¿Libertad religiosa?
Disfruten de la Navidad mientras puedan, un artículo de Miguel Toledano.
Disfruten de la Navidad mientras puedan, antes de que se la lleve por delante la hidra de la Libertad Religiosa. ¿Qué por qué digo esto? ¿No es acaso la Libertad Religiosa el argumento que habitualmente esgrime el neoconservadurismo, como si fuera la panacea, para tratar de reducir los destrozos que en las sociedades católicas produce la agenda llamada progresista? Como verán, ocurre al contrario; Es la Libertad Religiosa la que, propiamente, causa la debacle del pueblo cristiano; es la Libertad Religiosa la que, año a año, sin que apenas nos enteremos, nos birlará la Navidad.
Comprueben Uds. mismos: Al otro lado del Atlántico, al sur de Richmond, capital de Virginia, el director del Colegio Robious de enseñanza media acaba de prohibir que se entonen villancicos cuya letra incluya a Nuestro Señor Jesucristo.
La razón de la prohibición es que algunas familias no se sentirían cómodas con tales canciones “de naturaleza sacra”. La decisión de las autoridades académicas, por el contrario, persigue “ser más sensible a la creciente diversidad de los alumnos del colegio”.
Conviene recordar que en los Estados Unidos, paradigma legal de la Libertad Religiosa desde que ésta fue establecida en la primera enmienda de su Constitución, no se permite la exhibición de símbolos confesionales en colegios públicos.
Para contrarrestar esta dificultad, la organización no gubernamental First Liberty Institute se ve obligada en Virginia a hacer encaje de bolillos: su abogado ha remitido a la dirección del colegio una carta en la que se considera a los villancicos “una parte tradicional de la herencia cultural y religiosa de este período concreto de vacaciones”. Es decir, hay que acudir a subterfugios como “la herencia cultural” o actos “propios de las vacaciones” simplemente para lograr lo que ya más de 17.000 firmantes consideran evidentemente propio de la Navidad, a saber, el nacimiento de Cristo. Algunos padres han llegado a proponer, como solución de compromiso, que los alumnos canten canciones hindúes durante las celebraciones escolares de estas Fiestas.
Igual penuria se ha producido en otra pequeña localidad, del estado de Michigan, llamada Newaygo.
Allí, la escuela elemental viene colocando unas imágenes de los Reyes Magos en el tejado del edificio desde la década de 1940. Pues bien, la Asociación de Activistas por los Derechos Civiles de Michigan, en representación de un vecino del pueblo, que suponemos más bien antipático, ha solicitado el desmantelamiento de las figuras de madera, “por tratarse esencialmente de una escena de Natividad en propiedad pública”.
El hijo de uno de los escultores, Lowell Godfrey, ya está dispuesto a transigir para acomodar la práctica con el principio de la Libertad Religiosa: “Que el colegio añada una variedad más amplia de símbolos sacros; el colegio podría dar una clase sobre religiones del mundo y, como proyecto de clase, los alumnos podrían crear otras obras artísticas representativas de los distintos grupos religiosos, que fueran añadidas junto a las de los Reyes Magos”.
Recordemos que se trata de una escuela elemental; o sea, que a los niños a partir de seis años se les debe enseñar a Buda y a Mahoma en pie de igualdad con la Sagrada Familia, para que desde su más tierna edad sean conscientes de las diversas opciones que se venden y se compran en el mercado de las ideas religiosas, por otra parte ya bastante depauperado.
Las autoridades educativas locales persiguen igualmente sortear los inconvenientes de la Libertad Religiosa con nuevos malabarismos conceptuales: La finalidad de las imágenes constituye “un propósito legítimo secular”.
Es decir, que los Reyes Magos no pretenden ser algo religioso – y, si lo fueran, habría que secularizarlos, para acomodarlos a la Libertad Religiosa. “No hay evidencia de que los Reyes Magos fueran judíos o cristianos”, dice la superintendente de los colegios del condado, para quien Melchor, Gaspar y Baltasar eran sólo unos científicos de la época, algo así como Stephen Hawking o Pedro Duque, pero en versión exótica. “De ninguna manera pretendemos un efecto primario de incentivar o inhibir una religión; que yo sepa, nadie ha sido atraído a la fe, o disuadido de la fe, por estas imágenes que ya llevan expuestas más de medio siglo. A mi modo de ver, no hay jurisprudencia que prohíba la exhibición de tres hombres del medio oriente, no cristianos, montados en camellos, que buscan la sabiduría.
Tengo la esperanza de que todos continuaremos destacando la importancia de buscar la sabiduría, el conocimiento y la apertura de mente durante todo este período de vacaciones”. Esta cita parece sacada de una novela de Elvira Lindo, pero les aseguro que es literal.
La verdad es que a uno le terminan resultando más repugnantes estos absurdos razonamientos para salvar la Libertad Religiosa que los propios argumentos de los enemigos de la Religión, que al menos son coherentes; se da la circunstancia de que en la vecina Grand Haven, la citada Asociación de Activistas ya logró hace cinco años que el ayuntamiento retirase una escena de la Natividad que había sido expuesta a los vecinos durante siete décadas.
Sigamos con la Libertad Religiosa de los norteamericanos y terminaremos cantando “Navidades blancas” o “Papá Noel viene a la ciudad” en nuestros colegios y pueblos, porque se habrá acabado eso de que “Soy de la Virgen María y del Espíritu Santo” o de que “Al pobre de San José le han roído los calzones”, como no sea en el fondo de las sacristías o en la ducha y sin que se entere el vecino, no vaya a resultar herido en sus sentimientos más íntimos.
No habrá más Conciertos de Navidad, sino Conciertos de Invierno; y, para desearnos ventura en los días que vienen, no deberemos decirnos feliz Navidad, sino felices Fiestas o, aún mejor, felices vacaciones, que es mucho más respetuoso con la diversidad (término éste que pronto habremos de escribir en mayúscula y hasta ver coronado en la catedral de la Almudena).
Y como la Navidad es también época de nostalgia, recordemos un tiempo en España -no tan lejano- en el que la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 17 de mayo de 1958 establecía, en su artículo segundo, que “la Nación española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”; pasando a ser sustituido dicho ejemplar precepto por el artículo 16 de la Constitución de 1978, que proclama, por el contrario, que “se garantiza la libertad religiosa y de culto”.
Dígase de paso que el noventa por ciento de los incautos católicos aprobaron dicho precepto, y otros igualmente deletéreos, en referéndum nacional, siguiendo las directrices de políticos y eclesiásticos irresponsables.
Y, en aquellos mismos tiempos de resabios nostálgicos navideños, el Concordato entre España y la Santa Sede establecía, en su artículo primero, que “la Religión Católica, Apostólica y Romana sigue siendo la única de la Nación española y gozará de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico”; dicho texto supra-legal fue sustituido en 1979 por un nuevo Concordato, de Juan Pablo II y la UCD, que pasó a proclamar que “a la luz del principio de libertad religiosa, la acción educativa respetará el derecho fundamental de los padres sobre la educación moral y religiosa de sus hijos en el ámbito escolar”, justito como en Virginia y en Newaygo, Michigan.
Miguel Toledano
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