El culto de la Iglesia debería enseñarnos a hablar “desde Dios-MarchandoReligion.es

El culto de la Iglesia debería enseñarnos a hablar “desde Dios»

El demonio es llamado “mentiroso” porque “habla desde sí”, mientras que Jesús siempre habla “como el Padre le enseñó.” El mismo contraste puede ser visto en el novel culto de la Iglesia versus el modo tradicional de la liturgia católica.

El culto de la Iglesia debería enseñarnos a hablar “desde Dios” y no “desde nosotros mismos”, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews

Nuestro Señor llama al demonio “mentiroso” porque “habla desde sí” (Juan 8, 44). Él trata de sacar de su propia mente finita una palabra que sea suficiente, o, podríamos decir, auto-suficiente y siempre falla. En contraste, el Hijo de Dios dice: “No hago nada desde mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo” (Juan 8, 28). Nuestro Señor enfatiza con paciencia este punto en un lenguaje variado: “porque yo no he hablado de mí mismo; el Padre mismo, que me ha enviado, es quien me mandó lo que he de decir y hablar, y yo sé que su precepto es la vida eterna. Así, pues, las cosas que yo hablo, las hablo según el Padre me ha dicho.” (Juan 12, 49-50). “Las palabras que yo os digo no las hablo de mí mismo; el Padre, que mora en mí, hace sus obras” (Juan 14, 10). Nuestro Señor va más lejos al decir, en el capítulo quinto de Juan: “Yo no puedo hacer por mí mismo nada”, o, como lo señala otra traducción, “No soy capaz de hacer nada por mí mismo” (Juan 5, 30).

Las instrucciones exactas dadas bajo la Antigua Alianza para los sacerdotes y su culto, que ocupan un largo texto del Pentateuco, se dan por una razón duradera. No son reemplazadas en la Nueva Alianza, sino que son cumplidas perfectamente en Cristo, en quien la Palabra infinita y eterna de Dios, soberanamente libre, está unida permanente y singularmente a su humana carne, a este rostro, manos corazón y voz, y que nos comunica Su singularidad en la forma de tradiciones litúrgicas desarrolladas bajo la guía de Su Espíritu Santo. Es la razón de porqué Nuestro Señor nos dice: “Si, pues, alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los hombres, será tenido por el menor en el reino de los cielos; pero el que practicare y enseñare, éste será tenido por grande en el reino de los cielos” (Mateo 5, 19). La liturgia de la Iglesia aplica este versículo a sus santos, quienes siempre están haciendo y enseñando los mandamientos menores en su transposición y significado cristiano.

El Hijo de Dios rezó los salmos de David mientras crecía en el hogar de María y José.

¡Qué espectáculo! El Nuevo Adán, el Padre del mundo por venir, rezó los antiguos salmos de un hijo de Adán. El Mundo que ilumina a todos los hombres e inspira a los profetas es el mismo autor de estos salmos. No menos que los cielos y la tierra y de todo su cortejo (Genesis 2,1)los salmos son Su propia creación. Sin embargo, el Verbo hecho carne se somete a estas palabras como oraciones que ya estaban ahí, las cuales Él plantó en la historia para la formación de su Propio Sagrado Corazón, para darles a Sus labios, pulmones y cuerdas vocales su mejor ejercicio, para unir a Él lo más plenamente posible con el pueblo de Israel y la condición humana que asumió. Ya que nosotros somos pequeñas imágenes de la Imagen del Padre, los salmos nos son dados como vehículos de nuestros más íntimos pensamientos y sentimientos para que así, moldeados por ellos, podamos expresar lo que es más profundo y verdadero en nosotros, en nuestra divinizada naturaleza humana.

Una de las grandes antífonas de Pentecostés resuena así:  Repleti sunt omnes Spiritu Sancto, et coeperunt loqui, alleluia, alleluia: “Todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar, aleluya, aleluya.” Nosotros debemos primero estar llenos del Espíritu de Dios antes de decir algo que valga la pena , y nuestra primera palabra, como renacidos infantes, será Aleluya, esto es, “oremos al Señor.” Esta será la primera palabra de la Iglesia renacida: una palabra de pura alabanza ofrecida a Dios como dulce incienso.

El Salmista exclama: Ex ore infantium et lactentium perfecisti laudem… “Por la boca de los niños y de los que maman has dado argumento contra tus adversarios para reducir al silencio al enemigo y al rebelde.” (Salmo 8, 3). Etimológicamente, la palabra infante significa “uno que no puede hablar». Es quien debe aprender a hablar a través de la escucha constante de la madre y recibe el lenguaje de su boca como recibe la leche de su pecho. Esta vida de dependencia frustra el avance del enemigo, Lucifer, quien, a diferencia del niño, se aferra a una independencia imposible y no alabará al Señor (cf. Isaías 14, 12-17).

En cuanto al cristiano, así como la Iglesia, donde quiera que deseen vivir la flor de la juventud (cf. Salmo 42, 4 Vul.), en primer lugar ofrecerá el sacrificio de alabanza. Cuando somos animados por el Espíritu, hablamos del sacrificio de alabanza y nos convertimos en un sacrificio. Contrariamente, cuando hablamos de “nosotros mismos”, es decir, ya sea de y sobre nosotros mismos, no decimos sino una mentira.

Hay una línea directa conectado Babel con Canaán, Babilonia con la Gehena.

Primero, está Babel: cuando abandonamos la Sagrada Tradición, la cual unifica a unos con otros, al ejército de los santos y al Dios trascendente, nuestro castigo es un parloteo de lenguas vernáculas, una mezcla heterogénea de opciones, un pluralismo incoherente en el ars celebrandi o en el estilo de celebración.

Segundo, está Canaán: nuestra mala mentalidad litúrgica y los malos hábitos son un caldo de cultivo para formas de adulterio abiertas y ocultas, idolatría, ateísmo y apostasía.

Tercero, está Babilonia: entramos en la cautividad de nuestros enemigos: el mundo, la carne y el demonio; entramos al exilio, lejos de la patria, lejos de nuestra propia identidad. Habitamos en el más lejano regio dissimilitudinis, en una condición de alineación existencial acompañada de una amarga falta de fuerza de voluntad para recuperar nuestro hogar, para vivir las exigencias del sacrificio, o para conducir a nuestros semejantes hacia el bien.

Cuarto y finalmente, está la Gehena: el valle de basura ardiente, imagen del infierno.

Este completo espiral descendente es un espiral de creciente autocomplacencia y de decreciente disciplina. Se es disperso, desperdiciado, extendido y adelgazado hasta llegar a una caricatura del antiguo sustancial yo. Tal es lo que hemos visto no solo con la liturgia, sino también con el sacerdocio, la vida religiosa, las misiones, las catequesis, las bellas artes. Cuando se abandona el pan sobrenatural de la tradición con la Santísima Eucaristía en su corazón, se hace un descenso desde una comida gourmet a una comida rápida, y luego al hambre.

El camino del ascenso debe, por lo tanto, tomar la forma de una abnegación positiva, a imitación de Cristo, y por amor para la transformación en Él. Esta es la razón de porqué cualquier movimiento que se aleja del ascetismo, o de cualquier disminución de las cargas en las penitencias habituales de la Iglesia, proviene, en última instancia, del Maligno. Esto incluiría la gradual reducción del ayuno Eucarístico en el siglo veinte y la abolición de la Septuagésima (pre-cuaresma) y el ayuno cuaresmal por Pablo VI. SI el humo de Satanás emergió desde una fisura en el templo de Dios, tal como el mismo Papa lo admitió, ¿quién permitió, en primer lugar, que esa fisura se abriera? ¿De dónde vino la debilidad en la estructura? De modo general, ¿quién pensó alguna vez que podría ser una buena idea abrir las ventanas de la Iglesia y dejar entrar el aire de fuera? El demonio normalmente se mantiene alejado de los lugares santos, por lo que Él debió haber recibido una invitación que no pudo rechazar. La laxitud de la Iglesia contemporánea y el aumento de los fenómenos satánicos de ninguna manera son algo que no esté relacionado.

Dado que la liturgia es jerárquica, de otro mundo, extática y absoluta en sus demandas sobre nosotros, está totalmente en consonancia la estrategia del demonio desestabilizar, democratizar, secularizar y relativizar la liturgia aquí en la tierra. Él busca aflojar nuestro vínculo con una tradición fija y eficaz. Las distinciones entre lo sagrado y lo profano, lo formal e informal, lo fijo y lo variable es lo que el demonio trata de rasguear y, eventualmente, borrar. Lo que busca es oscurecer o borrar la manifestación de la jerarquía celestial en las distinciones terrenales de los sagrados ministros y en sus funciones complementarias, pero intercambiables roles. Busca persuadirnos, de modo particular al clero, de que la liturgia no es la fuente y el ápice de la vida cristiana, sino solo un medio entre muchos otros para el avance de la “agenda cristiana.”

El demonio sabe que él no puede impedir algunos avances de la fe cristiana, pero a su vez está muy consciente de que nada hay que se acerque al poder que tiene la liturgia para santificar el nombre de Dios y establecer Su reino en medio de nosotros, dándonos nuestro diario alimento y llevándonos al perdón de los pecados y a evitar el pecado. En verdad, la liturgia es un fin en sí misma porque es una posesión peculiar de Dios y nos convierte en su peculiar posesión. Si el mal puede convencernos de que la liturgia no es un fin en sí mismo sino más bien que es una herramienta útil que debemos manipular para fines ulteriores, entonces él casi ha ganado la mitad de la batalla por las almas. Él ha sacudido nuestra orientación fundamental a la Jerusalén celestial y al reino que no tendrá fin.

Peter Kwasniewski

*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad

Puedes leer este artículo sobre el culto de la Iglesia en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/churchs-worship-should-teach-us-to-speak-from-god-and-not-from-ourselves

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Profesor Peter Kwasniewski: (Chicago, 1971) Teólogo y filósofo católico, compositor de música sacra, escritor, bloguero, editor y conferencista. Escribe regularmente para New LiturgicalMovement, OnePeterFive, LifeSiteNews, yRorateCaeli. Desde el año 2018 dejó el Wyoming CatholicCollegeen Lander, Wyoming, donde hacía clases y ocupaba un cargo directivo para seguir su carrera como autor freelance, orador, compositor y editor, y dedicar su vida a la defensa y articulación de la Tradición Católica en todas sus dimensiones. En su página personal podrán encontrar parte de su obra escrita y musical: https://www.peterkwasniewski.com/