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Los nombres de Dios. El que es

Nada menos que doce artículos dedica santo Tomás de Aquino a tratar sobre los nombres de Dios en la décimo-tercera cuestión de su Suma de Teología.

Los nombres de Dios. El que es. Un artículo de Miguel Toledano

El primero que menciona es el de Omnipotente. A continuación, citando a san Agustín, recuerda que Dios supone, sencillamente, toda la perfección del ser, además de poderse describir al sujeto divino como fuerte, sabio y bueno. Pero esos calificativos alcanzan en Dios una sublimación inexistente en sus criaturas, que sólo comparten éstas por analogía.

Padre de nuestro señor Jesús es el quinto nombre evocado por el Doctor Angélico. Otros se utilizan en sentido metafórico, pero todos los citados lo son en sentido propio.

Y a Dios no Le corresponden como cualidad, sino por esencia: Dios es la fuerza por esencia, la sabiduría por esencia, la bondad por esencia, la paternidad por esencia. Nosotros, en cambio, podemos ser o no fuertes, o más o menos fuertes; y lo mismo cabe decir de esos otros apelativos atribuidos a Dios.

Por su parte, el nombre de Señor expresa el poder divino y Su relación con las criaturas, todas ellas siervas de Dios. A su vez, las denominaciones de Creador y Salvador indican la acción de Dios.

Pero, ¿y el nombre de “Dios”, qué conclusiones podemos sacar de esta palabra? El Aquinate invoca para ello a san Juan Damasceno, quien etimológicamente explica el término de tres formas alternativas: El que todo lo sostiene; o el fuego en el que arde toda maldad; o bien, El que tiene presente todo.

Y dicho nombre de Dios no es comunicable, esto es, no Le corresponde propiamente a nadie salvo a Él. Sólo por semejanza con lo divino nosotros sí podríamos también ser llamados dioses, como hizo el rey Acaf en su salmo número 81, con valor por tanto sagrado.

Sin embargo, la época actual ha endiosado al hombre, haciéndolo el centro de la sociedad, de la que se ha apartado a Dios. Ya desde el movimiento humanista se obró esta transformación, proclamada formalmente en las declaraciones de derechos humanos y en las constituciones liberales de multitud de estados.

Por otro lado, cuando a ídolos o dioses falsos se les da el nombre de Dios, se hace equívocamente. Por ejemplo, ello ocurrió con la Diosa Razón en la deplorable Revolución Francesa o, sin ir más lejos, con la deificación de la Democracia, la Madre Naturaleza o la Libertad que realiza nuestra actual sociedad paganizante.

Hacia el final de la cuestión, el gran dominico acomete el nombre que es, en grado sumo, el propio de Dios, más aún que el de bueno, que hemos señalado más arriba, aunque Dios sea la bondad por esencia.

Se trata de la expresión “El que es”, presente en el relato veterotestamentario, cuando el mismo Dios así se hace llamar ante Moisés en el Éxodo.

Como siempre en su insuperable tratado de teología, el doctor de Aquino no se limita a citar la afirmación escriturística, sino que razona los argumentos que la apoyan.

Así, dicho nombre expresa la propia esencia de Dios, el significado de Su mismo ser; además, la expresión se corresponde con la universalidad que es Dios, que todo lo abarca, a diferencia de sus otros nombres, como precisamente el de Dios, que según ya se ha dicho tiene tres acepciones etimológicas posibles, cada una de ellas parcial; y, en tercer lugar, evidencia un tiempo presente, toda vez que para Dios no hay pasado ni futuro, como sí es el caso de Sus criaturas.

No obstante, la denominación de “Dios”, que ya hemos analizado, expresa debidamente la naturaleza divina que implica sostener todo, consumir toda maldad y conocer todo, por lo que ha sido preferida por la Santa Iglesia; Santo Tomás acepta como correctísima igualmente la denominación hebrea de Tetragrámaton, acrónimo YHVH de “Yahveh”.

Miguel Toledano

Segundo domingo de Cuaresma, 2022

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Author: Miguel Toledano
Miguel Toledano Lanza es natural de Toledo. Recibió su primera Comunión en el Colegio Nuestra Señora de las Maravillas y la Confirmación en ICADE. De cosmovisión carlista, está casado y es padre de una hija. Es abogado y economista de profesión. Ha desempeñado distintas funciones en el mundo jurídico y empresarial. Ha publicado más de cien artículos en Marchando Religión. Es fiel asistente a la Misa tradicional desde marzo de 2000. Actualmente reside en Bruselas. Es miembro fundador de la Unión de Juristas Católicos de Bélgica.