¿Podemos hablar de una dimisión arzobispal en París? La confidencialidad está rota, nuestro corresponsal nos trae la noticia
¿Dimisión Arzobispal? París cura la fiebre a su manera. Un artículo de Miguel Toledano
Así empieza la famosa canción de Mireille Mathieu, el ruiseñor de Aviñón. Aunque no sea la capital de la Cristiandad, la ciudad de la luz produce a menudo destellos que se reflejan en todo el orbe católico.
El pasado jueves día 25 de noviembre, el arzobispo de París ha presentado su dimisión mediante carta dirigida al papa Francisco.
Lo ha publicado Juan Maria Guénois, el respetado vaticanista del diario conservador galo “Le Figaro” mediante artículo dado a la estampa al día siguiente, haciéndose eco de unas declaraciones inmediatamente anteriores a cargo del portavoz de la archidiócesis a la Asociación Francesa de la Prensa.
Su Ilustrísima habría tenido un comportamiento “ambiguo” con una mujer. Me parece una afirmación, cuando menos, torpe por parte del prelado y su entorno.
Cualquiera que la oiga a este lado de los Pirineos se hará múltiples preguntas, porque sabido es que lo de los franceses -quiero decir, franceses y francesas- respecto al sexto mandamiento resulta patológico. Su historia y cultura están absolutamente llenas a rebosar de este vicio; como si fuese, para ellos, una virtud, un elemento más de su “savoir vivre”.
En principio, la cuestión debería haberse mantenido confidencial hasta confirmarse la respuesta por parte del pontífice; en teoría, tal discreción habría preservado una mayor libertad a favor del papa a la hora de tomar su postura definitiva.
Pero el semanario “Le Point” reveló, a comienzos de la semana, un mensaje de correo electrónico dirigido a la interfecta hace diez años, cuando el remitente era vicario general, desatándose así la bomba mediática.
¿Qué querrá decir el arzobispo con el termino de ambigüedad? Es cierto que él niega que hubiera existido relación carnal, por lo que podría pensarse que se trata de un amor platónico. Como el de Dante por Beatriz, Petrarca por Laura o Boccaccio por Fiammetta.
Con la diferencia de que ni Dante, ni Petrarca ni Bocaccio eran arzobispos de París.
La cuestión parece más compleja, apuntando incluso a un posible furor uterino no satisfecho.
La metedura de pata fue del propio obispo, don Miguel Aupetit, que envió por error el mensaje de correo electrónico a su secretaria y no a su admiradora.
Lo que, a su vez, pone en tela de juicio la lealtad de la colaboradora y, en definitiva, la propia relación profesional de ésta con su jefe. Otro despropósito.
Según declaraciones efectuadas por el infortunado clérigo, él mismo tuvo que pedir, en varias ocasiones, a su acosadora que dejara de perseguirlo. Parece que le visitaba y le escribía un día sí y el otro, también.
A mí, la verdad, me recuerda a algunas parroquianas que, en su fijación por la iglesia, se sienten poco menos que papisas. Mandan más que el señor cura. Como se le dé más protagonismo femenino a las tareas llamadas pastorales no sé a dónde podemos llegar.
El bueno del arzobispo no se guardó el problema en el secreto recóndito de su augusto pecho, sino que lo puso en conocimiento de las autoridades religiosas. Pero eso tampoco ha servido para nada, ya que puede terminar llevándoselo por delante. Qué argumento para una película de Hollywood.
¿Y qué hará ahora Francisco? Su decisión se espera a lo largo de las próximas semanas. Recientemente, se da el caso del cardenal Barbarin, arzobispo de Lyon hasta que el papa Bergoglio aceptó su marcha tras haber ocultado casos de abusos sexuales por parte de un sacerdote diocesano, con ocasión de campamentos de “boy-scouts” durante los años setenta y ochenta.
Curiosamente, monseñor Aupetit nunca fue creado cardenal, a pesar de haber sido colocado al frente de su grey hace casi cuatro años. Se trata del primer titular parisino no cardenal desde que en 1871 su antecesor fuera asesinado por la Comuna revolucionaria. Una nueva muestra de la sagacidad de Francisco, pues el escándalo habría sido mucho mayor de haber recibido el dimisionario el capelo púrpura.
Versallesco de origen y médico antes que sacerdote, fue ordenado a los cuarenta y cuatro años, por lo que nos encontramos ante una vocación tardía. Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar tan sólo unos pocos días antes de su famosa abdicación. Fue, por tanto, uno de sus últimos actos como papa reinante; algo que tendría pensado antes y que dejaría ejecutado para poder retirarse a rezar en el convento de las laicas de Comunión y Liberación que lo acompañan desde entonces.
Don Miguel tiene en la actualidad setenta años, de tal modo que todavía le quedaban cinco antes de su jubilación eclesiástica. Una magistratura corta para un hombre bien preparado. Es difícil adelantar si será sucedido por alguno de los dos antiguos vicarios generales que dimitieron recientemente, don Alexis Leproux y don Benedicto de Sinety, acusándole de métodos autoritarios.
Sin embargo, en descargo del dimisionario hemos de decir que este mismo año controló los excesos del centro pastoral de San Mederico, situado junto al museo de arte moderno dedicado a Pompidou y que había decaído hasta convertirse en lugar de protección de aberraciones sexuales, heterodoxias progresistas y degeneraciones artísticas supuestamente compatibles con la fe católica.
Pero también le pasó factura un rifirrafe en el colegio católico San Juan de Passy, en el que se acusó a don Miguel de tomar partido contra el director y el prefecto del último curso, quienes posteriormente han triunfado ante los tribunales.
Algunos compatriotas dicen que los españoles somos cainitas. No lo creo. Lo cierto es que las luchas intestinas en Francia pueden ser verdaderamente terribles. Tengo la impresión de que con la carta de monseñor Aupetit al papa Francisco ha sonreído más de un malicioso.
Quizás lo de menos sea la mujer de los mensajes y las visitas en aquellos lejanos tiempos de 2012… Sobre todo, porque el mismo día del artículo de Guénois, el presidente de la Republica se encontraba en el Palacio Apostólico con el papa. Macron, que trata de tú al papa como si fuese su pintoresca esposa, es bien capaz de haberle sugerido el nombramiento de un amiguete.
Miguel Toledano
Fiesta de san Silvestre abad, 2021
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