Misterios de la vida de Cristo
«Las tentaciones del desierto», un artículo del Rev. D. Vicente Ramón Escandell
Relato evangélico (Lc 4, 1-13)
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan». Jesús le contestó: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”». Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”». Respondiendo Jesús, le dijo: «Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”». Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Comentario al Evangelio
Jesús se prepara para su ministerio no sólo recibiendo el bautismo de Juan, sino también combatiendo contra Satanás. Como el pueblo judío en el Éxodo, Jesús se prepara para su misión en el desierto, lugar de desolación y tentación, pero también de encuentro con Dios. En la máxima soledad y necesidad, Jesús se encuentra cara a cara con el Tentador que, desconociendo su verdadera identidad, inicia una serie de tentaciones para poner a prueba su fidelidad al plan salvífico del Padre. De todas ellas saldrá Jesús victorioso, hasta el punto de que los ángeles le sirvieron, manifestando así su señorío sobre ellos, algo que Satanás rechazo al rebelarse contra Dios al inicio de los tiempos. Fortalecido por esta experiencia, se pone en marcha para dar inicio a su ministerio, a presentar batalla al Tentador que, confundido huye para encontrar una ocasión mejor para tentarle.
Reflexión
Tentar no es otra cosa que tantear, poner a prueba; tentar al hombre es poner a prueba su virtud escribe santo Tomás de Aquino en su comentario a la Oración dominical.
El tiempo de la Cuaresma nos sitúa en la misma experiencia de Jesús previa a su misión pública: durante cuarenta días peregrinaremos por el desierto cuaresmal para prepararnos a la gran celebración de la Pascua, centro y cumbre del misterio salvador de Cristo. Como Él, experimentaremos durante estos días, tal vez de un modo más agudo que en otros momentos del año litúrgico, las tentaciones del Maligno: la comodidad, la apariencia, la relajación…, serán las tentaciones que nos sobrevengan en estos días, a fin de abandonar la aspereza del ayuno, la generosidad de la limosna y la soledad de la oración. El Tentador querrá hacernos ver su inutilidad o hará de ellas un medio para mirar por encima del hombro a los demás; la tentación del fariseísmo, el aparentar una santidad externa, basada en las practicas cuaresmales, es un peligro constante para todo cristiano, que habrá que combatir con la gracia de Dios. La Cuaresma es, pues, un tiempo de lucha, de combate espiritual en el que contamos con las armas del ayuno, la limosna y la oración, pero, sobre todo, con la gracia de Dios que hace que esas prácticas no se queden en un mero formulismo, sino que, realmente vividas, sean un medio de santificación personal y comunitario. Por ello, deseo invitaros, a que viváis esta Cuaresma desde la sinceridad y la coherencia, con el deseo de conversión y renovación al que nos llama la Iglesia con las practicas cuaresmales, y no os quedéis en lo externo, en lo ritual, sino que vayáis más allá y os dejéis transformar por la gracia de Cristo que se nos comunica por medio de estos signos externos.
Testimonio de los Santos Padres
El Cristo total era tentado por el diablo, ya que en él eras tú tentado. Cristo, en efecto, tenia de ti la condición humana para sí mismo, de sí mismo la salvación para ti; tenia de ti la muerte para sí mismo, de sí mismo la vida para ti; tenia de ti ultrajes para sí mismo, de sí mismo honores para ti; consiguientemente, tenia de ti la tentación para sí mismo, de sí mismo la victoria para ti.
San Agustín (354-430) Comentarios sobre los salmos (Salmo 60, 2-3)
Oración
Señor y Dios nuestro, cuya Esposa, la Iglesia, instituyo la Cuaresma para acoger con gozo y alegría el misterio de tu santa Resurrección, por medio de la penitencia y la conversión; ayúdanos a vivirla con sincero corazón para que, transformados por tu gracia, esperemos con gozo el triunfo de la Cruz. Que vives y Reinas, por los siglos de los siglos. Amen.
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad.
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