Los latidos del feto Lo real y lo visible-MR

Los latidos del feto: Lo real y lo visible

El reciente debate sobre la propuesta de un partido político de ofrecer a las madres que piensan abortar la posibilidad de oír los latidos del feto y verlo en una ecografía ha levantado un revuelo ideológico y mediático, en el que casi la totalidad de los partidos está de acuerdo.

La posibilidad de la madre de decidir sobre la vida del feto (lo que se ha llamado el aborto como derecho) es una idea que suscita un consenso casi unánime en liberales, conservadores, socialistas, comunistas, nacionalistas… Sería difícil encontrar un tema en el que haya un acuerdo tan general.

No voy a entrar en el tema de la licitud moral del aborto, que es una cuestión tan evidente, que no requiere ni permite mucho debate. Tampoco en el problema político que plantean estas medidas. Voy a centrarme en aspectos filosóficos (y axiológicos) de esta cuestión: qué concepción del mundo y del hombre, qué valores subyacen en esta actitud.

Obsérvese lo siguiente: no aparece en este debate el tema de la moralidad del aborto; mucho menos, su posible aspecto religioso, ya que se supone que este aspecto queda fuera del debate público y está relegado (casi encerrado) en el ámbito privado, en los valores y creencias personales. Tampoco se discute lo que podría ser una cuestión científica o antropológica: ¿es el feto persona, tiene ya, en ese momento de su desarrollo, condición personal? No se pone en cuestión algo que no es ciencia, ética ni religión, sino pura evidencia pragmática: el feto realiza ya funciones orgánicas: la respiración, los latidos del corazón… Tácitamente, parece que todos piensan que no vale la pena un debate sobre estos términos, que cada bando tiene su opción y que nadie contempla la posibilidad de convencer al otro.

¿Qué nervio tan sensible ha tocado esta propuesta, que tanto rechazo ha provocado? Los opositores a este proyecto se niegan a que la madre conozca estas realidades

¿Dónde, pues, reside el núcleo de esta controversia? ¿Qué nervio tan sensible ha tocado esta propuesta, que tanto rechazo ha provocado? Los opositores a este proyecto se niegan a que la madre conozca estas realidades. Le parece escandaloso que esto ocurra. No importa que estas realidades sean o no sean y, si son, qué cosa sean. Lo que importa, la cuestión sustancial, es que sean percibidas o no por la persona en cuestión, que tengan (palabra talismán de la postmodernidad) visibilidad.

La cuestión tiene quizá más alcance y gravedad que la que se le atribuye. Puede resumirse así: no importa la realidad, sino su percepción. Es más: no existe la realidad fuera de mí. Yo la creo con mi voluntad libérrima. Mi voluntad, mi deseo, se convierten en la última instancia que determinan el carácter de realidad de algo, más allá de cualquier límite, incluso de la ley natural.

Esta idiosincrasia, tan extendida hoy en nuestra sociedad occidental, tiene sus raíces en un largo proceso, que podríamos definir como el abandono de una filosofía del ser y la aceptación de una filosofía personalista y subjetivista, una filosofía del devenir, que tiene su prehistoria en el racionalismo cartesiano.

Cuando Descartes da la espalda al mundo exterior como garantía de certeza y busca esta certeza en sí mismo, está dando el primer paso en esta dirección, en este largo proceso de la filosofía del ser a la filosofía del devenir. Quizá el origen de este fenómeno hay que buscarlo en el paso de la idea de verdad como adaequatio rei et intellectus (Santo Tomás de Aquino), a la de conformitas mentis et vitae (Blondel)1. Reginald Garrigou –Lagrange afirma que “Cuando en 1906 Maurice Blondel propuso esta sustitución, él no pudo prever todas las consecuencias para la fe. ¿No estaría él mismo aterrorizado o al menos muy contrariado?”; y el teólogo francés apunta la clave, puramente lógica, de esta cuestión: “Es muy peligroso decir Las ideas cambian, las afirmaciones permanecen. Si incluso la idea de la verdad está cambiando, la afirmación no permanece verdadera en el mismo sentido, no de acuerdo con el mismo significado”.

De este proceso estamos viviendo lo que puede ser una etapa definitiva, en la que se llevan estos postulados a sus últimas consecuencias.

Si la realidad deja de tener sustancia y la ley natural desaparece de nuestro horizonte, nos quedan nuestras sensaciones, nuestras percepciones. Las cosas existen en la medida en que son visibles (o audibles, perceptibles en general). De la filosofía del ser de Santo Tomás a la realidad virtual de la postmodernidad. Por el ese tortuoso camino el hombre se mete en un laberinto de difícil salida.

Tomás Salas

1 En La Nueva Teología, ¿dónde nos lleva? las dos citas, artículo publica en 1946 en la revista Angelicum.

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Author: Tomas Salas
Álora (Málaga), 1960. Profesor de Lengua, Doctor en Filología Hispánica. Estudios no terminados de Teología en el centro de Formación Teológica de la diócesis de Málaga. Libros: Ortega, teórico de la novela (Universidad de Málaga), Márgenes (poemas, en Corona del Sur), la traducción bilingüe del poema A los mártires españoles de Paul Claudel (Madrid, Ediciones Encuentro); coordinador del libro Laura Aguirre, una vida para los demás (en Álora, Imprenta Castillo), Un mundo al revés. Artículos sobre religión y sociedad (Credo Ediciones). Articulista de opinión en prensa y en webs, autor de estudios y ensayos. Interesado en el mundo de la religiosidad popular y las cofradías, ha participado en numerosos actos y congresos en este campo. En 2018 el Obispo de Málaga le asigna la tarea de postulador de la causa de beatificación de Laura Aguirre Hilla, la Señorita Laura. En su Twitter se define brevemente: Profesor de Lengua, lector, escribidor y opinador; curioso de todo y experto en nada.