Esta semana, el Rev. D. Vicente, nos acerca al Misterio de la última cena del Señor, una preparación para acercarnos al Jueves Santo
«La última cena», un artículo del Rev. D. Vicente Ramón Escandell
En el capitulo quinto de la segunda parte de Jesús de Nazaret, Benedicto XVI realiza un profundo análisis de la Ultima Cena, un tema con importantes ramificaciones en la vida cristiana, en general, y en la vida litúrgica de la Iglesia, en particular.
El Santo Padre inicia su reflexión sobre este acontecimiento central del Cristianismo con una firme intención de mostrar al lector, como la fe se halla enraizada en la historia, en como las palabras de Jesús fueron realmente pronunciadas en aquella memorable noche. En su introducción, el Papa desea salir al paso de dos posturas extremas que pueden darse, y de hecho, se han dado en la exegesis: por una parte, un positivismo historicista que sólo reconoce la historicidad de los hechos a través de arduas comprobaciones científicas; por otra, una exegesis de corte simbólico, que deshecha la posibilidad de toda historicidad en la historia bíblica, que es contemplada como una amalgama de símbolos que remiten a verdades metahistóricas. Frente a ello, el Papa, siguiendo el factum est joánico, sostiene una lectura encarnativa: la fe se ha hecho historia, y la historia puede leerse desde la fe.
Situando en este contexto hermenéutico la lectura de la Ultima Cena, Benedicto XVI desarrolla su análisis en torno a cuatro grandes apartados, que abordan las principales cuestiones sobre este acontecimiento:
- La fecha de la Ultima Cena: en este apartado, Benedicto XVI ofrece un breve, pero interesante, estudio de las diversas hipótesis en torno a la fecha en que fue celebrada la Ultima Cena, para desembocar en una propuesta del todo original, como veremos. Sin profundizar en exceso en la cuestión, el Papa nos conduce por las diversas opciones e hipótesis: desde la propuesta por los sinópticos, que la situarían en un contexto pascual, a la de Juan que no la considera como cena pascual, pasando por la de quienes intentan conciliar ambas cronologías. Ciertamente, Benedicto XVI nos sorprende, por su parte, al apuntar el hecho de que la Ultima Cena tuvo un carácter “pascual”, pero en un sentido totalmente nuevo: en ella Cristo celebro su Pascua, su paso de este mundo al Padre, lo que situaba aquel acontecimiento en un nuevo marco que, tomando elementos de la tradición judía, sin embargo, lo situaba a Él como centro, anticipando una realidad nueva que remitía a su Pascua en la cruz.
- La Institución de la Eucaristía: el siguiente punto en el que centra su atención Benedicto XVI, es la cuestión de la Institución de la Eucaristía. Aquí, centra su atención en el tema de la expiación como elemento ligado a la esencia de la Eucaristía. Frente a una cierta exegesis que considera a esta como algo ajeno a la predicación del Reino, como un segundo estadio producto del fracaso del anuncio, el Papa considera que la expiación vicaria es parte constitutiva de la predicación de Jesús, algo que lo identifica en ella ya como el Siervo de Yahvé, y que es exigida por la misma naturaleza de la predicación de Jesús. A este respecto, podría decirse que la cruz proyecta su sombra a lo largo de la vida de Cristo, haciéndose particularmente patente en su predicación y el rechazo que ella conlleva, y explícitamente en la Institución de la Eucaristía, donde Cristo anticipa su Pascua.
- La teología de las palabras de la Institución: en este punto Benedicto XVI profundiza en el sentido y significado de las palabras pronunciadas por Cristo en la Ultima Cena. Tras hacerse eco de las distintas fuentes que nos las transmiten (Sinópticos y Pablo) y de analizar los distintos matices que podemos encontrar en ellas, fruto de una fidelidad dinámica, que tuvo en cuenta las sensibilidades de los destinatarios del anuncio evangélico, pasa al análisis de las mismas. De la erudición y riqueza doctrinal que destilan las reflexiones del Papa, podría destacarse el análisis que realiza de la expresión <<por muchos>>, que considera clave para entender el sentido de las palabras de acción de gracias de Jesús en aquella ocasión. Por un lado, aparecen como expresión de la <<pro – existencia>> de Cristo, de su <<ser para>>, y que se engarza perfectamente en esa dimensión vicaria – expiatoria que constituye la esencia del anuncio del Reino predicado por Cristo; por otra parte, cabria destacar la lectura que la comunidad cristiana hizo de esta expresión, que denota la progresiva comprensión del misterio de Cristo encerradas en ellas, en los umbrales mismos de la Iglesia. A este respecto, el Papa, tras exponer las diversas interpretaciones dadas a esta expresión, ya desde la tradición judía (profeta Jeremías) ya desde la tradición sinóptica (Marcos – Mateo: <<por muchos>>) y paulina (Pablo y Lucas: <<por vosotros>>), sugiere el hecho de una superación, por parte de la comunidad naciente: de un significado restrictivo de la expresión, referido a la totalidad de Israel, como apuntaba Jeremías, para, percibiendo el sentido con que fue pronunciada por Jesús, comprender su valor universal: Jesús había anunciado en ella que su muerte era por todos, judíos y gentiles.
- De la Cena a la Eucaristía por la mañana: Benedicto XVI cierra su análisis de la Ultima Cena con un breve excursus sobre el paso de la Cena vespertina a la Eucaristía matinal. Aquí se hace presente el dinamismo con que la comunidad cristiana fue penetrando en el misterio de la Ultima Cena y fue estructurando en torno a las acciones de Jesús su vida litúrgica. Destaca aquí el Papa la intuición de los primeros cristianos a la hora de discernir entre la importancia de la Cena y de la acción de gracias sobre el pan y el vino: mientras que el primer elemento quedo, con el tiempo relegado, el segundo permaneció vivo, porque constituía el núcleo, la esencia de lo acontecido aquella noche, y en donde mejor quedo expresada la novedad de la Pascua de Jesús. Como apunta Jungmann, al que cita Benedicto XVI: <<Lo que la Iglesia celebra en la Misa no es la Ultima Cena, sino lo que el Señor ha instituido durante la Ultima Cena, confiándolo a la Iglesia: el memorial de su muerte sacrificial>>.
Finalmente, resulta interesante el análisis que realiza sobre el domingo como el día del Señor. La idea clave es el hecho, de la luz que proyecta la cruz y la resurrección sobre la Ultima Cena. Aquí, Benedicto XVI destaca la implicación de la resurrección en la comprensión del sentido de las palabras y acciones de Jesús en ella, y el hecho de que fuera el primer día de la semana, el domingo, el marco de las apariciones del resucitado. De este modo, el domingo, y por extensión la celebración eucarística, se convierten en espacio de encuentro entre el Maestro resucitado y el discípulo, entre el Señor glorioso y la comunidad creyente, entre el Crucificado resucitado y los débiles y desterrados que esperan ser fortalecidos por su Señor.
Rev. D. Vicente Ramón Escandell Abad
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