En la décimo cuarta cuestión de su Suma Teológica, santo Tomás de Aquino estudia el modo y grado de conocimiento poseído por Dios.
Cómo opera el entendimiento divino. Un artículo de Miguel Toledano
Ya san Agustín había sostenido que aquello por lo que estamos hechos a imagen de Dios es precisamente el entendimiento.
Ahora bien, el entendimiento de Dios alcanza el grado sumo de conocimiento, incluso de Sí mismo.
Es decir, que lo conoce todo, con perfecto conocimiento propio de todas y cada una de las distintas variedades y especies del ser. Dios todo lo “ve”; Deus videt, como se afirma en el famoso cuadro del Bosco que se encuentra en el Museo del Prado.
Pero no debemos malinterpretar dicha pintura, en cuanto que capta una imagen de Cristo correspondiente a un momento muy concreto, el de la Resurrección; si bien Dios, excepción hecha de la etapa de la Encarnación, es absolutamente inmaterial y así lo es también Su conocimiento.
Aunque el Aquinate habla, en un cierto sentido, de conocimiento “de visión”, el conocimiento absoluto y perfecto que de todo tiene Dios no se produce a través de uno de los sentidos -la vista- ni tampoco a través de una combinación de todos los sentidos, como es nuestro caso.
Porque nuestro conocimiento no es completa y absolutamente inmaterial, como sí lo es el de Dios. Nosotros precisamos tanto de los sentidos (parte material de nuestro conocimiento) como de la razón (parte inmaterial del mismo), que opera por abstracción.
Ahora bien, la inmaterialidad del conocimiento en Dios no es por abstracción. No hay tal tránsito de lo material a lo inmaterial, de lo particular a lo universal; sino que es inmaterial en sí misma, sin discurso ni sucesión alguna de partes.
Nosotros llegamos a conocer una cosa y luego otra, sucesivamente; nos elevamos de los efectos a las causas; y deducimos las conclusiones de los principios.
Pero Dios ve todo a un tiempo, según ya afirmó, antes que el Doctor Angélico, san Agustín. Esa es la “visión” eterna de todo lo que pasó, pasa y pasará; visión simultánea en Dios, para la que no hay evolución temporal. Todo lo conoce, desde toda la eternidad.
De hecho, el conocimiento de Dios es un principio activo; las diferentes formas del ser preexisten en Dios, si bien en Él con toda su perfección. A diferencia de nosotros también en esto, en Dios, saber de algo fuera de Sí mismo es suceder o, como veremos seguidamente, poder suceder.
Ya que al decir que Dios ve todo, incluye también lo inexistente, aquello que está en potencia, que podríamos hacer o decir pero que no hemos hecho o dicho. Lo contingente, que depende de nuestro libre albedrio; y lo que Él puede hacer y no ha hecho.
Todos nuestros pensamientos, igualmente. No solo aquéllos que tengamos en esta vida sino todos y cada uno de los que desarrollemos en la infinidad del tiempo; ya que las criaturas racionales viviremos eternamente. Ni el mayor de los ordenadores que el hombre fabrique será nunca capaz de recoger una infinitésima parte de ese infinito conocimiento divino.
También el mal lo conoce Dios. Conoce el infierno y la posibilidad de que cada uno de nosotros caigamos en esa perdición definitiva, como hemos dicho arriba al hablar del conocimiento de la potencia; aunque esa perdición finalmente no se diere en algunos de nosotros, pero sí en otros.
Aristóteles, que sin la Sagrada Revelación razonó no obstante que la divinidad debía ser una, afirmó también -unos cuantos siglos antes que santo Tomás- que Dios conocía la discordia entre los hombres, signo característico del mal causado por ellos. Ese mal por el que padeció y murió en la cruz, en las horas previas a la imagen del Museo del Prado, hace apenas dos mil años.
Miguel Toledano
Domingo de Pasión, 2022
Les recomendamos nuestra sección de: TEOLOGÍA
Les recomendamos el blog de Miguel: ToledanoLanza
*Se prohíbe la reproducción de todo contenido de esta revista, salvo que se cite la fuente de procedencia y se nos enlace.
NO SE MARCHE SIN RECORRER NUESTRA WEB
Marchandoreligión no se hace responsable ni puede ser hecha responsable de:
- Los contenidos de cualquier tipo de sus articulistas y colaboradores y de sus posibles efectos o consecuencias. Su publicación en esta revista no supone que www.marchandoreligion.es se identifique necesariamente con tales contenidos.
- La responsabilidad del contenido de los artículos, colaboraciones, textos y escritos publicados en esta web es exclusivamente de su respectivo autor