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Basta de consignas masónicas II, ¿Libertad, Igualdad y Fraternidad?

En el anterior artículo, Alberto, nos introducía en las consignas masónicas y hoy continuamos con eso de la libertad, igualdad y fraternidad

Basta de consignas masónicas II, ¿Libertad, Igualdad y Fraternidad? Un artículo de Alberto Mensi

En algunas oportunidades les digo a mis alumnos algo que les causa gracia, aunque alguno debe pensar pestes de mí en su fuero íntimo: la cabeza no está sólo para separar las orejas sino también para pensar.

Y esto se lo podríamos decir a tantos católicos que se tragan cualquier cosa porque lo dijo el padre tal, o porque en el retiro cual, o… por el motivo que sea o el escrito que sea, aceptan sin pensar un poquito; y no me refiero a pensar como un maniático que revisa buscando vaya a saber qué, sino: simplemente pensar y confrontar lo que lee o escucha con el Depósito de la Fe de la Iglesia Católica.

2000 años de la Iglesia nos dan la verdadera libertad de infinidad de testimonios de los Papas, del Magisterio, de los Santos Doctores de la Iglesia, de los Santos en general, los cuales nos permiten tener idea clara de cual es la Doctrina Católica.

Analicemos el trilema masónico de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que ningún católico debería tener como guía.

Empecemos por la Libertad. La libertad que proclama la Revolución es la posibilidad de hacer lo que queremos sin ataduras humanas que nos opriman, y sacando las lógicas consecuencias de este razonamiento termina rechazando las ataduras del orden natural, las ataduras del orden creado por Dios y del orden revelado por el mismo Dios.

Ya hubo una primera enseñanza de esta libertad revolucionaria en un jardín.

Ante la replica de Eva, la serpiente dio el grito de libertad revolucionaria: “de ninguna manera moriréis; pues bien sabe Dios que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal1

Mentiroso y homicida desde el principio el maligno les retuerce el argumento y los engaña.

Cierto es que, de alguna manera nuestros primeros padres iban a ser como dioses, pero una vez superada esa prueba y de la manera y modo en que el Creador lo decidiera, pero el diablo les hizo pisar el palito y adelantarse desordenadamente.

La libertad es fruto de la Inteligencia que naturalmente tiende hacia la Verdad y presenta esa Verdad como Bien a la Voluntad para que lo busque.

Por eso Nuestro Señor nos ha dicho: “si permanecéis en mi, sois verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres2

Así podemos entender la tremenda manipulación que se hace de los medios masivos de comunicación y de los sistemas educativos para que la gente desborde de información, de datos, de cosas que los llenan pero que les impide conocer lo que es necesario y por lo tanto no pueden acceder a la Verdad, y si no pueden acceder a la Verdad terminan corriendo detrás de cualquier fábula y dejan de ser libres.

Lo sufrimos dentro de la Iglesia Católica, interminables documentos que dan mil vueltas, declaraciones de aquí, declaraciones de allá, la imposición de determinadas novedades como algo firmemente establecido y que el no seguirlas y repetirlas es tabú, como ha sucedido en mis años mozos con el Concilio Vaticano II que era repetido y referido por muchos sacerdotes como si la Iglesia no tuviera otra referencia que el CV II y de tanto tanto llega un momento que generaciones no conocen el tesoro maravilloso de la Doctrina de la Iglesia.

El oscurecimiento de la Inteligencia, la falta de conocer la Verdad en plenitud, la debilidad de la voluntad por el aire viciado, nos quita la Libertad y nos vuelve totalmente débiles a los líderes revolucionarios. Ya no somos capaces de pensar, ni de decidir reflexivamente por el Bien mejor.

La Igualdad revolucionaria es una igualdad de tipo matemática, todos iguales resulta de cortar a todos por el más inferior, por lo más bajo. Así vemos, por ejemplo, que se va nivelando en la educación: por lo menos, por el menor conocimiento, por los menores resultados, por la menor capacidad.

No hay dos hojas de la misma rama del mismo árbol que sean iguales. Debemos dar a cada uno lo que necesita para su desarrollo personal en el Bien Común temporal en orden al Bien Común eterno.

Si cegamos el Bien Común eterno de la vida de las personas y de las sociedades solo lograremos aquello con lo que bien definía Nietzche al socialismo: “la moral del rebaño pastando en un potrero verde”, y eso que este filósofo no era un devoto católico ni nada que se le asemeje, pero veía claro adonde nos llevaba este proceso revolucionario iniciado en la revolución luterana, seguida por la revolución francesa, la revolución comunista y hoy día el reseteo del Nuevo Orden Mundial.

Por último la Fraternidad revolucionaria, es una supuesta Fraternidad que se construye de espaldas a Dios.

Si la Verdad nos hace libres, la Mentira nos hace esclavos.

Si creo en Dios y creo que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque Él nos lo ha revelado y no puede engañarse ni engañarnos, ya tenemos una divisoria de aguas con aquellos que no creen en Dios, o que no creen en el Dios Trino y Uno.

Si creo que Jesucristo es el Hijo de Dios, que es el Camino, la Verdad y la Vida, que nos ha redimido, muerto y resucitado, nos prepara una morada en la casa del Padre y para ayudarnos nos envía el Espíritu Santo, ya tenemos otra divisoria con aquellos que lo niegan como al Mesías prometido, o que lo tienen tan sólo como un gran profeta.

Si creo que la Iglesia Católica es la Iglesia fundada por Cristo que es la cabeza de esta Iglesia, y el Espíritu Santo es quien la anima y que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella, tenemos otra línea divisoria con aquellos que no creen en la Iglesia Católica, o usan y abusan de ella como si fuera una ONG filantrópica, que silencia la verdad para no molestar al mundo.

El no proclamar y defender la Verdad no sólo es Cobardía sino que es un acto criminal, porque privamos a muchas personas de conocer la Verdad, cambiar sus vidas y salvar sus almas.

Por algo Cristo ha dicho con firmeza: “A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial; más a quien me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial3.

Reconozcamos confundidos que por un misterioso designio del amor de Dios, podemos estar hoy en su bando, y sin hacernos dueños de lo que no es nuestro, tratemos de compartirlo con los demás para que los demás tambien puedan gozar de esa caricia amorosa que es la Gracia de Dios.

Roguemos a María Santísima Madre de Dios y Madre de la Iglesia nos conceda la mansedumbre y la humildad de corazón para permanecer fieles a la Santa Iglesia Católica a pesar de los palos que podamos recibir de quien sea.

La Virgen no se deja ganar en generosidad, ni hace las cosas a medias.

Ella lo prometió y lo cumplirá: “Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará”.

Alberto Mensi

1 Gen. 3, 4-5

2 Jn. 8, 31-32

3 Mt. 10, 32-33

Nuestra recomendación: Basta de consignas masónicas I

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Author: Alberto Mensi
Alberto Antonio Mensi (13 julio 1955) Egresado del Liceo Militar Gral. San Martín Profesor de Filosofía Profesor de Ciencias Sagradas Diplomado Universitario en Pensamiento Tomista (Universidad FASTA) Recibió el espaldarazo caballeresco como Caballero de María Reina el 15 de agosto de 1975 Maestro Scout y Formador Scout Católico Casado con María Pía Sernani Padre de cuatro hijos Abuelo de cinco nietos (por ahora)