Los padres de cualquier recién nacido, si ellos no pueden conseguir el ministerio de un sacerdote dentro de un plazo razonable (unas pocas semanas como máximo) deben seguir adelante y bautizar a los hijos.
¿Por qué los padres deben bautizar a los hijos recién nacidos si un sacerdote tiene prohibido hacerlo?, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Todos nosotros esperamos y rezamos a Dios para que las draconianas políticas de muchas diócesis durante este tiempo de confinamiento por el coronavirus pronto den paso a un enfoque más flexible, razonable y pastoralmente responsable. Es comprensible que grandes encuentros públicos sean limitados, pero es imposible entender porqué confesiones a una distancia segura, citas para la Sagrada Comunión, unción de los moribundos y los bautizos de los niños deben estar prohibidos o sujetos a restrictivas regulaciones.
Los católicos se oponen a la falta de acceso a los sacramentos no por causa de “individualismo desplazado, negación de la realidad y derecho burgués”, para tomar prestadas las palabras de un autor reciente, sino porque Cristo nuestro Dios nos ha dado estos sacramentos para nuestro viaje espiritual, especialmente en el momento más crucial de este, y Él ha deseado que nuestra salvación dependa de estos medios agraciados de contacto con Su divina humanidad.
El deseo de los sacramentos es espiritualmente eficaz,
pero es precisamente un deseo de recibirlos como son y lo más pronto posible, y la jerarquía de la Iglesia por su parte tiene la solemne obligación de satisfacer este deseo lo más pronto posible. Llegaría al extremo de decir que los pastores debieran mirar hacia atrás para figurarse cómo llevar los sacramentos a los fieles en situaciones de crisis y emergencia, cuando las batallas espirituales tenderán a ponerse peores y no más fáciles.
En este caso, no voy a discutir más allá de los puntos obvios, que ya otros han tratado. Yo simplemente deseo apuntar a que los padres de cualquier recién nacido, si no pueden conseguir el ministerio de un sacerdote dentro de un plazo razonable (unas pocas semanas como máximo), debieran seguir adelante y bautizar a los hijos. Tal como lo enseña la Iglesia, el bautismo es el más necesario de todos los sacramentos. En realidad, en cierto sentido, podemos decir que este es el único sacramento absolutamente necesario. Este remueve la mancha del pecado original del alma, extirpa al niño de la dominación del príncipe de las tinieblas y lo hace un miembro del Cuerpo Místico de Cristo. ““En verdad, en verdad, te digo, si uno no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos” (Juan 3, 5).
Sobre la base de estas verdades, Santo Tomás de Aquino explica con detalles y muy claramente porqué un laico puede bautizar:
“Pertenece a la misericordia de quien desea que todos se salven (1 Timoteo 2, 4) el que el hombre pueda encontrar fácilmente remedio en las cosas necesarias para la salvación. El bautismo es el más necesario de todos los sacramentos, porque es el medio de que el hombre dispone para alcanzar la regeneración espiritual. En efecto, ni pueden salvarse de otro modo los niños ni los adultos tienen otro camino distinto del bautismo para conseguir la plena remisión de sus pecados en cuanto a la culpa y en cuanto a la pena. Por esto, para que el hombre no pudiera carecer de un remedio tan necesario, se estableció que la materia del bautismo fuese muy común, es decir, agua, y que el ministro del bautismo sea incluso el que no recibió orden alguna. De esta forma no es fácil que el hombre, por falta del bautismo, pierda la oportunidad de salvarse.”
Suma Teológica III, q.67, a.3
Dice el Cardenal Joseph Ratzinger:
“Nadie nace cristiano, ni siquiera en un mundo cristiano y de padres cristianos. Ser cristiano solo puede suceder siempre como un nuevo nacimiento. Ser cristiano comienza primero con el bautismo, que es muerte y resurrección (Romanos 6), no con un nacimiento biológico”
Verdad y Tolerancia, 87
El niño del útero de la naturaleza tiene que ser re-formado en el útero de la Iglesia. El desamparo del hombre caído es atendido y reparado por la misericordia de Dios. De esta manera, el infante bautizado está casi comiendo y bebiendo la realidad de Cristo, esto es, está unido a Él en el Cuerpo Místico:
“Por el bautismo el hombre se ordena a la eucaristía. De ahí que, por el mismo hecho de que los niños se bautizan, están orientados por la Iglesia hacia la eucaristía. Por consiguiente, de la misma manera que creen con la fe de la Iglesia, así con la intención de la Iglesia desean la eucaristía, y, por ende, reciben la cosa significada por ella.”
Suma Teológica III, q.73, a.3
Nota de la traducción: hasta aquí el artículo con fecha del 23 de abril. Los siguientes párrafos han sido agregados por el autor el día 5 de mayo.
Que un bebé deba ser bautizado lo más pronto posible después de nacido no es algo un asunto abierto a disputas, como este artículo lo presenta convincentemente. El actual Código de Derecho Canónico aclara cualquier duda:
Canon 867 §1 Los padres tienen obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas; cuanto antes después del nacimiento e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y prepararse debidamente. § 2. Si el niño se encuentra en peligro de muerte, debe ser bautizado sin demora.
Ciertamente que lo adecuado es que un sacerdote u otro ministro jerárquico realicen el bautizo. Santo Tomás de Aquino dice que esto pertenece a la nobleza del sacramento: puede ser conferido con una apropiada íntegra ceremonia y con toda la debida solemnidad, particularmente cuando se lleva a cabo el rito Tradicional Romano o el rito Bizantino. La ley canónica refleja esta adecuación, mientras que también provee de ministros extraordinarios del bautismo:
861 § 1. Quedando en vigor lo que prescribe el ⇒ c. 530, 1, es ministro ordinario del bautismo el Obispo, el presbítero y el diácono. § 2. Si está ausente o impedido el ministro ordinario, administra lícitamente el bautismo un catequista u otro destinado para esta función por el Ordinario del lugar, y, en caso de necesidad, cualquier persona que tenga la debida intención; y han de procurar los pastores de almas, especialmente el párroco, que los fieles sepan bautizar debidamente.
Encuentro fascinante que la ley canónica diga que se supone que los pastores sean los que enseñan a los cristianos cómo bautizar. ¿Es esto algo que ustedes hayan, alguna vez, escuchado desde el púlpito? Yo ciertamente nunca lo he escuchado.
El Obispo Athanasius Schneider, en su magnífico libro Christus Vincit: El triunfo de Cristo sobre la Era de la Oscuridad (Brooklyn, Angelico Press, 2019), describe cómo su madre lo bautizó a él:
“No había sacerdotes en Kyrgyzstan, y solo muy raramente vendría en forma secreta un sacerdote. Mi madre no podía dejarme sin bautismo, esto era imposible para ella. Así que, una semana después de mi nacimiento ella misma me bautizó porque se sabía muy bien el catecismo y sabía que esto era posible (…) Siempre estaban repitiendo los contenidos básicos de su antiguo buen catecismo alemán y habían dejado por escrito las verdades católicas más importantes. Para bautizarme, mi madre tomó un libro de oraciones, en el cual estaba escrita la fórmula bautismal, y agua. Yo tenía una semana y mi padre estaba presente.
Ella dijo las palabras mientras escurría el agua sobre mí, y cuando ella finalizó, miró a mi padre y le preguntó: “¿lo hice correctamente?” Y mi padre dijo, “No lo sé.” Y entonces ella dijo, “Bueno, tengo que repetirlo.” Y ella repitió entera la ceremonia. De nuevo, ella escurrió el agua sobre mí, pronunciando las palabras, y entonces ella se sintió tranquila de haberlo hecho apropiadamente. Fui bautizado Antonius, por San Antonio de Padua. Seis meses después, un sacerdote jesuita, el padre Antonius Šeškevičius, que vino de Lituania y les dijo a todas las madres alemanas que llevaran a sus bebés que no habían sido bautizadas por un sacerdote porque él quería asegurarse que estuvieran bautizados. Mi madre me llevó con él y fui “bautizado” por tercera vez. Así que, ¡no tengo duda sobre la validez de mi bautismo! (pag. 11-12)
Hay una guía sobre cómo hacer el bautizo correctamente y cómo documentar esto para los registros de la Iglesia que puede ser encontrada aquí, cortesía de The Latin Mass Society of England & Wales. Ya que hay personas, como la querida madre del Obispo Schneider, o un pastor o funcionario de la cancillería, que más adelante podrían estar ansiosos sobre si el bautismo fue hecho correctamente o no, parece prudente tener a alguien que filme el bautismo, de modo que, si después existe alguna duda, se pueda demostrar fácilmente que todo fue hecho apropiadamente.
Una vez que la cuarentena haya pasado y el sacerdote esté de nuevo disponible, los padres pueden solicitar que use el Rituale Romanum para completar las ceremonias omitidas en el bautismo.
Actualización del 5 de Mayo 2020: este artículo ha sido modificado para dejar en claro que no son los padres los que debieran bautizar a sus propios hijos (¡aunque esto de ninguna manera sería inválido), sino alguien más, porque es una antigua costumbre que un padre biológico no debiera ser simultáneamente un padre “espiritual” ( por eso es que tenemos “padrinos”)
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por lifesitenews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer esta artículo sobre el deber de los padres de bautizar a los hijos recién nacidos en su sitio original en inglés aquí: https://www.lifesitenews.com/blogs/why-parents-should-baptize-their-newborn-if-a-priest-is-forbidden-to-do-it
En nuestra página podrás encontrar este interesante artículo sobre las actuales prohibiciones.
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