Aquellos que están casados o que no entran a la vida religiosa pueden convertirse en oblatos benedictinos y cosechar riquezas espirituales de la vida monástica
Si no puedes ser un monje, aún puedes beneficiarte de la vida monástica. Así es como se puede, un artículo de Peter Kwasniewski para LifeSiteNews
Hace un par de semanas hablé de cómo las repetidas visitas a los monasterios benedictinos me convencieron finalmente de ingresar a la orden benedictina como un “oblato” de la comunidad de Nursia. A lo largo de los años, muchas personas, algunos de ellos por simple curiosidad, otros por una apertura a discernir el mismo llamado, me han preguntado que significa exactamente ser un oblato.
Para ponerlo en palabras simples, un oblato es alguien que se “ofrece” (oblatio= ofrenda) más plenamente a Dios en el contexto de una comunidad monástica en particular y la bajo la guía de la Regla de San Benito, adaptada debidamente a la vida de un laico. Históricamente algunos oblatos han vivido en o cerca del monasterio en cuestión, pero no es absolutamente necesario. Lo que más importa es que ellos se esfuercen por compartir los bienes espirituales y la disciplina de los monjes (¡o monjas! Escribiré con la mente puesta en los hombres, pero todo esto aplica a los monasterios de las monjas benedictinas) abrazando algo de su modo de vida, rezando por ellos y beneficiándose de sus oraciones. Donde el Señor ha proporcionado los medios, un oblato también apoyará muchas veces a la comunidad en sus necesidades materiales.
Los oblatos tienen una larga historia en el monacato benedictino,
más larga que los “terciarios” o “Tercera Orden” que son más familiares a los franciscanos posteriores, dominicos, carmelitas y otras órdenes medievales o post-medievales. Sin embargo, el concepto es similar: mientras un terciario dominico vive su vocación bautismal en el contexto de la espiritualidad dominica y guiado por los dominicos del pasado y del presente, así un oblato benedictino vive su vocación bautismal en un espíritu benedictino, con retiros ocasionales en su “monasterio casero” y muy a menudo con el asesoramiento de un guía o director espiritual monástico.
Ya que Dios atrae a las almas con mucha libertad y delicadeza, por muchas razones no me atrevo a hablar de una señal reveladora de cuando uno debiera considerar convertirse en un oblato. Pero esto parece muy obvio: si disfrutas de los escritos de los autores monásticos ( por ejemplo, entre los autores más antiguos San Gregorio Magno, San Bernardo de Claraval; Guigo el Cartujo, Santa Hildegard de Bingen o San Anselmo de Canterbury; y entre los más recientes, Abad Prósper Guéranger, Dom Hubert van Zeller; Bd. Columba Marmion; si te encanta rezar los Salmos en el Oficio Divino o la Liturgia de las Horas; si la visita que hiciste a un monasterio fue un punto culminante de tu vida y algo que esperas volver a hacer de nuevo, estas serían indicaciones seguras de que vale la pena investigar y rezar por una asociación más cercana.
Convertirme en un oblato fue justo el paso correcto para mí para formalizar lo que yo estaba ya tratando de hacer en mi vida espiritual como un católico tradicional. Aquí está la esencia de esto tal como es entendida por casi todos los que escriben sobre la vida oblata:
1.- Es una “vocación dentro de la vocación.”
Cualquiera sea la vocación o el estado de vida, si se es una persona casada, soltera, viudo o viuda, sacerdote o diácono, como oblato uno se esfuerza por vivirla mejor con la ayuda de la práctica monástica espiritual y con el apoyo de la extendida familia monástica. Uno reza a su vez por los monjes, que, estando en la primera línea del combate espiritual, necesitan el apoyo de nuestras oraciones.
2.- Cada día se reza una parte del Oficio Divino.
Puede ser Laudes o Prima, Vísperas o Completas, lo que sea y como sea que se ajuste al horario. Un laico no está obligado a él de la misma forma que lo está un monje, sino que lo ofrece como una ofrenda voluntaria. (Un sacerdote, que ya está obligado a recitar el oficio, también se beneficia de ser un oblato, ya que él ahora está unido con un vínculo especial de oración con los monjes que son su familia espiritual.) Un oblato hoy puede usar ya sea el Oficio Monástico, el antiguo Breviario Romano, o la Liturgia de las Horas. Prima y Completas toman cerca de 10 minutos cada uno si uno las recita. Laudes o Vísperas tardan unos 20 minutos por la recitación. Algunos oblatos rezan estas horas en voz alta con otros miembros de su familia.
3.- Cada día se lee una pequeña parte de la Regla
disponible en ediciones que (como esta portátil) dividen el texto convenientemente en uno o unos pocos párrafos por día, y se hace la lectio divina o lectura en oración de la Escritura. Esto puede ser más o menos minutos dependiendo del horario de uno.
El objetivo de la rutina diaria es para enraizar a la persona en estas prácticas ricas, objetivas y tradicionales que tienen un efecto estabilizante y santificante, como testimonian miles de monjes y monjas benedictinos canonizados y beatificados. ¡La Orden de San Benito tiene, de hecho, más santos que cualquier otra orden! y no es simplemente porque hayan existido por más tiempo.
Lo de arriba es solo un boceto. La mayoría de los monasterios tiene algo así como “Estatutos de Oblatos” que explican detalladamente lo que se requiere y se espera de un oblato. Es típico que un monasterio solicite que aquellos que desean ser oblatos debieran visitar el monasterio y pasar algunos días ahí.
La siguiente pregunta que surge es, ¿cuán importante es estar conectado a una comunidad que esté cercana ( o al menos accesible fácilmente por automóvil)? O poniéndolo en términos negativos, ¿cuán grande es la desventaja de estar lejos del monasterio de origen? Inevitablemente que esta pregunta surge en especial desde el Concilio Vaticano II, ya que la vida religiosa en general, y el monacato benedictino en particular, ha sufrido graves golpes. Simplemente no quedan muchos monasterios que respeten la Regla, particularmente si se está buscando la liturgia católica tradicional. Los monasterios que valdría el esfuerzo considerar podrían estar a horas en automóvil o en avión, como en el caso de mi comunidad de origen, que está en Umbria, Italia
Sin embargo, se puede ser oblato benedictino de cualquier monasterio, incluso si es por todo el mundo.
Existen beneficios obvios al poder visitar un monasterio al menos una vez al año y esta es la razón de porqué algunos tradicionalistas americanos han elegido estar afiliados a Clear Creek. Oklahoma se me hace tan difícil de ir como Nursia y porque además prefiero comer jabalí, trufas y helado en las horas libres. Bromas aparte, tengo amistades de larga data en Nursia de los años que viví en Europa que hicieron la esta fuera la elección correcta.
Además, existe una sutil, pero importante cuestión sobre el “espíritu” de una comunidad dada. A diferencia de los Dominicos o Franciscanos, que generalmente hablando son una familia, cada monasterio Benedictino es una comunidad “autónoma”, como una familia con derecho propio, y así como las familias difieren mucho, así también los monasterios. Algunos parecen invertir más en el culto divino, mientras que otros dan cabida más a las actividades intelectuales y culturales de los monjes; algunos ofrecen dirección espiritual, mientras que otros cuando se trata de los oblatos se “mantienen aparte”. También la forma en que se ejercita la hospitalidad puede variar bastante.
Al final, lo única manera de conocer esto es visitando un monasterio y ver de primera mano como resulta y descubrir como funciona. Visita más de uno si puedes. No hay prisa, deja que Dios te hable a Su tiempo. Si estás destinado a convertirte en un oblato, Él tirará de tu corazón para ello.
Peter Kwasniewski
*Nota de edición: La fotografía pertenece al artículo original publicado por LifeSiteNews. MarchandoReligion declina toda responsabilidad
Puedes leer este artículo sobre la vida monástica para un oblato en su sitio original en inglés aquí:https://www.lifesitenews.com/blogs/even-if-you-cant-be-a-monk-you-can-still-benefit-from-religious-life-heres-how
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