La vida del Venerable Dom Prosper Guéranger, un monje benedictino, verdaderamente es la de un re-constructor de la Iglesia desde las ruinas de la Revolución Francesa y de la prolongada corrupción del galicanismo que la precedió. En una era de gran desintegración, Guéranger puede ser un modelo de reconstrucción para todos los fieles.
Dom Guéranger: cómo un monje comenzó a reconstruir Occidente, un artículo de R. Jared Staudt para The Imaginative Conservative
El 11 de julio es la fiesta de San Benito y el aniversario de la refundación de la Abadía San Pedro de Solesmes, Francia, en 1833, por el Venerable Dom Prosper Guéranger y cinco otros sacerdotes. Aparte de los benedictinos, te puede sorprender porqué este evento tiene tanta significancia. Solesmes llegó a ser un gran centro de renovación de la Iglesia entera y su re-fundación presenta a una enorme figura que supervisaría esta renovación. Guéranger (1805-1875), originalmente un sacerdote diocesano, literalmente observó una amada iglesia local en ruinas, una abadía medieval cuyos restos estaban destinados a la demolición y sintió un llamado a restaurar no solo este edificio, sino también a comenzar una nueva forma de vida como un monje. Su respuesta, reminiscencia de San Francisco, implicó no solo la restauración de un edificio en particular, sino a apuntalar a la Iglesia misma.
Las ruinas que Guéranger observó fueron las de la Abadía de Solesmes, notable por su constitución medieval.
Esta era solo una pequeña pieza de la destrucción general de la Iglesia forjada por la Revolución y Napoleón. El tirano Corso había visto casi la completa exterminación del monacato de Europa, considerando a los contemplativos como algo inútil para la sociedad. Mientras que Guéranger era ordenado sacerdote a principios del siglo diecinueve, los benedictinos estaban al borde de la extinción en Francia. Supervisaría el retorno del monacato no solo en Francia, sino también en Europa en general.
Se hace francamente difícil sobrevalorar la influencia de Guéranger en la Iglesia en su conjunto en el siglo diecinueve y más allá. Junto a la resurrección de los benedictinos, él combatió a los restos del Galicanismo y del Jansenismo; inició el movimiento litúrgico; pavimentó el camino para la declaración de la Inmaculada Concepción y la Infalibilidad Papal; e instruyó generaciones de católicos mediante su obra monumental: El año litúrgico.
“La oración es para el hombre en mayor de sus bienes,” así comienza El Año Litúrgico Guéranger, la obra por la cual es probablemente más conocido. Su obra es el testimonio de la larga vida de estudio y devoción de Guéranger por la liturgia romana. Es difícil imaginar que cuando Guéranger fue ordenado había recibido permiso especial para decir la Misa de rito romano en lugar del extendido rito galicano de Francia. Guéranger defendería el rito romano con gran éxito en su patria, pero también lo propuso como centro de espiritualidad para los laicos católicos. El Año Litúrgico provee una guía diaria para los católicos para rezar y meditar sobre las oraciones de la Misa y del breviario y para entrar más profundamente en las estaciones litúrgicas.
Solesmes también se convertiría en el centro de la renovación del Canto Gregoriano.
Guéranger cuenta que “las grandes impresiones del alma eran para ser cantadas,” y que “los cristianos no pueden estar satisfechos al recitar cosas, ellos deben cantarlas” (1) En orden a asistir a la Iglesia en este fin de alabar a Dios a través del canto, Guéranger comenzó otro gran trabajo de restauración dedicando Solesmes a la restauración del Canto Gregoriano. No fue una tarea fácil, ya que las antiguas melodías y metodologías se habían corrompido al punto que Guéranger remarcó que “ el auténtico canto fue olvidado, mutilado, cambiado y alterado.”(2) Para superar este problema, el abad empezó a trabajar los manuscritos medievales y, con la ayuda de sus monjes, estableció un gran programa de restauración. Este proyecto alcanzaría un momento crucial cuando el Papa Pío X confió al Abad Joseph Pottier, un protegido de Guéranger, la restauración del Canto Gregoriano para la Iglesia entera, lo cual produjo la Edición Vaticana del Graduale Romanum.
Como en la restauración del canto, Solesmes tuvo también influencia en recoger y promocionar las obras de los Padres de la Iglesia.
Guéranger envió a uno de sus monjes, Dom Jean Baptiste François Pitra, en una misión a través de Europa buscando manuscritos. Pitra colaboró con Migne en su monumental serie Patrología. Pitra fue también conocido por su trabajo en arqueología y en Iglesia Oriental, pasando siete meses en Rusia y supervisando los nuevos libros litúrgicos para los ritos orientales. Pío IX nombró a Pitra cardenal y bibliotecario de la Biblioteca Vaticana, confirmando la importancia universal del trabajo de Solesmes.
Además de apoyar la reforma litúrgica y los estudios patrísticos, Guéranger jugó un importante rol en la preparación de los fieles para la proclamación de dos importantes dogmas en el siglo diecinueve. El primero es el de la Inmaculada Concepción, el cual fue proclamado por el Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Cuatro años antes, Guáranger compuso un breve tratado sobre la doctrina ante el requerimiento del nuncio papal en Francia para el mismo Papa Pío. Concluyó el tratado con el punto que “de todo lo que hasta ahora hemos establecido la conclusión que sigue es que la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen es parte de la doctrina de la Iglesia Católica (…) [y] que cualquier ataque a esta creencia sería un grave insulto a la Esposa de Jesucristo.”(3)
Guéranger no solo defiende bellamente la doctrina, sino que además la manera en la cual él propone la solución no es menos importante. Arguye específicamente por la autoridad del Papado para proclamarla, en vez de la necesidad de la definición de un concilio ecuménico, “resta aquí entonces el juicio del Romano Pontífice, a quien Jesucristo ha confiado tan gran poder por la constitución de la Iglesia, que las decisiones de un Concilio General solo tienen valor después que él las ha confirmado.”(4) Guáranger postula que una materia de tal importancia debe descansar sobre la infalibilidad de la Iglesia, más “que en algo humano en la creencia de la Iglesia”, esto es, sobre una tradición no formalmente dogmatizada.(5)
La solución de Guéranger a la cuestión de la Inmaculada Concepción descansa sobre la autoridad papal, también promovida a lo largo de toda su vida de oposición al galicanismo. Observó que “esta soberanía y autoridad divina había sido minada en Francia,” pero sería de nuevo reforzada a través de la infalible declaración del Papa sobre la preservación de María de todo pecado. Esto nos lleva a un segundo punto del servicio de Guéranger al desarrollo de la doctrina: la Infalibilidad Papal. Su libro, La Monarquía Papal, publicado en 1869 poco antes de la proclamación del Vaticano I, fue escrito en respuesta a una obra en dos volúmenes del obispo de Sura, Henri Maret, un teólogo y deán de la Universidad de París, quien había subordinado la autoridad del Pontífice al Concilio Ecumémico. Pío IX escribió un Breve en respuesta a Monarquía Papal, declarando a Guéranger que “en Nuestra estimación, ha prestado usted un servicio extremadamente útil a la Iglesia.” (7)
Es claro que Guéranger tenía en mente el desenvolvimiento de la doctrina mientras escribió la obra:
“Los fieles deberían desear el desenvolvimiento del Credo, así ellos podrían entrar más y más en la posesión de la verdad.” (8) Así como en su defensa de la Inmaculada Concepción, Guéranger proporcionó una exposición comprensiva del fundamento de la Infalibilidad Papal partiendo por las Escrituras y a través de la tradición, demostrando que las enseñanzas del pasado de los mismos Pontífices y Concilios han establecido las bases para una nueva y definitiva proclamación. También aboga por un consensus fidelium (communis) en la doctrina, presente en los teólogos, especialmente los escolásticos, en los fieles cristianos y, lo más importante, en los santos. En conclusión, Guéranger buscó superar la bien extendida cautela de aquellos que reconocían la verdad de la doctrina, pero encontró su proclamación inoportuna. Su respuesta, una vez más, se reduce a la verdad: ¿puede ser beneficioso para los fieles evitarles una mayor articulación y profesión de la verdad? (9)
La influencia de Guéranger en la Iglesia de sus días es verdaderamente asombrosa: restaurando la vida religiosa, reformando la liturgia de Francia, restaurando el Canto Gregoriano, recolectando las obras de los Padres y haciendo una seria contribución al desenvolvimiento de la doctrina de ¡dos dogmas diferentes! La vida de Dom Prosper Guéranger es la de un re-constructor de Iglesia desde las ruinas de la Revolución Francesa y de la prolongada corrupción del Galicanismo, que la precedió. Por lo tanto, Guéranger es un modelo de renovación de la vida espiritual para todos nosotros, para revitalizar nuestra oración litúrgica y para profundizar nuestro estudio y fidelidad a la enseñanza doctrinal de la Iglesia. ¡En una era de gran desintegración, Guéranger puede ser un modelo de reconstrucción para todos los fieles!
Republicado con el gentil permiso de Crisis Magazine, (Julio 2014).
Notas:
(1) Citado en Solesmes y Dom Guéranger, 95
(2) Ibid., 104
(3) On the Immaculate Conception, St. Michael’s Abbey Press, 119.
[4] Ibid., 115.
[5] Ibid., 120.
[6] Ibid., 117.
[7] The Papal Monarchy, Loreto Press, xxiii.
[8] Ibid., 123.
[9] Cf., ibid., 234.
R. Jared Staudt para The Imaginative Conservative
Puedes leer este y otros interesantes artículos en inglés en la página de The Imaginative Conservative: https://theimaginativeconservative.org/2020/07/prosper-gueranger-r-jared-staudt.html
La imagen que acompaña este artículo es de Dom Guéranger (1805-1875), creada en 1874 por Claude Ferdinand Gaillard (1834–1887), y es de dominio público, cortesía de Wikimedia Commons.
Dom Guéranger restauró la Abadía de Solesmes, en este artículo podrás ver otra abadía benedictina que ha hecho suya la rica tradición litúrgica de la Iglesia.
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