado por las corrientes espirituales de la modernidad, San Juan de Ávila sigue siendo un referente para la Iglesia del siglo XXI.
Para los sacerdotes, es un ejemplo y modelo a seguir en todo cuanto hace referencia en el ejercicio de su ministerio. Su amor hacia Cristo, su extrema delicadeza en la celebración eucarística, el cuidado en la predicación de la Palabra de Dios, el afán misionero y la preocupación por la formación moral del sacerdote, hace de él un referente valido para el sacerdote del siglo XXI. No es para menos, dados sus memoriales al Concilio de Trento que, como es sabido, tomo buena nota de los mismos a la hora de elaborar el Decreto sobre el ministerio sacerdotal e idear la creación de los Seminarios diocesanos para la formación del Clero.
Para los seglares, es igualmente un modelo en la búsqueda de la santidad en el ambiente en el que se mueven. San Juan de Ávila propone una reforma personal como base y fundamento de la renovación de la Iglesia, y que no es sólo obligación del sacerdote, sino también de los fieles, de acuerdo con la común vocación a la santidad de unos y otros. El desarrollo de la misma, sea cual sea el ambiente en el que un cristiano se mueva, será un tema que influya en los autores espirituales del siglo XVII, como san Francisco de Sales, y quede reflejado magisterialmente en los documentos del Concilio Vaticano II.
Finalmente,
san Juan de Ávila también es un referente para los tiempos de crisis en los que
no movemos. Él fue testigo de grandes cambios en la vida secular y eclesial, de
sus luces y de sus sombras, de sus éxitos y fracasos, en el marco de una gran
efervescencia espiritual que exijo de la Iglesia un gran ejercicio de
discernimiento y purificación, que hoy también se hace necesario para un mejor
servicio a Dios, a la Iglesia y a la sociedad.
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
[1]DALMASES, Cándido S. I: Introducción a los Ejercicios [Espirituales] en Obras Completas de San Ignacio de Loyola, p.190
[2]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Reformador>> en Diccionario de San Juan de Avila. p. 789
[3]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Reformador>> en Op. cit. p. 789
[4]Con todo, San Juan de Ávila advierte que la santidad no depende de los medios, sino del amor: <<Rezas mucho, pero no amas a Dios, no amas al prójimo, tienes el corazón seco, duro, no partido con misericordia; no lloras con los que lloran; y si esto te falta, bien puedes quebrarte la cabeza rezando y enflaquecerte ayunando; que no puso Dios en eso la santidad, principalmente, sino en el amor >> (Ser 76, 232ss)
[5]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Santidad>> en Op. cit. pp. 846-847
[6]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Renovación eclesial>> en Op. cit. p. 802
[7]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Santidad>> en Op. cit. p. 846
[8]JUAN DE AVILA, San: Platica 4ª, 26 ss
[9]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Reformador>> en Op. cit. p. 791
[10]JUAN DE AVILA, San: Ser 55, 783ss, 811ss
[11]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Renovación eclesial>> en Op. cit. p. 802
[12]JUAN DE AVILA, San: Memorial al Concilio de Trento II, n. 50, 2104
[13]ESQUERDA BIFET, Juan: art <<Imitación de Cristo>> en Op. cit. p. 493
Les invitamos a ver el siguiente vídeo sobre el Padre Maestro Ávila, San Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia:
https://www.youtube.com/watch?v=aEPnT-SDU9s
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