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Anacleto González Flores: «Enseñó con la palabra, con la vida y con la sangre»

Simplemente al leer el título, lo que brota del corazón es: ¡Viva Cristo Rey! Gracias Jorge por traer a nuestra página esta gran figura que fue Anacleto González Flores y hacerlo además, con el rigor que tiene este artículo.

Anacleto González Flores: “Enseñó con la palabra, con la vida y con la sangre”, Jorge A. Rángel

Nuevo patrono para los laicos en México

Anacleto González Flores, beato, mártir que dio su vida en la lucha cristera en México, fue declarado en Roma, el pasado 11 de julio de 2019 como Patrono de los Laicos de México.

La noticia del patronazgo fue motivo de alegría para muchos y de mucha indiferencia para otros, incluidos los medios de comunicación social, indudablemente es un modelo a seguir, un mártir intercesor desde el cielo. Recomiendo la lectura de su biografía y de sus escritos, muestran cómo por difícil que sea la vida, Dios da a manos llenas al que le reconoce como Rey y Señor del Universo.

La realidad social que le tocó vivir al beato Anacleto y por lo que fue capaz de dar la vida fue al día de hoy, una causa perdida. En ese tiempo, un grupo de católicos, para contrarrestar las disposiciones del gobierno del presidente Calles, dieron vida a la “Liga Nacional para la defensa de la Libertad Religiosa”, con esta procuraban y deseaban garantizar poder vivir la fe católica ante un gobierno anticlerical.

González Flores fue el ideólogo de esta lucha donde se satanizaba la revolución, en particular la mexicana, como parte de una trilogía, que la propagaba, y era necesario destruir a la masonería, al judaísmo y al protestantismo.

La ley Calles para controlar y limitar por no decir demoler desde fuera el culto católico fue expedida el 14 de julio de 1926, y su promulgación fue uno de los motivos principales para dar inicio a la guerra cristera. Aunque ya en gobiernos anteriores se había considerado confrontar a la Iglesia, fue con Calles cuando se pusieron manos a la obra.

Elías Calles entre sus normas consideraba estos cuatro apartados:

Limitación del número de sacerdotes, a uno por cada seis mil habitantes.

Después de casi cien años, en México y en muchos lugares del mundo una situación triste y desfavorable en la cantidad de sacerdotes, hay parroquias sin sacerdote, y sacerdotes con varias parroquias; en la Ciudad de México, una de las más pobladas del mundo, hay un sacerdote para más de diez mil fieles.

Necesidad de una licencia expedida por el Congreso de la Unión o de los estados para poder ejercer el ministerio sacerdotal.

Hoy no existe un registro sacerdotal como tal, pero el gobierno tiene por los censos de población, y muchas fuentes incluso eclesiales todo para saber quiénes son sacerdotes y su ubicación.

Necesidad de estar registrados ante el gobierno municipal el lugar donde el sacerdote oficiará el culto religioso.

Después de reanudar el estado mexicano relaciones con el Vaticano en 1992, han cambiado muchas cosas. En la actualidad paso a paso surgieron las Asociaciones Religiosas (A.R.). Los obispos de de México presurosos y confiados registraron las diócesis y parroquias. Dóciles con esto se ven obligados a presentar inventarios, a dar informe de ingresos de servicios parroquiales, expedir factura si les es requerida, están fiscalizados y pagan impuestos sobre los ingresos provenientes de la sensibilidad y generosidad de los fieles. Son más de 10,000 las Asociaciones Religiosas que tienen registro ante el gobierno, esta vez el gobierno nieto del de Calles.

Este registro como Asociación Religiosa no es exclusivo para los católicos, es para quienes quieren ser una A.R., incluso una secta anticristiana, y goza de los mismos derechos y personalidad que todas las existentes ante las autoridades. Es notable la resistencia que tuvieron los judíos y los musulmanes ante esta propuesta del gobierno, manteniendo así su identidad y autonomía.

Reformar el código penal para establecer condenas por el incumplimiento de alguna de las nuevas leyes.

A vuelta de tuerca el gobierno va restringiendo o frenando prácticas religiosas que antes eran totalmente públicas y estaban insertas en la comunidad. Ya no se pueden hacer colectas de ningún tipo en la vía pública, se han derribado templos con arbitrariedad, han callado las campanas de los templos por la queja de un vecino inconforme; ya restringieron y metieron mano en las fiestas patronales, para todo se requieren permisos y autorizaciones. Esto sin contar el control que no perdona de parte de Hacienda, para transparentar el origen de los bienes e ingresos de los religiosos en general.

El presidente Plutarco Elías Calles logró su cometido, pero eso no es todo. Se dieron los cambios que dictó y sin darnos cuenta que los vivimos. La presión sobre la Iglesia para sobajarla dio resultado con esos embates ya centenarios.

Pero recordemos también los cambios que Anacleto González Flores no vio, lo que hace poco más de cincuenta años cimbró y cambió desde dentro a la Iglesia Universal.

El Concilio Vaticano logró hace 50 años, según la voz de los optimistas lo siguiente:

El Concilio Vaticano II, adaptó la presentación del mensaje evangélico a los tiempos modernos.

Fue un resultado colosal abarcar temas candentes del mundo como el desarme, la paz, la dignidad e igualdad entre hombre y mujer, los derechos humanos, la igualdad de todos los hombres ante Dios.

La Iglesia se abrió tanto al mundo que ya se cree que el Mundono es una cosa mala, no es un enemigo del alma, el mundo es bueno porque lo creo Dios.

La fe, es ya más comprensible para el hombre moderno.

La liturgia es moderna, es atractiva, y todos la entienden.

La santidad ahora se consigue ofreciendo y cumpliendo los deberes ordinarios de cada día.

El Concilio Vaticano II, abrió las puertas de la santidad a todos los hombres y mujeres, cualquiera que sea su condición, raza, lengua, oficio y estado.

El Concilio Vaticano II, es el llamado universal a la santidad.

El Concilio Vaticano II, realza el papel de los laicos dándoles el protagonismo que ya habían tenido al inicio de la Iglesia, pero que se restringió por los sacerdotes y religiosos.

El Concilio Vaticano II, da los trazos de lo que debe ser la Iglesia en nuestros tiempos.

La apertura al mundo de la Iglesia, según el Concilio le obliga a saber ver lo bueno que hay en todas las culturas, en todas las religiones, en todos los haceres del hombre.

La Iglesia ayuda a todos los hombres y mujeres para que sean portadores de la paz, del diálogo y entendimiento, de gozo, de amor, de libertad, recordando que todos los hombres tienen la misma dignidad ante Dios.

Seguramente Anacleto González hoy iniciaría una nueva Liga de la Defensa, pero de la verdadera fe, de la Iglesia, de Cristo Rey, y no de tantas mentiras como es la protestantización de la Iglesia, eso también pasó sin darnos cuenta, llegando al absurdo de que hoy al preguntar: ¿Qué es mejor, católico o protestante? Hay quien se atreve a responder: “Ambos en conjunto”.

Opino que bien se podría convocar a un nuevo Concilio y hacer un profundo examen de conciencia para cerrar ese hueco por donde entró el humo de Satanás a la Iglesia, quitarle lo nuevo a la evangelización en su ardor, en sus métodos, y en su expresión, llevar la barca de Pedro al astillero para que le pulan y desechen tanto lastre, que no acepten la renuncia de los obispos y de paso le quiten a la Iglesia ese olor a establo y cierren la puerta para los que no tienen la fe y la abran para los que la pidan. Que viendo los frutos de cincuenta años, se dé marcha atrás, que rescaten la dignidad de la vida sacerdotal, lo sublime de la vida religiosa, que los laicos sean formados según la doctrina de siempre y que el culmen de la vida cristiana, la Eucaristía, Dios mismo, sea nuestro Rey y podamos gozar de la Misa tridentina, del latín, del gregoriano y de todo lo que nos acerque a Dios en nuestra vida presente y futura.

Los obispos mexicanos respondieron a la Ley Calles suspendiendo el culto en todos los templos y dejando los sagrarios vacíos, tan solo con un listón que decía: “Él no está aquí”.

Y cuando ya habían muerto muchos fieles en la lucha gritando: “¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!”, muchos pastores de la Iglesia salieron del país y después solo algunos se arreglaron y pactaron la paz con el gobierno, sin tomar en cuenta a quienes estaban dispuestos a dar la vida por la fe verdadera. Terminada la guerra y depuestas las armas fueron muchos de los que hicieron frente a los federales desaparecieron o fueron asesinados.

Anacleto el mártir de Jalisco, poco antes de su muerte escribió un acto de contrición que sintetiza una intensa vida espiritual que sostuvo su cuerpo y alma en el combate de la fe, y que los hombres mujeres y niños cristeros recitaban de memoria:

Jesús misericordioso, mis pecados son más que las gotas de sangre que derramaste por mí. No merezco pertenecer al ejército que defiende los derechos de la Iglesia hecha por Ti.

Quisiera nunca haber pecado para que mi vida fuera una ofrenda agradable a tus ojos, lávame de mis iniquidades, límpiame de mis pecados, por tu muerte, por tu Cruz, por tu Madre Santísima de Guadalupe, perdóname.

No he sabido hacer penitencia por mis pecados, por eso quiero recibir la muerte como castigo merecido por ellos. No quiero pelear, y vivir, y morir si no solamente por tu Iglesia y por Ti.

Madre Santísima de Guadalupe, acompaña en su agonía a este pobre pecador y a quien en último grito en la tierra y primer cántico en el cielo sea ¡Viva Cristo Rey!

Dios no permita que nos mientan y presenten una figura dulzona del mártir Anacleto, ligth, pasado por agua, endulcolorado, fruto de una reingeniería y de una santidad facilona.

Anacleto González Flores, “Enseñó con la palabra, con la vida y con la sangre”. Así reza el epitafio de su sepultura.

Jorge A. Rangel Sánchez

Esperamos que hayan disfrutado con el artículo sobre Anacleto González Flores, un ejemplo de vida para todos nosotros. Les recomendamos este otro artículo de Jorge: Nuestra Señora de Guadalupe

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Author: Jorge A. Rangel