Tal es el título de la novela más teológica de Graham Greene. Publicada en 1951, constituye un eslabón significativo en la afamada literatura católica inglesa. Aunque nunca recibió el premio Nobel, la calidad literaria del autor está universalmente reconocida.
Por lo que se refiere en particular a esta novela, la inspiración la obtuvo el escritor a partir de su propio adulterio. Ello le sirvió para explorar la relación entre moral y fe. En un pasaje de la historia, realiza una referencia explícita en el original español al concepto de “noche oscura” de san Juan de la Cruz – ese período de tristeza, miedo, angustia, confusión o soledad que experimenta el alma humana en su etapa inicial de acercamiento a Dios.
La trama tiene lugar en el contexto del bombardeo alemán sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Mauricio Bendrix, alter ego de Greene, se ha convertido en amante de Sara Miles. Ella está casada con Enrique, funcionario de carrera aseada, a quien ha engañado, además de con Mauricio, con otros compañeros de cama. La novela contiene extractos del diario de Sara, a los que Mauricio va teniendo acceso, de tal manera que puede así compartirlos con el lector.
Me arrodillé, apoyé la cabeza en la cama y deseé poder creer
La pasión por Bendrix provoca en la esposa un lógico sentimiento de culpa. Tras la explosión de una bomba y por amor al escritor, Sara realiza un voto de fe, prometiendo a Dios que dejará de pecar si su amado conserva la vida:
Me arrodillé, apoyé la cabeza en la cama y deseé poder creer. Querido Dios, dije-¿por qué, querido, por qué, querido? – hazme creer. No puedo creer. Hazme creer. Dije, soy una zorra y una falsa y me odio a mí misma. No puedo hacer nada por mí misma. Hazme creer. Cerré los ojos con fuerza y apreté las uñas en las palmas de las manos hasta que no podía sentir nada más que el dolor, y dije: Creeré. Deja que siga vivo y creeré. Dale una oportunidad. Déjale ser feliz. Hazlo, y creeré.[…] Le amo, y haré cualquier cosa si Tú haces que viva. Dije muy despacio, lo dejaré para siempre, sólo deja que esté vivo con una oportunidad, y apreté y apreté y pude sentir que la piel se rompía, y dije, la gente puede amar sin verse, ¿no es así?, te aman toda la vida sin verte, y entonces entró por la puerta, y estaba vivo, y pensé que entonces empezaba la agonía de estar sin él, y deseé que volviera a estar seguro y muerto otra vez bajo la puerta.
Y así Bendrix se salvó mientras Sarah imploraba perdón y renunciaba al adulterio. ¿Acaso no nos encontramos ante un milagro? El tema del milagro volverá a surgir en el desarrollo de la historia en varias ocasiones, tales como la curación de una enfermedad a través de la mediación de Sara ya desde el cielo, después de su fallecimiento.
En el dilema que se presenta a la heroína de deber respetar su matrimonio, a pesar de su verdadero amor por Mauricio, se percibe la doctrina católica de la responsabilidad y obediencia a la ley divina, contraria al actual enfoque subjetivo general, basado en los derechos e incluso en los deseos y pasiones, disfrazados de derechos.
Creo en la leyenda. Creo que naciste. Creo que moriste por nosotros. Creo que Tú eres Dios. Enséñame a amar
A lo largo de su conflicto espiritual, Sara se encuentra con diversos personajes secundarios que niegan la existencia de Dios con distintos argumentos, si bien la honradez intelectual le lleva a abrazar la fe cristiana:
Creo en la leyenda. Creo que naciste. Creo que moriste por nosotros. Creo que Tú eres Dios. Enséñame a amar. No me importa el dolor. Es su dolor el que no soporto. Deja que mi dolor siga y siga, pero detén el de ellos. Querido Dios, si tan sólo pudieras bajar de Tu cruz un rato y dejarme subir a mí.
Existe, en mi opinión, un claro paralelismo entre Sara y Santa Maria Magdalena. La bondad está al alcance de los antes pecadores y viciosos. Además, el modelo de Sara es una negación del feminismo. Se propone redimir a los varones que hasta entonces la rodeaban, pero no hay confrontación alguna entre sexos. Su dignidad procede de la evolución hacia la virtud, no de su denuncia del patriarcado, a cuyos representantes les está también abierta la salvación.
Una tensa conversación entre Bendrix y el sacerdote que acompaña a Sara durante su conversión refleja la cosmovisión católica de Greene: “Usted predica la importancia del individuo. Todos nuestros cabellos están contados.”
Esta afirmación contradice los proyectos actuales de ingeniería social, en virtud de los cuales los hombres se consideran una masa de iguales, en lugar de poseedores de un alma única creada por Dios y a la cual Dios desea cuidar y salvar. Todos somos diferentes, no iguales; hemos sido llamados a desarrollar diversas vocaciones, de una forma particular cada uno, según vamos pasando de la infancia a la madurez y de ćsta a la muerte.
Por el contrario, tanto el marxismo como el marxismo sostienen la igualdad esencial de los individuos, semejantes a los animales y sus agrupaciones, lo que en gran parte explica el enloquecimiento actual representado por el animalismo.
La novela también analiza el poder de la oración, cuando el sacerdote destaca la importancia de la Misa: “Es un reconocimiento del poder de Dios y eso es un tipo de alabanza.” Vemos una referencia al valor latréutico o de adoración en el Sacrificio de la Cruz. Pero detrás del reconocimiento del poder de Dios se encuentran también los valores expiatorio e impetratorio.
No revelamos el final de la novela para animar a su lectura a los seguidores de Marchando Religión: ¿Se convierten y salvan los flemáticos Mauricio y Enrique? De Greene se ha dicho que se comportó de manera contradictoria y escribió fuera de la ortodoxia, pero no se puede negar su búsqueda por el sentido profundo de la existencia humana; en un mundo, el de después de la Segunda Guerra Mundial, con la proclamación de los derechos humanos de las Naciones Unidas y el nacimiento de la Comunidad Económica Europea, en la que el secularismo y el materialismo ya se enseñoreaban rampantes.
Miguel Toledano
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