En los hogares, los padres, deben imponer unas normas cristianas y con ello se ayuda a evitar la excesiva diversión y dispersión a la que están sujetas los jóvenes
Normas cristianas: Evitar la excesiva diversión en los jóvenes
EL HOGAR CRISTIANO: UNA GUÍA PARA LA FELICIDAD EN EL HOGAR
Celestino Strub, O.F.M.
Traducido por Augusto Pozuelos
Excesiva diversión fuera de casa
El tercer gran enemigo, y sin duda el mayor enemigo de la vida hogareña en nuestros días, es el gusto por la diversión fuera de casa.
Siempre que toda la familia salga junta, y siempre que las salidas no sean demasiado frecuentes, no hay objeción a este medio de esparcimiento, en particular para aquellas familias que de ese modo se benefician de las ventajas de ambientes más saludables y más agradables.
Sin embargo, no se puede negar que la cosa se ha salido de todo contexto. En muchas familias, el salir de casa se usa con demasiada asiduidad. Los niños quieren salir en cada oportunidad posible y se descuidan los medios de recreación mucho más valiosos que se pueden tener en casa.
En otras familias, salen diferentes miembros de la familia. Una noche es uno de los chicos el que lo hace; otra noche, una, o quizás dos, de las muchachas; una tercera noche los padres, y por lo tanto el círculo familiar siempre está incompleto y es imposible disfrutar de los beneficios de la vida en el hogar.
Por lo tanto, es imperativo que los padres que buscan promover el verdadero bienestar y la felicidad de sus hijos pongan fin a este excesivo uso de la recreación fuera de casa.
Una trampa para la virtud
Aunque me refiero aquí a las salidas para diversión sólo en la medida en que su uso afecte a la vida familiar, puede ser útil añadir una advertencia a los padres para que no permitan que su hijo o hija viajen solos con un compañero del sexo opuesto. No sólo los sacerdotes católicos, sino también los jueces y trabajadores sociales no católicos deploran estos paseos como motivo de la caída moral de innumerables hombres y mujeres jóvenes.
Si tanto chicos y chicas son honorables y sensatos, verán con buenos ojos a una tercera persona como compañía, como un medio para protegerse de las sospechas y como un guardián de su virtud. Y para que sus muchachos y muchachas adolescentes tomen esta perspectiva sensata del asunto, los padres deben instruirlos y entrenarlos oportunamente, para que sigan las normas cristianas y no paganas de decoro en sus relaciones con personas del sexo opuesto.
A menos que hagan esto, sus hijos casi inevitablemente seguirán el ejemplo de lo que leen en los periódicos seculares, de lo que ven en el escenario y la pantalla, y de lo que presencian en la vida real; y esto para su propio gran perjuicio moral, para la desedificación de sus conocidos, y muchas veces para el trágico dolor de los mismos padres que se negaron a ser tan “anticuados” como para frenar la libertad de sus hijos.
EL HOGAR CRISTIANO: UNA GUÍA PARA LA FELICIDAD EN EL HOGAR.
Celestino Strub, O.F.M. (Clubs de los padres y reuniones de chicas)
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