Un católico en Arabia Saudita nos cuenta como en un país musulmán la fe se asume, mientras que en un moderno país occidental, la falta de fe es lo que se asume.
Un católico en Arabia Saudita que tiene una buena razón para preferir vivir ahí que en su nativa Australia, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Un lector, que se encontró con mi artículo “Entre Cristo Rey y “no tenemos más rey sino al César” en el cual yo defendía la superioridad de la monarquía católica sobre otras formas de gobierno, me hizo una pregunta.
“Me estaba preguntado, dada la ausencia de una verdadera monarquía católica hoy, acerca de nuestro deber de someternos a las legítimas autoridades y “a un mundo que se estrella alrededor nuestro con una inimaginable perversión”, ¿Cuáles piensa usted que sean aquí nuestras mejores opciones? Mi impresión es que cualquier forma de teísmo integral – calvinista, luterano, mahometano o judío – sería preferible a las visiones gemelas del infierno que son mostradas por las Renegadas Provincias Continentales y las Rebeldes Colonias de Norte América. ¿Qué cree usted?”
Yo respondí que se podría tener dudas de si un régimen no católico, pero religioso, es mejor que uno secular. Porque de seguro que no fue bueno para los católicos ingleses cuando sufrieron bajo la Reina Isabel I; y no es bueno hoy para los católicos estar en Arabia Saudita o en Pakistán. Por otro lado, está el dicho de que los tibios serán vomitados. Las personas pasan con más facilidad del celo falso al verdadero que de la total indiferencia a la fe religiosa. En este sentido, una sociedad religiosa es mejor que una sociedad irreligiosa o no-religiosa, y lo mismo parece ser cierto de los gobiernos.
Cuando yo escribí esto no tenía idea de que mi interlocutor ¡realmente vivía en Arabia Saudita! Y en respuesta él me contó lo que ha sido para él vivir en el Reino de Arabia Saudita los últimos dos años. Admitió que está en una posición privilegiada como trabajador “de cuello blanco” en una parte del país donde es posible asistir a Misa cruzando la calzada a Bahrein, sin embargo, se siente menos asediado como católico en Arabia Saudita que lo que se sentía en una tranquila ciudad universitaria en Australia, por las siguientes razones:
Las reglas en Arabia Saudita están asentadas y son estables, y están basadas sobre una autoridad que es vista como divina, y obligan tanto al Rey como al menor de sus súbditos. Aunque los detalles pueden cambiar con el tiempo, el alcance de posibles cambios ha quedado bastante bien establecido por experimentos históricos, así que el panorama de posibles cambios no es difícil de predecir. No es como en Occidente hoy, donde las reglas se inventan sobre la marcha y donde cada año trae un infierno para cristianos y conservadores.
Las cosas que él no tiene permitido decir son relativamente pocas y no son cosas que él se sienta tentado a decir de todos modos. Por otro lado, prácticamente cada día en su universidad australiana tenía que ahogar algo que desesperadamente quería decir y que sabía que lo metería en problemas.
Por otra parte, “los locales tienen una mejor opinión de los cristianos de la que merecemos, y asumen que todos los occidentales son cristianos.”
Incluso compañeros de trabajo saudíes que obtuvieron títulos de postgrado en Chicago o Manchester, no pueden realmente procesar que el ateísmo existe en el mundo. Así que habría apartarse mucho del camino para negar a Cristo en Arabia Saudita.
En Australia, por otro lado, la expectativa estándar de la mayoría de las personas que él conoció socialmente era que seguramente serían ateos progresistas (ya que es vista como la única visión inteligente), y a menudo él fue enfrentado a la tentación de quedarse callado para evitar una discusión incómoda. En otras palabras, en el país musulmán la fe se asume; en un moderno país occidental, se asume la falta de fe. Lo más conmovedor, escribe, “es la tremenda alegría que me da despertarme cada mañana en un lugar donde los no nacidos no están siendo asesinados legalmente. Es una alegría menor, pero no menos grande, levantarme cada mañana y saber que la plaza pública no me estará empujando todo el día a la perversión, en cualquier forma “despierta” que se le ocurra tomar en el año actual.”
Decía que él apreciaba el hecho de que existen determinadas cosas que el Estado le prohíbe hacer por el bien de su alma. Límites a su libertad que son menos onerosos que los que los occidentales soportan en todo el mundo solo por el bien de sus cuerpos. Incluso si muchas de las restricciones saudíes pueden, en realidad, no ser en vistas al bien del alma, al menos existe el conocimiento de que el alma es real y lo primario. En otras partes del así llamado “mundo libre”, el gobierno es deliberadamente indiferente al bienestar eterno de sus ciudadanos o trabaja activamente (aunque uno esperaría que lo hace sin saberlo) para asegurar su condenación.
Su pensamiento final fue contundente:
“Por tanto, aunque yo me consideraba bastante integrista antes de mudarme a Arabia Saudita, ahora soy mucho más integrista, habiendo visto la “forma” de integrismo en acción, sin su verdadera “materia.” En resumen: me encantaría vivir en una versión católica de este país, pues eso uniría la correcta formalidad del gobierno con el contenido de la verdad.”
Tal vez las sorprendentes reflexiones de este católico australiano, ahora residente en Arabia Saudita, nos ayuden a salir de la burbuja de nuestro confortable liberalismo. La disminución del secularismo, la insistencia de que existe un orden divino, y que el orden político debe corresponder a él, hacen un ambiente más conforme a la realidad y más humano, incluso cuando predomina un error religioso. Esto muestra la naturalidad y el acierto del integrismo como modo de vida lógico, coherente y sustentable. El liberalismo es la ilusión de que es posible separar la forma política de su origen y finalidad divinos, y entender la ciudadanía en abstracto del compromiso religioso personal de los ciudadanos. El liberalismo nos seduce para que creamos que lo que pensamos es un espacio neutral “libre de Dios”, que resulta ser un santuario en el que el ego se erige como ídolo. Donde Dios es destronado, el mundo, la carne y el diablo se apresuran a llenar el vacío.
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/a-catholic-in-saudi-arabia-has-good-reason-to-prefer-living-there-over-his-native-australia/
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